Asenav, el astillero familiar de Valdivia, se sube al boom del turismo antártico
La firma de la familia Kossmann, una empresa con medio siglo de historia que desde la ribera del Calle-Calle se ha convertido en uno de los principales armadores del Pacífico y el Caribe, construirá un crucero para las exploraciones al continente blanco de Antartica21, que supondrá un verdadero salto en innovación. En 2023, la firma mantuvo contratos de construcción por US$150 millones.
“Los fierros tienen vida”, resume con evidente pasión el estado actual de Astilleros y Servicios Navales (Asenav), el gerente general de la firma, Heinz Pearce, desde Valdivia. El astillero, convertido ahora en uno de los principales de América Latina, acaba de cerrar un contrato con la operadora turística Antarctica21 para construir un crucero híbrido-eléctrico con capacidad para 76 pasajeros y 67 tripulantes que comenzará a recorrer el continente helado en 2026.
“Magellan Discovery” se llamará la nave, cuya fabricación ya comenzó en Valdivia y que se sumará a la flota de Antarctica21 para explorar el continente blanco, escenario de un creciente interés turístico empujado por su condición de confín inexplorado, que seduce a personas en todo el mundo, especialmente de altos ingresos.
Se trata de una nave de lujo que incluirá desde gimnasio y sauna con visión panorámica, habitaciones de alto estándar, restaurantes y salones, entre otras características. “En este escenario de fuerte competencia internacional e inestabilidad económica mundial, Chile está a la vanguardia naval. Hemos hecho 194 embarcaciones para armadores nacionales y extranjeros, y uno de los retos es caminar hacia una mayor modernización para hacerse con un buen lugar en un mundo cada vez más globalizado”, expone el ejecutivo.
La firma es uno de los nombres que han hecho que Chile también se asocie a tecnología y manufacturas complejas. Han fabricado siete cruceros de pasajeros de diferentes tamaños y complejidades, transbordadores o ferries -varios en uso en el sur del país-, remolcadores de puerto para Canadá, naves de apoyo a plataformas, además de pesqueros de diferentes tamaños, barcazas, buques científicos y lanchas, entre otros.
Su mayor competencia son algunas de las compañías centenarias, especialmente de Europa y otras nuevas que han ido surgiendo en diversas partes del mundo. “Todo se hace aquí con mano de obra local, con un departamento de ingeniería propio, de egresados de Valdivia, en el que hemos diseñado completamente las naves”, enumera Pearce.
Actualmente, Asenav tiene una plantilla de 450 trabajadores contratados. Pero dependiendo de los barcos que estén construyendo, pueden llegar a tener entre 500 a 600 personas en operaciones, si se suman los empleados de los diferentes contratistas que entran por cada proyecto.
Contratos por US$150 millones
En 2023, Asenav cerró con órdenes de construcción por US$150 millones, contratos que consideran -entre otros- un barco para transportar peces vivos (wellboats, en jerga técnica) con capacidad para 3 mil metros cúbicos, que la industria salmonera chilena tenía antes que mandar a fabricar a Noruega o España. “Es el primero de esa capacidad que se hace en Chile”, agrega el ejecutivo, mientras describe las características de la nave bautizada como Patagon XI y que fue completamente diseñada en el país.
También en 2023 construyeron el “Dra. Barbieri”, un buque para el Instituto de Fomento Pesquero de Chile, pensado para realizar prospecciones acústicas de los recursos marinos en sectores costeros y en aguas interiores del sur del país.
Y a fines del año pasado se sumó el contrato para el Magellan Discovery.
Tren de proyectos
Sobre los nuevos retos que se avistan en el horizonte de la compañía, Heinz Pearce explica que en un astillero, a diferencia de otras industrias, los proyectos se van completando de acuerdo a los años de construcción que demanda cada tipo de buque. “Lo que busca un astillero es tener proyectos en ejecución a dos o tres años. Y ese es un esfuerzo comercial permanente. No es que tengamos una meta desde el punto de vista anual, sino que de contratos en ejercicio para ir llenando un tren de proyectos que nos permita mantener el astillero y la producción en operaciones”, detalla.
Por lo mismo, no puede adelantar cifras ni proyecciones. “Para 2024 estamos permanentemente en conversaciones y tenemos propuestas de fabricación de barcazas, remolcadores, licitaciones, etc.”, responde a Pulso.
El secreto es no parar de fabricar a lo largo del tiempo, sorteando tanto crisis generales como de sectores, proveedores, etcétera. El gerente apunta que tras la crisis del Covid-19 los precios de las materias primas nunca más volvieron a donde estaban. Se produjeron alzas enormes y luego bajas, hasta que el mercado se estabilizó, pero con un piso mucho más alto.
La clave del Calle-Calle
Pese a la expansión internacional, en Asenav no piensan moverse de Valdivia. Ni, al menos por ahora, abrir oficinas en Santiago o alguna gran capital mundial náutica. Pearce destaca que estar en agua dulce es muy beneficioso para la construcción naval, ya que el agua que lleva el río es menos corrosiva que la del mar. Además, el tamaño del Calle-Calle les da la enorme ventaja de poder acceder desde y hacia el mar con facilidad.
A eso se suma la existencia de trabajadores calificados en la zona, una tradición naval histórica producto de que en esa región conviven otros seis astilleros de diferente tamaño y, además, existe una escuela de constructores navales que forma la Universidad Austral.
-¿Cuáles son hoy los principales desafíos que tiene la compañía?
-Para un astillero o una empresa del rubro ya es un gran esfuerzo poder mantener el sitial ganado. Que hoy día tengamos el privilegio de cumplir 50 años de experiencia nos impone el desafío de poder mantener la industria de astilleros navales chileno y poder continuar por esa senda. Es un desafío permanente seguir posicionándonos como un astillero de calidad, que produce embarcaciones de alto valor agregado y sustentables con el medioambiente”, explicita el ejecutivo sobre el futuro de esta firma regional, cuya ruta de navegación comenzó hace medio siglo, cuando el ingeniero mecánico y constructor naval Eberhard Kossmann inauguró el astillero que su familia continúa controlando. Aunque entre 1972 y 1974 también produjeron algunas embarcaciones pequeñas, los 50 años con el nombre de Asenav se cumplen este año.
Crucero de bajas emisiones
“Este crucero será único en el mundo”, dice el gerente general de Asenav. Esta la segunda nave que la firma construye para Antarctica21 y estará dotada de una serie de innovaciones tecnológicas que harán más sostenible el viaje por algunas de las zonas donde todavía quedan algunas de las aguas más prístinas del mundo.
El nuevo crucero de pasajeros será la octava embarcación de ese tipo y la segunda diseñada especialmente para operar en los mares del sur del globo, donde deben romper los hielos para abrirse paso en la navegación.
El primero fue el crucero “Magellan Explorer”, que hoy ya está terminando sus operaciones, debido a lo corta que es la temporada de viajes en el extremo sur. En esa nave se incorporaron sistemas para disminuir el impacto y tratar las aguas.
Para el “Magellan Discovery”, las innovaciones incluyeron un sistema de propulsión híbrida-eléctrica y con sistemas de aprovechamiento de energía, recuperación del calor generado en los gases de escape y hasta ascensores equipados para capturar y convertir la energía generada durante el frenado en electricidad, recargando las baterías de la nave. Además, tendrá tratamiento de residuos líquidos y sólidos, con el fin de limitar al máximo las emisiones.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.