Apiux es la clásica startup de soluciones tecnológicas para la denominada “transformación digital”. Pero a la vez, es una startup atípica: siempre ha tenido un único fundador y socio, no ha realizado rondas de inversión y, con seis años de vida, ya tiene 300 empleados en cuatro países, incluyendo España. Además, su CEO, Francisco Figueroa, está en un proceso de ceder el 15% de la participación de la empresa a sus trabajadores.
Figueroa insiste en que antes de explicar más en detalle su modelo de negocios y cómo surge Apiux, es clave contar su historia personal. “Desde pequeño, para mí los negocios eran algo muy natural. En mi casa me decían el comerciante. Vendí huevos en el barrio, adornos de Navidad y construí un telón especial para proyectar videos en las fiestas. Luego estudié ingeniería civil y siempre me metí mucho en la tecnología. Incluso, en la universidad gané plata siendo spammer. O sea, con sistemas de e-mail marketing por ahí por el 2001”, recuerda.
Cuando egresó, comenzó a trabajar en una consultora y conoció el concepto de “inteligencia de negocios” mediante una herramienta de una empresa norteamericana que se llamaba Pentaho. Los llamó y les ofreció ser su representante local. Fue cuando armó su primera startup. Logró tener 10 personas y en 2012 la empresa mexicana Intellego le ofreció comprarla, con el compromiso de que se quedara un tiempo trabajando con ellos. “No me hice millonario, pero a los 27 años me quedé con un buen capital y estar en Intelego fue una tremenda escuela tecnológica”, señala.
Pero en 2015 le picó de nuevo el bichito del emprendimiento. Dejó su cargo y armó Apiux, siempre con la idea de ser una empresa tecnológica de alcance global “desde un principio”, como afirma.
Apiux es una empresa cuyo pilar fundamental son los procesos documentales, “que es el core de la transformación digital”, explica. Por ejemplo, para que una isapre le reembolse una boleta a un usuario, se requiere de un procedimiento que incluye sacar una foto a la boleta, enviarla, validarla por el prestador y por el SII. Con una factura pasa algo similar. En ambos ejemplos, se requiere ejecutar ciertas “reglas” que validen todo. Eso es gestión y procesamiento de documentos.
Partió con 10 personas y la compra de una pequeña empresa desarrolladora de software que hacía lo que él necesitaba, en cerca de US$ 400 mil, la que tenía un solo cliente. “Fue un proceso bien complejo al principio y arriesgué todo mi patrimonio… y más. Pero siempre tuve la idea de que Apiux naciera grande. De hecho, armamos una oficina de 300m2 con un gerente comercial desde el día uno. La venta era la clave”, detalla Figueroa.
Durante los dos primeros años, la mayoría de los clientes fue del sector público. Figueroa aprendió bien de este tipo de clientes por su paso en Intellego. Pero como había mucha competencia y los márgenes no eran tan interesantes, comenzaron a mirar a la industria financiera. El primer año lograron un millón de dólares y al otro duplicaron esa cantidad, además de lograr el punto de equilibrio. El 2020 facturaron casi US$ 9 millones y para este año proyectan alcanzar los US$ 12 millones. Y por regla general, invierten todas las utilidades.
“No es fácil administrar el crecimiento, pero para lograrlo trabajamos mucho en los procesos. Si bien somos una startup y con espíritu de startup, somos tan estructurados como una empresa tradicional. Es algo medio loco, pero tenemos sistemas para todo”, dice riendo.
El 2017 abrieron oficinas en Perú y el año pasado, en plena pandemia, lo hicieron en Colombia y España. “Justo uno de nuestros ejecutivos se volvía a este país, lo que sirvió de coyuntura para abrir operaciones. Es algo inusual que una empresa latinoamericana vaya a España. Por lo general es al revés”, señala. Su modelo de negocios se ha basado hasta ahora en una especie de consultoría y desarrollo por proyectos, en base a productos específicos que tienen, a los cuales Figueroa les llama “células”.
Francisco Figueroa hace un quiebre en la entrevista y explica cómo el empresario y dueño de Friosur, José Luis del Río, le sirvió como ejemplo de un paso que quiere dar en Apiux. El año pasado, Del Río anunció que el 20% de la propiedad de la compañía se la entregaría a sus trabajadores. El CEO de esta startup quiere hacer lo mismo, pero con un 15%. Considera que si bien la tecnología es un catalizador del cambio, quienes la construyen son las personas.
“Queremos que los colaboradores no se sientan parte de Apiux solo por una remuneración, sino también por sus utilidades. Pensamos en un principio que el modelo ideal sería una cooperativa, pero nuestro negocio requiere de mayor flexibilidad. Ahora nos encontramos iterando con nuestros abogados para ver el camino. Es una forma distinta de hacer empresa”, concluye Francisco.