Baja productividad y desaceleración económica: las razones detrás del estancamiento de ingresos de los trabajadores
Los expertos estiman necesario intensificar las políticas asociadas a incentivar la contratación y la promoción del capital humano.
Un reflejo de la desaceleración en el crecimiento económico de los últimos años y de una productividad que no termina por repuntar. Así leen los expertos los datos de la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) 2019 publicada esta mañana por el Instituto Nacional de Estadísticas.
De acuerdo al INE, en 2019, el ingreso laboral promedio de la población ocupada en el país fue de $620.528 mensual, mientras que el ingreso mediano, que es el recibe una persona representativa de la mitad de la población, llegó a $401.000 al mes. Lo anterior se traduce en que el 50% de quienes trabajan en el país percibieron ingresos menores o iguales a ese último monto.
Con este escenario como base y considerando que en los últimos cinco años los ingresos medianos por el trabajo han subido solo $50 mil, el director del Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, David Bravo y el economista de la Universidad Católica, Juan Bravo creen que lo principal para revertir la tendencia pasa por apuntalar estos dos factores.
Sobre lo primero no hay dos miradas: ambos confluyen en que la clave detrás de mejores salarios y menor desigualdad de ingresos pasa por un crecimiento económico sostenido, el que a su vez viene sustentado por otras variables macroeconómicas, como la inversión. En tanto, para el segundo, Juan Bravo estima que la clave pasa por elevar el capital humano.
Bajo esta lógica, estima necesario avanzar en la calidad de la educación. De allí que considera clave "educar a la fuerza laboral del futuro bajo nuevos paradigmas, donde se le enseñe a la persona a que deberá estarse formando permanentemente y por tanto, debe aprender a aprender”.
Pero además de eso, él dice que es necesario internalizar que el capital humano no solo se componen de la educación formal, sino también de la capacitación y el aprendizaje en el lugar de trabajo. “Aquí también tenemos una serie de falencias, que ponen en evidencia el hecho de que se requiere una nueva arquitectura institucional para la capacitación, la formación continua y la reconversión laboral”, argumenta.
David Bravo, aunque suscribe los dichos de su par cree que partiendo de la actual contingencia por la que atraviesa el país, en lo inmediato, al menos, lo necesario es continuar con políticas de subvención al empleo, "estas formas de complementar los ingresos parecen ser políticas que debieran acompañarnos por un tiempo, e irse ajustando en la medida que vayamos viendo los resultados”, señala. Esto último, dice, adquiere especial relevancia si se considera que esta encuesta no recoge formalmente las consecuencias del estallido social y mucho menos las de la pandemia.
“En un año más deberíamos ver una caída profunda en los ingresos. Esto se va a traducir en un empeoramiento muy importante y adicional al que ya está registrando el mercado laboral”, agrega.
En adelante y pasado el mayor impacto de ambos shocks, él ve necesario revisar todos los programas de capacitación y el impacto final que estos tienen. “Va tener que hacerse algo como lo que se hizo en 2011 cuando se revisó la franquicia tributaria y el impacto de los programas de capacitación. Luego será necesario proceder a una reforma del sistema”, dice.
Diferencia por género
La encuesta, al igual que ya lo venían adelantando otras variables del mercado laboral, muestra que existe una brecha de ingresos según sea el género. Esto porque, mientras los ingresos medio y mediano de los hombres se ubicaron en $704.274 y $449.652, respectivamente, los de las mujeres alcanzaron los $506.651 y $352.865, respectivamente.
La razón detrás de todo esto, concuerdan, se explica por deficiencias estructurales asociadas a la distribución de roles por género en la sociedad, en donde son las mujeres quienes asumen en mayor magnitud la carga de las tareas no remuneradas.
Por tanto, y partiendo del hecho de que el cambio cultural toma tiempo, Juan Bravo sostiene que “la política pública más intensiva puede contribuir a acelerar esos cambios a través de una legislación laboral corresponsable, que de una vez por todas reconozca que las responsabilidades por el cuidado de los hijos es de ambos padres y no solo de la madre”.
Otro elemento relevante desde el punto de vista de las políticas públicas, añade el David Bravo, tiene que ver con el acceso a servicios de calidad de cuidado de personas dependientes. Ante esto, su par, Juan Bravo agrega que “en ese sentido no solo estamos hablando de cobertura de sala cuna para el cuidado de niños, sino que también de otros grupos dependientes, como los adultos mayores con dependencia severa, en donde también son las mujeres quienes esencialmente se abocan a esas tareas”.
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