La próxima semana el Banco Central de Brasil intervendrá el mercado cambiario con tres subastas, el lunes, martes y miércoles, que ascenderán hasta un total de US$3.750 millones. Se trata de una medida que no tomaba desde septiembre de 2018, en función de la caída de 3,5% que experimentó el real la semana pasada hasta alcanzar los 4,11 por dólar.
Con ese descenso, la divisa brasileña calificó como la moneda más depreciada frente al dólar entre sus pares de mercados emergentes y la segunda a nivel mundial, después del kwacha zambiano. En tanto, en lo que va del año, acumula una baja frete al dólar de 5,48%, que en la región sólo supera la caída de 16% del peso argentino.
En ese contexto, el organismo liderado por Roberto Campos Neto inyectará el dinero en el mercado, anteponiéndose a que continúe una alta demanda de dólares. Se utilizarán instrumentos con compromiso de recompra, de manera que no se reducirían las reservas del ente rector.
El apetito por la divisa estadounidense se desató en medio de las crecientes tensiones internas en Brasil. El mercado observa con preocupación la pérdida de capital político de Jair Bolsonaro, que el miércoles enfrentó las primeras protestas masivas en su contra, por la disminución en el presupuesto de educación.
Lo anterior podría conducir a que su administración enfrente más obstáculos para convertir en ley la reforma de pensiones, que ya está retrasada y cuya aprobación en el Congreso resulta crucial para las perspectivas económicas del país.