Hoy en día, la innovación ya no se explica como caso fortuito, sino como una naciente rama de la ciencia entrenable en la cual se cuenta con teoría, metodología y apoyos para desarrollarse adecuadamente. Resulta paradójico que al mismo tiempo que se pueda avanzar con metodologías probadas, se termine frustrado cuando en el tiempo no se logra el tan ansiado cambio. Algunos plantean que el ecosistema no está creado porque o falta acceso al crédito o incentivos inadecuados, o porque no existen competencias requeridas, o porque tendríamos una cultura de aversión al riesgo arraigada que va a tomar generaciones en cambiar. Si bien hay elementos que bien trabajados pueden contribuir a mejorar el entorno, lo sintomático es que nos quedamos en explicaciones y lamentablemente eso no nos permite avanzar a la velocidad que el país requiere para crear el ecosistema que nos permita sostener una meritocracia y dejar como legado el trampolín al desarrollo.

Al parecer para crear un ambiente innovador, se necesita que independiente de crear las condiciones para un ecosistema, se pueda alimentar bien el modelo desde sus inicios. En esa línea, la problemática se parece mucho al negocio del petróleo en donde es imposible comprender a la industria sin entender lo riesgoso y osado que significa la prospección preliminar para encontrar un recurso escaso y previamente inexistente. Una vez encontrado el pozo, puedo aplicar muchos modelos de operación y comercialización, pero si estos modelos los aplico en donde no existe petróleo, probablemente todo termine en un absoluto fracaso. En materia de innovación nos pasa algo similar, ya que el modelo de fomento a la innovación o emprendimiento puede mejorarse bastante con apoyos de mentores, educación, acceso al capital de riesgo, conexiones internacionales con hubs más abiertos al conocimiento, pero no nos olvidemos que, para avanzar en la materia, necesito de una esencia que permita viabilizar el proceso que se alimenta con buenas ideas y prospectos de alto valor potencial.

Así como para rentabilizar un proyecto de búsqueda de petróleo o minerales preciosos necesito enfrentar la fase más riesgosa e inicial con geólogos y competencias basadas en la búsqueda, en el caso de la innovación necesitamos encontrar la esencia que alimente bien el ciclo. La pregunta que debemos hacernos es ¿cómo y dónde encontrar esa esencia que permita que el resto pueda funcionar ahora mismo? Para romper la inercia debemos llamar al avatar de la geología para atacar críticamente los problemas del mundo cotidiano a objeto de viabilizar oportunidades priorizando la creación de equipos con altos ideales, perseverancia y mucha hambre por ir más allá. Hoy día, si bien no somos Sillicon Valley, Finlandia o Singapur, es posible acceder a financiamiento y conocimiento en donde ya se cuenta con más de 1 billón de dólares en capital de riesgo y con un ecosistema de innovación líder en América Latina. En el fondo contamos con una nueva generación crítica y digitalizada, con un marco competitivo, libre y abierto, con gobiernos alternados, pero con una sola visión de largo plazo en materia de innovación en donde no tenemos excusas para pedir o seguir justificándonos, sino que llegó el momento de actuar y energizar el ecosistema.