Ocho meses han pasado desde que Maersk Container Industry, fabricante de contenedores refrigerados, cerró su planta en San Antonio. Entonces explicaron que, si bien apostaron por el negocio en Chile, el panorama internacional cambió y la presión en los costos les impidió ser rentables.

Pero lo cierto, según el último balance de la firma, es que esta decisión no afectos las ventas de la empresa. Pese al cierre de sus instalaciones en Chile, los ingresos de Maersk Container Industry en contenedores y servicios refrigerados -que eran los que se producían en Chile- aumentaron en 7% en 2018 debido a la mayor demanda de clientes de terceros. Sin embargo, los ingresos en contenedores secos disminuyeron 24% debido a menores precios de venta y menores volúmenes.

En su reporte, eso sí, la compañía informó que su Ebitda se vio afectado por la reestructuración en Chile. Este pasó de US$87 millones en 2017 a US$40 millones en 2018, una caída de 54%, lo que se explica, indicó la compañía, "se debió a la evolución negativa en la rentabilidad de los contenedores secos y a los costos de reestructuración en Chile de US$18 millones", indicaron.

Agregaron también que "los precios del acero se mantuvieron altos en 2018 pero que, sin embargo, esto no se reflejó en el aumento de los precios de venta, lo que llevó a márgenes comprimidos".

"El margen Ebitda a su vez finalizó en 4,1% (8,6%), con márgenes en contenedores secos que disminuyeron significativamente, mientras que los contenedores y servicios refrigerados mostraron un aumento impulsado por los mayores ingresos", se agregó.

Por otra parte, señalaron que el cierre de la fábrica en Chile en junio impactó negativamente los resultados en US$141 millones como castigo. "Maersk Container Industry decidió consolidar la fabricación de contenedores refrigerados en las instalaciones de Qingdao, China, y abandonar completamente el negocio de contenedores secos.

En consecuencia, la operación cesó en las instalaciones de San Antonio, Chile, en el segundo trimestre y en Dongguan, China, en el cuarto trimestre de 2018, ya que se anunció a principios de 2019 que la fábrica no volvería a abrir después de un período de inactividad planificado.

Además de los costos de reestructuración de US$18 millones con efecto en el Ebitda, el cierre en Chile dio lugar a la reducción de activos por US$141 millones, incluida la reducción de inventarios", explicaron.