El fabricante japonés de automóviles Mitsubishi Motors, el último que se sumó a la alianza Renault-Nissan, decidió este lunes revocar al presidente de su consejo de administración, Carlos Ghosn, unos días después de que Nissan hiciera lo mismo por presunta malversación de fondos.
En un breve comunicado, los administradores del grupo consideraron difícil mantener en el cargo al poderoso dirigente, detenido hace una semana en Tokio.
Tras su arresto, Mitsubishi anuncio de inmediato una reunión para votar su destitución. Al consejo realizado este lunes asistieron siete miembros, incluidos el dirigente ejecutivo Osamu Masuko y dos responsables de Nissan, el principal accionista de Mitsubishi (34% del capital).
Esta compañía, la más pequeña de la alianza Renault-Nissan-Mitsubish, con 1,2 millones de autos vendidos al año, decidió destituir al hombre que había salvado a la empresa en 2016, cuando estaba inmersa en un escándalo de falsificación de datos.
El jueves pasado el consejo de administración de Nissan había cesado a Ghosn como presidente basándose en la abundancia y la naturaleza convincente de las pruebas, según las declaraciones de un portavoz.
Ahora Ghosn ya solo mantiene el cargo de consejero delegado de la Alianza y del grupo francés Renault, que lanzó una auditoría para verificar su remuneración, indicó el gobierno francés.
"Mientras no haya cargos tangibles", Ghosn no será sustituido, precisó el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire. La dirección interina está en manos de su adjunto, Thierry Bolloré.
Por su parte Hiroto Saikawa, el director ejecutivo de Nissan, envió el lunes un mensaje a los empleados de la compañía. Según una fuente cercana a la empresa, expresó nuevamente consternación por los sucesos y aseguró que haría lo posible porque el caso Ghosn no afecte las relaciones en la alianza ni las operaciones del día a día de Nissan.
Sin embargo subrayó la desigualdad en la alianza, donde el poder está concentrado en un sólo hombre e impide cualquier discusión estratégica entre Renault y Nissan.
Saikawa asistirá esta semana en Holanda a una reunión de la alianza, marcada según los empleados y los analistas por años de tensiones.
Mientras tanto Carlos Ghosn sigue en detención preventiva en una prisión del norte de Tokio y niega las acusaciones.
Partiendo de documentos entregados por el grupo a las autoridades financieras japonesas entre 2011 y 2015, la fiscalía sospecha que disimuló la mitad de sus ingresos provenientes de Nissan.
Ghosn habría minimizado sus ingresos como presidente del consejo de administración de Nissan en unos 5.000 millones de yenes (38 millones de euros) durante cinco años a partir de 2011.
Según la prensa nipona, habría hecho lo mismo en los tres ejercicios fiscales siguientes, por lo que el monto ascendería a 8.000 millones de yenes, sin incluir los 4.000 millones de plusvalía de sus acciones.
Las fuentes citadas por el periódico económico Nikkei, Ghosn percibía 2.000 millones de yenes anuales como consejero delegado de Nissan hasta principios de 2010, lo que entonces no era público.
En esas fechas una ley cambió las cosas, y fue entonces cuando Ghosn habría rebajado su sueldo en alrededor mil millones de yenes, para evitar las críticas, y aplazó al mismo tiempo el pago del resto para cuando se retirase. Todo ello con la complicidad de su mano derecha, Greg Kelly, también detenido.