Buffalo Waffles, la cadena de comida al paso que Thomas Schulze-Boing y Stefan Feddersen iniciaron en 2013 en el centro de Santiago, inaugurará este año su local número 50. “Este 2024 estamos retomando la expansión súper fuerte. Nuestra meta es abrir 10 locales con la marca Buffalo Waffles, con foco en la zona norte del país y considerando los buenos números que hemos tenido con +Milas, pensamos incorporar 8 a 9 puntos más de esa cadena”, adelanta Schulze-Boing a Pulso.
Con ventas por $ 7.400 millones y próximos a lanzar masivamente +Milas como una nueva cadena, de las muy argentinas pero cada vez más globales milanesas (escalopas), la firma empieza a concretar su plan de profesionalización que considera alcanzar una facturación de más de $ 9 mil millones en 2025 y convertirse en una incubadora de nuevas marcas de alimentación al paso, un negocio que no para de crecer y que cada vez atrae a más inversionistas.
Schulze-Boing dice que él y Feddersen, controladores de la firma, están disponibles para conversar alguna asociación. Reconoce que tuvieron acercamientos que no prosperaron y destaca el escenario de profesionalización en que hoy se encuentran, tanto su propio negocio, como el de la industria de la comida al paso en general, que en los últimos años ha empezado a seducir a fondos de inversión privados y family offices, en Chile. Sobre todo, después de las exitosas operaciones de las cadenas de pizzerías Papa John’s y Melt Pizzas, cuyas valorizaciones, cuando las vendieron, superaron los US$ 80 millones, abriendo el apetito de numerosos inversionistas.
Milanesas
Por ahora, con capital local y de los propios emprendedores, Buffalo Waffles está operando de manera paralela su marca +Milas. “Es parte de la estrategia de expansión horizontal que tenemos. No quedarnos en un solo producto como Buffalo, que inventó la categoría en Chile, y explorar otras opciones. Estamos constantemente prototipando y desarrollando opciones innovadores de comidas quick service”, explicita.
Cuenta que una vez alcanzado el concepto de milanesa que venderían, lo probaron con algunos franquiciados, después expandieron ese plan y “ya estamos en la segunda fase, un año funcionando y vemos que los números andan bien, los franquiciados están felices y le vamos a poner el acelerador”, adelanta. También está dentro los planes abrir locales especiales para esta marca. Alternativamente, están desarrollando un tercer concepto, aun en secreto. “También de comida y esperemos lanzarlo a fin de año”, adelanta.
Schulze-Boing detalla que la profesionalización de la propia firma considera que él y su socio salgan de la administración del día a día y se transformen en directores para avanzar así en la idea de incubar conceptos de comida. Acaban de fichar como gerente general a Mauricio Barahona, un ejecutivo conocido en la industria y como subgerente comercial a Francisca Bahamondes, quien estará a cargo, entre otras cosas, de las franquicias.
Franquicias
Los empresarios están convencidos de que el mercado de la comida al paso tiene un horizonte largo para crecer en Chile. La gente ya se acostumbró a pedir comida lista, probar sabores nuevos y hay ciudades donde la oferta todavía es limitada. A ellos, por ejemplo, les compran waffles especialmente en la tarde y sobre todo, mujeres, pero a la hora de almuerzo los pedidos que más reciben son por milanesas. Su público mayoritario tiene 35 años o menos, también familias y el 14 de febrero es el día de mayores ventas: las parejas convierten al waffle con frutillas en el imbatible del día.
Ellos trajeron la idea de los wafles de Argentina. Montaron su primer local en la calle Merced, en el barrio Lastarria que entonces era una de las zonas de alto interés y tendencias de la capital. Después operaron un food truck y abrieron en Providencia. Luego vinieron las franquicias y la expansión a regiones. Ahí se produjo el gran salto. El estallido y la pandemia les sirvieron para trabajar el músculo del delivery. El 2020 tenían 12 tiendas y hoy suman 43, sobre todo vía franquicias.
Un fracaso en Madrid
En septiembre del 2021, Buffalo Waffles abrió su primer local en Madrid, que cerró menos de un año después. Hoy Schulze-Boing reconoce que se entusiasmaron de más con este proyecto, que la firma no tenía la madurez para dar ese salto, pero que los aprendizajes fueron claros: “Igual fue triste cuando no funcionó y se perdió un montón de plata, pero aprendimos varias cosas, como que hay que tener un socio local con espaldas financieras y nosotros también entrar con mayor financiamiento”, confidencia. En su día, planearon llegar a tener cinco o seis locales propios para partir en Europa, pero la crisis de precios, consumo e incertezas que desató el estallido de la guerra en Ucrania detuvo los planes. “No fue un buen momento”, resume hoy.
Pero la posibilidad de arribar a otros mercados siempre existe. Sobre todo ahora que su modelo de negocios está migrando a producir conceptos. “Es una expansión natural, pero por ahora no están los planes estar extranjero”, dice Schulze-Boing. Están concentrados en lo que él llama “crear el próximo Buffalo”.