Habían preparado durante todo el día la cena de Navidad. La decoración era sobria, pero elegante. La mesa estaba lista para la familia. Pero el hermano menor de Enzo Agüero se veía nervioso. Ni siquiera lograba entusiasmarse con los regalos que acompañaban el árbol de Navidad aquel 2013. Agüero se sentía muy cercano a su hermano y notó algo extraño. Su madre y padre también. Hasta que el niño no aguantó más: “Repetí el año”, confesó sin rodeos ni adjetivos.
Como ingeniero en computación e informática, Agüero pensó en cómo podría desarrollar una aplicación para que los colegios se conectaran mejor con las familias. Pero el tema quedó ahí. Al año siguiente, su hermano nuevamente repitió. Agüero le ofreció ayudarle en matemáticas. “Pero el problema no era que los padres no quisieran acompañarlo en su aprendizaje, sino que realmente se hacía difícil en estos tiempos. Había que resolverlo con un sistema de gestión que conectara a los padres con el colegio mediante una aplicación móvil”, explica el ingeniero comercial Jaime Villagrán, el otro cofundador de Appoderado. Ese fue la génesis de esta startup.
Junto a Daniel Llanquinao y Bruno Di Carlo (ambos ingenieros en computación e informática), Agüero y Villagrán lanzaron su startup a principios de 2015 y a los pocos meses lograron los primeros clientes-colegios. A finales de ese año consiguieron $15 millones en ventas. Los cuatro son de Temuco, ciudad donde aún se mantiene la casa matriz de esta empresa. “Quizá no era mucho, pero nos ayudó a entender que había un mercado mucho más grande y un problema que no solo pasaba en Chile, sino en toda América Latina. Algo no estaba funcionando bien en la comunicación entre las familias y los establecimientos. Le presentaron el proyecto a Corfo y lograron un fondo de $20 millones para arrancar. “Todo fue puerta a puerta. Colegio a colegio. Esperando que el director nos recibiera para mostrarle la plataforma. Pero eso ayudó a que el ‘boca a boca’, fuera la mejor estrategia de marketing”, confiesa Villagrán. Al principio eran 4 y hoy son 35 personas.
El modelo de negocio de esta edtech (empresas tecnológicas para la industria de la educación) consiste en un cobro anual por número de usuarios que usan la aplicación, los que pueden estar en grupo de estudiantes o de personal del colegio (profesores, administrativos, etc.). El valor dependerá de la cantidad de usuarios que tiene un colegio, pero en promedio, cada usuario está en el orden de los $15.000 al mes. Un colegio paga un promedio de $12 millones anuales. Actualmente, están en 670 establecimientos de Chile con más de 700 mil usuarios en la plataforma. Dependiendo del tipo de usuario, la licencia permite realizar una serie de actividades, que van desde una “aula virtual” hasta funciones administrativas; pasando por comunicación con los padres y herramientas para los profesores. Todo funciona bajo cloud computing.
Según Villagrán, la diferencia de esta startup con sus competidores es la facilidad de uso. “Cuando estás trabajando con profesores que no nacieron con un computador, hay que pensar en hacer las cosas simples y que no pierdan tiempo en aprender”, dice, y se jacta de tener 4,9 estrellas (de 5) en las tiendas de apps de Apple, Google y Huawei. “Además, nuestro proceso de posventa es clave. Asignamos un ejecutivo por cada colegio que hace un seguimiento periódico. Es una persona. No una cuenta de WhatsApp o un call center”.
Claramente, un punto de inflexión fue la pandemia. Cuando los colegios cerraron, tuvieron que crear rápidamente una plataforma virtual para seguir con las clases. Incluso, le asignaron una cuenta de Zoom sin límites a cada colegio. Todo esto -según Villagrán- ha ayudado al crecimiento. “Tenemos una tasa de renovación del 96,3%, lo que es bastante para la gran competencia que hay”, asegura.
Fuera de Chile
Sus primeros coqueteos con el extranjero se dieron en 2017 mediante una invitación de ProChile a Colombia. Una empresa de ese país se interesó en aliarse con ellos, básicamente porque el modelo se podía implementar sin mayores problemas. Pero al tiempo, los socios de esa empresa se separaron y uno de ellos llegó a trabajar con Appoderado. Luego siguieron con Brasil, donde se dieron un tiempo para conocer la realidad de los colegios y entender la cultura. Cerraron con una empresa de distribución y Appoderado comenzó a hablar portugués. De las oficinas en Sao Paulo saltaron el 2020 a México. “Fue todo un desafío porque todas las reuniones iniciales las tuvimos que hacer online, debido a las restricciones de la pandemia”, recuerda Villagrán, quien indica que ya tienen cerca de 4.500 usuarios en el país azteca.
Pero el objetivo de esta startup, que el año pasado facturó US$2 millones, está puesto en Estados Unidos. Viajan constantemente a ese país siguiendo la misma estrategia de siempre: conversar con el personal de los colegios y entender la realidad local, junto con reunirse con posibles empresas para hacer alianzas. Incluso, ya han implementado en modo prueba la aplicación en algunos establecimientos del país angloparlante. Esperan estar comercializando Appoderado en Estados Unidos en unos tres meses.
Aparte del aporte inicial de Corfo, nunca han levantado capital. Todo ha sido venta orgánica. Pero ahora se están abriendo a la posibilidad de una ronda de inversión que esperan concretar en enero del 2023, la que alcanzaría cerca de US$4 millones. “Ya hemos conversado con algunos fondos. Tenemos buenos indicadores y para entrar fuerte a EE.UU. necesitamos el respaldo de un inversor local. El ticket promedio de lo que podemos cobrar en ese país es cuatro o cinco veces superior al de Latinoamérica y el esfuerzo tecnológico es más o menos el mismo. Tenemos que dar el salto”, dice confiado Jaime Villagrán desde la Región de La Araucanía.