Incertidumbre existe al interior de la Asociación Industrial de Laboratorios Farmacéuticos (Asilfa) por los impactos que podría provocar en el sector la denominada Ley de Fármacos II, que se discute en la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados.

Lo que más inquieta a los nueve laboratorios que agrupa la entidad es la prohibición que existiría para los médicos de recetar fármacos por marca, para prescribirlos por el Denominador Internacional Común (DCI), es decir, por la molécula.

A juicio del ente gremial, esto no solo traería problemas como confusiones ante compuestos que suenan prácticamente iguales, sino también una serie de impactos negativos, como el impedimento para los laboratorios de usar un activo de valor que es la marca, lo que incluso contravendría tratados internacionales, comentó el presidente del gremio farmacéutico Alessandro Micheli.

El también vicepresidente para la Región Pacífico y Country Manager del grupo Italfarmaco, agregó que el fondo de la ley, que es reducir el precio de los medicamentos, no se cumpliría en Chile porque "la concentración de mercado no permite eso hoy".

El representante de los laboratorios, alude directamente a la integración vertical que existe entre las cadenas de farmacia, que concentran más del 90% de la venta retail, y sus propios laboratorios. "Las cadenas no son entes benéficos, son privados que venden medicamentos para tener una ganancia. Si llego a la farmacia con una receta sin una marca, la cadena puede vender el producto que quiera. Va a entregar aquel con el que gana más, que no necesariamente es el más caro, sino donde tiene más margen, más utilidad".

Barreras de entrada

Esta concentración genera barreras de entrada, sobre todo para quienes quieran partir el negocio de cero. "Si yo no sigo las reglas de un actor que pueda tener el 50% del mercado, si ellos deciden que no quieren mi producto, no puedo entrar en Chile", afirmó. De hecho, en los últimos años la llegada de nuevos actores al mercado chileno ha sido vía adquisiciones de laboratorios locales por parte de grandes grupos internacionales.

En el caso de Italfarmaco, "abrimos nuestras operaciones invirtiendo en Chile, comprando una empresa local (Labomed) que tiene planta productiva, visitadores médicos, y compramos medicamentos con su marca. Esto lo hicimos porque es un país estable, de baja inflación, y políticamente estable. Es un país donde vale la pena invertir", dice. Sin embargo, mientras no se resuelva la Ley de Fármacos II, "si el día de mañana una empresa quiere comprar en Chile, va a mirar Perú o Colombia".

Micheli enfatizó que los esfuerzos por bajar el precio de los medicamentos no deben atribuirse a un actor en particular sino a toda la industria, y que "sin duda una medida ideal sería permitir una menor concentración de las farmacias. Hay países en Sudamérica que lo han hecho como Uruguay, que tiene una ley que no permite a un dueño o entidad tener más de 15 farmacias. Esto permite la generación de varios competidores en el mercado".

Otras vías

Consultado sobre la idea que Cenabast sea un competidor más, Micheli explicó que si bien esto movería la aguja de la industria en cuanto a precios, "la logística no es menor. Una cosa es decirlo y otra hacerlo. Tener una infraestructura que pueda entregar medicamentos a todo el país me parece más complicado que aumentar la competitividad dentro del país".

También cree que la situación mejoraría con una reforma a las Isapres que permita mayor acceso y coberturas a los medicamentos, aunque ambas no generarían el mismo efecto que incorporar mayor competencia, indicó.