La minería aporta alrededor del 10% del PIB de la economía nacional y es uno de los sectores con mayor participación de la inversión extranjera. Hoy, más que nunca, apuesta por la tecnología como un aliado estratégico para hacer frente a grandes desafíos como la reducción continua del impacto medioambiental y la optimización de operaciones, áreas donde la automatización e Internet Industrial de las Cosas (IIoT por su sigla en inglés) tendrán un rol clave. Sobre todo, si se considera que en los últimos 15 años el costo promedio de producción de cobre ha aumentado en más del 300% a nivel mundial.
Una de las grandes promesas del IIoT en el sector minero apunta a la transformación de procesos mecánicos y manuales a otros de carácter digital, lo que a su vez permitirá la recopilación remota -y en tiempo real- de grandes cantidades de datos sobre las operaciones, los que se pueden utilizar para mejorar la eficiencia de la faena, garantizar un entorno seguro para los mineros y monitorear el estado operativo de la maquinaria.
Para ello, resulta fundamental contar con infraestructura apropiada. De hecho, se espera que entornos como el minero sea pionero en experimentar las potencialidades del 5G. Si bien, actualmente, ya empiezan a contar con redes LTE privadas o híbrida; la capacidad de contar con conectividad sin cablear daría un mayor dinamismo a los procesos, además de disminuir los costos de manera considerable. Es por eso, que se habla de que el 5G podría desatar la autonomía en el mundo minero.
En ese contexto, el transporte es uno de los procesos donde se aprecia el potencial de manera clara. Instalar sensores a lo largo de la cadena de valor permite, por ejemplo, reducir o aumentar la cantidad de camiones requeridos de hora en hora para garantizar que la producción se optimice en torno al uso de combustible, el tiempo mínimo de mantenimiento y la distancia de transporte. Contexto replicable al control de minerales, técnicas de perforación y tronaduras, programación de operaciones en función de alertas, y mejoras en el estado de los activos y la seguridad.
Pero la mina del mañana se concibe como una de carácter inteligente, donde todos los activos estarán conectados permitiendo que la producción se pueda planificar y sea lo suficientemente flexible como para satisfacer la demanda y adaptarse a las variaciones de precio del commodity. Algunos incluso proyectan que la inteligencia artificial tomará decisiones sobre la producción y las rutas al mercado, para disminuir la huella ecológica asociada, impulsando un crecimiento sostenible de uno de los principales motores de la economía nacional.