A Christine Lagarde ya se le ve opinando de la política monetaria que respaldará una vez que asuma la presidencia del Banco Central Europeo, mientras que la institución que deja formalmente este jueves, el Fondo Monetario Internacional, analiza nuevamente el futuro de su relación con Argentina, país con el que la banquera francesa negoció el préstamo más grande jamás otorgado por la organización.
Del crédito stand by de más de US$ 56.000 millones, el FMI ya facilitó US$ 44.100 millones, monto que representa un 46% de los US$ 94.500 millones en crédito pendiente de la entidad multilateral. De esta manera, la nación transandina califica como su mayor deudora, seguida de Egipto e Ucrania, con apenas el 12% y 11% del total, respectivamente.
Hasta hace poco, las grandes cifras argentinas no eran un problema evidente para el Fondo. Esto, a pesar de las persistentes adversidades económicas del país, que sí encendían las alarmas entre algunos expertos; Guillermo Calvo, académico de la Universidad de Columbia, uno de ellos. "Si Argentina no le paga al FMI, el FMI se funde", advirtió a fines de julio el economista, en consideración del descomunal préstamo que se les otorgó. En ese contexto, también aseguró que el organismo no tendría más opción que tener paciencia con la agenda de pagos de su país, lo que ya comienza a tomar forma.
Una pesadilla
Los riesgos se han vuelto más certeros luego de que la moneda argentina anotara una depreciación de casi el 20% desde las primarias presidenciales del 11 de agosto, de las cuales salió victorioso el opositor Alberto Fernández, quien tiene como compañera de fórmula a la expresidenta Cristina Fernández. El golpe a la confianza de los inversionistas, que temen el retorno de las políticas kirchneristas, no solo se dejó sentir en el mercado de divisas. Desde entonces, la bolsa de Buenos Aires se ha derrumbado un 38%, mientras que el riesgo país se dispara al 354%.
Los temores a un nuevo default se fortalecen, dejando al FMI en una posición cada vez más incómoda. "Si le debes cien libras a tu banco, tienes un problema, pero si le debes un millón, el problema es del banco", son las palabras de John Keynes que varios economistas citan para graficar la situación. Después de todo, lo que está en juego no es un impago como el de 2001, que apenas sobrepasaba los US$ 12.000 millones.
"La falta de pago prolongada por parte de Argentina sería un escenario de pesadilla para el FMI", asegura Benjamin Gedan, director del Argentina Project del centro de estudios estadounidense Wilson Center.
Su opinión es compartida por Miguel Boggiano, CEO de Carta Financiera y académico de la bonaerense Universidad de San Andrés, quien sostiene que en lo más inmediato, "sería muy difícil que el Fondo no le dé a Argentina el siguiente tramo del préstamos (US$ 5.400 millones en evaluación), porque se estaría pegando un tiro en los pies y nadie quiere hacer eso".
Incierta invitación
La determinación sobre el tercer giro del préstamo se debería conocer esta semana, pero las decisiones del FMI en torno a Argentina estarán lejos de acabar ahí. En medio de la debacle en los mercados, el gobierno -con el respaldo de diferentes sectores de la oposición- presentó una batería de medidas, todas dirigidas al aplazamiento del pago de deuda con sus acreedores, y el organismo con sede en Washington no fue la excepción.
El recién asumido ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, le extendió una invitación a una "negociación voluntaria", con el objetivo de acordar nuevas fechas para el vencimiento de sus obligaciones. Adelantó en ese momento que se trataba de un proceso que comenzaría bajo la actual administración, pero que probablemente culminará con la siguiente, es decir, la de Alberto Fernández, si logra mantener la ventaja de las primarias y se cumplen los pronósticos de todas las encuestas.
Desde el FMI señalaron, sin demora, que están analizando esta invitación, que debe ser de las menos gratas que reciben en el último tiempo, teniendo en cuenta su incierto desenlace.
"En los más de 20 años que estuve en el Fondo nunca vi siquiera que se discutiera el aplazamiento formal de un crédito, porque tiene prohibido en su acuerdo constituyente del FMI la renegociación de sus propios créditos", sostiene Luis Eduardo Escobar, quien se desempeñó en la institución como economista senior y jefe de misiones para países de América Latina.
La otra alternativa es que se pase de un programa stand by a uno de facilidades extendidas, es decir, de 10 años de plazo que postergara la obligación de comenzar a pagar en 2021, tal como se estipula en el plan vigente. El obstáculo en este caso es Fernández, quien no está dispuesto a aceptar las condiciones que impondría el Fondo a un cambio de esa naturaleza.
"Acá hay que definir un stand by y reprogramar la deuda de la manera en que pueda hacerlo la Argentina sin ajustar el bolsillo de los argentinos", señalaron el jueves desde el equipo económico del candidato kirchnerista.
Lección aprendida
El FMI se adentra a aguas desconocidas junto a Argentina, mientras que quien lo introdujo en esta aventura, Christine Lagarde, se dirige a los mares no menos tormentosos de Europa. Pero aunque su respaldo fue clave, el problemático y descomunal préstamo en juego no es responsabilidad únicamente de la futura jefa del BCE.
"Se entiende que el Fondo le dio a Argentina el crédito por una razón política, por un apoyo explícito de Estados Unidos. Lo máximo que nos podía prestar era entre 4 y 5 veces y medio la cuota que paga el país como socio y nos prestó 11 veces", detalla Boggiano.
Escobar, quien también consigna que lo poco usual del crédito y su rápida tramitación obedecen a la presión ejercida por la administración de Donald Trump, considera que de ahora en adelante el FMI va a procurar hacer las cosas diferente.
"Lo que van a tratar de hacer es generar programas en el futuro por cantidades menores, que permitan que los países puedan repagar los créditos sin entrar en una renegociación formal. Es decir, yo te presto plata para que tú me pagues", indicó.
En lo que respecta a Argentina, incluso con un impago, no está todo perdido para el FMI. "Podría solicitar más recursos, incluso a través de nuevos acuerdos bilaterales con los gobiernos miembros", explica Benjamin Gedan, quien subraya que "dadas las condiciones económicas mundiales, es posible que se solicite al Fondo que apoye a otros miembros en un futuro próximo, incluidos aquellos con compromisos de precaución existentes".