El nuevo gobierno de Argentina está indicando su voluntad de entablar conversaciones formales con los acreedores para reestructurar su deuda, en medio de un deshielo en su relación usualmente fría con el Fondo Monetario Internacional.

El presidente Alberto Fernández dijo el domingo que pretende concluir las conversaciones sobre la deuda externa de Argentina el 31 de marzo, mientras que el director para el Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, afirmó que el Fondo enviará representantes a Argentina a fines de este mes para comenzar un "diálogo más profundo".

El FMI otorgó al gobierno anterior una línea de crédito récord de US$56.000 millones en 2018, cuando la economía comenzó a caer en picada, aunque esto no pudo revertir la depresión. Las primeras reformas económicas de Fernández, que incluyen aumentos de impuestos y nuevos gastos sociales, son una señal de esperanza, señaló Werner.

"Las primeras medidas de Fernández nos hacen ver que el gobierno se está moviendo en una dirección positiva", dijo Werner el domingo en una entrevista con CNN en Español. Agregó que una misión del FMI irá a Argentina a fines de enero para comenzar las negociaciones formales.

El gobierno, que asumió el cargo el mes pasado, está "trabajando sin pausa para resolver la crisis de deuda pública externa", manifestó el ministro de Economía, Martín Guzmán, en Twitter el viernes pasado.

Relaciones tensas

Argentina ha tenido relaciones tensas con el FMI, mientras que Fernández y Guzmán han criticado con frecuencia al Fondo. Sin embargo, comentarios recientes sugieren un deshielo, y Fernández ha dicho que la actitud del Fondo hacia su país ha cambiado.

"Las cosas un poco han cambiado en el Fondo", expresó Fernández en una entrevista con la prensa local el domingo, en la que señaló que el FMI vio favorablemente sus primeras medidas. "Tengo el íntimo deseo de que esta percepción mía sea correcta y que, finalmente, con la nueva conducción del Fondo, podamos llegar a un punto de acuerdo que nos dé tiempo para recuperar la economía y para empezar a pagar".

Exfuncionarios del FMI dicen que la institución querrá darle a Fernández un margen de maniobra para evitar un default. En 2001, Argentina incumplió y se hundió profundamente en una crisis luego de que un acuerdo con el FMI se desmoronara.

"El FMI va a ser más flexible con Argentina", asegura Héctor Torres, un exdirector ejecutivo del FMI que representó a Argentina y otros países sudamericanos. "Sería un gran fracaso para el FMI que Argentina entrara en incumplimiento".

La capacidad del gobierno para concluir las conversaciones sobre la deuda en 78 días también depende de cuán flexible decida ser el FMI, asegura Siobhan Morden, jefe de estrategia de renta fija de América Latina en Amherst Pierpont en Nueva York.

Una intención de buena voluntad de extender los préstamos del fondo "debería alentar la participación de los tenedores de bonos por términos que enfaticen la liquidez sobre el alivio de solvencia", dijo.

Estrategia de negociación

Fernández ha declinado discutir la estrategia de negociación del gobierno, diciendo que no quiere mostrar sus cartas.

En noviembre, antes de ser nombrado ministro, Guzmán publicó una serie detallada de recomendaciones para conversaciones de deuda, con marzo como el plazo para el reperfilamiento y no pagar la deuda en 2020 y 2021. Desde que asumió el cargo, Guzmán ha dicho que sus puntos de vista como académico no están relacionados con su postura como ministro.

El mes pasado, legisladores argentinos dieron a Fernández, quien asumió el cargo el 10 de diciembre, amplios poderes para renegociar la deuda con acreedores privados y el FMI. La deuda pendiente con los tenedores de bonos privados es de aproximadamente US$120.000 millones, conforme a las cifras más recientes en el sitio web del Ministerio de Economía, que datan del tercer trimestre de 2019.

Los bonos soberanos argentinos recortaron la recuperación de la semana pasada después de que Guzmán dijera el domingo que el gobierno nacional no ayudará a la provincia de Buenos Aires con un próximo pago de deuda de US$250 millones. Los bonos a 100 años bajaron 1,05 centavos a 47,57 centavos por dólar.

El gobierno quiere dejar atrás las conversaciones sobre la deuda para poder concentrarse en poner fin a la crisis económica. Se pronostica que la segunda economía más grande de Suramérica se contraerá por tercer año en 2020, su tasa de desempleo se mantendrá alta y la inflación anual permanecerá por encima de 50%.