Banco Central proyecta que 2022 cerrará con la inflación más alta en 29 años y ve una mayor caída del PIB en 2023

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En el Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre, el ente rector prevé un IPC anual de 12% para diciembre de este año y para el próximo la subió a 3,3%. En cuanto a la actividad económica anticipa una contracción más profunda para 2023 pasando de un rango entre -1% y 0% a uno entre -1,5% y -0,5%. Para la trayectoria de la política monetaria el escenario base considera que el ciclo alcista llegó hasta el 10,75%.


La inflación ha sido la variable que más le ha costado calibrar al Banco Central. De hecho, la ha tenido que ajustar en cada uno de los Informes de Política Monetaria que ha presentado este año Esta vez, en el reporte de septiembre, pasó de 9,9% a 12% para el cierre de este año. De concretarse esta previsión será el nivel más alto desde 1993, es decir, 29 años. “Las sorpresas acumuladas en los precios volátiles y la depreciación reciente del peso explican buena parte de esta corrección”, dice el informe.

El BC explica lo que ha pasado con esta variable que hoy se ubica en alcanzando el 13,1% anual en julio. “En los últimos meses continuaron destacando los aumentos de los precios de los alimentos —volátiles y no volátiles—, que explicaron casi un tercio de la inflación anual a julio. La inflación subyacente —IPC sin volátiles— subió hasta 10% anual, donde resaltó la mayor contribución de los servicios y los alimentos no volátiles. El alza de la inflación total nuevamente superó lo previsto. Tal como en junio, la sorpresa se concentró en los precios volátiles y los alimentos no volátiles”.

Para el BC, el alza del IPC se da en un contexto en que las expectativas de inflación han aumentado. “Distintas fuentes de información muestran que la inflación esperada a corto plazo ha subido de forma importante. A dos años plazo, las encuestas, tanto a expertos como a empresas, continúan previendo que la inflación se ubique por sobre 3% anual a ese horizonte, con valores que también han aumentado en los últimos meses. Esto también ha incidido en cambios más frecuentes de precios por parte de las empresas, en respuesta al alza de la demanda y los costos en los últimos dos años”.

Y puntualiza que en el escenario central se estima que la inflación total está cercana a alcanzar su nivel máximo en este ciclo, lo que se sigue previendo ocurrirá en el tercer trimestre de este año. “En lo venidero, los precios comenzarán a mostrar ritmos de aumentos menores a los de los meses previos, con lo que la inflación anual comenzará a reducirse paulatinamente”.

Para 2023, en promedio, la inflación proyectada es de cerca de 1 punto porcentual (pp) más alta que en junio y se espera que finalice el año en 3,3%, por sobre la última estimación de 2,7% que realizó en junio. Detrás de esta alza en la previsión están los efectos del mayor precio del dólar y, al mismo tiempo, la proyección considera mayores efectos de segunda vuelta e indexación, reflejo de la mayor persistencia inflacionaria. “Los niveles actuales y la evolución anticipada del tipo de cambio son factores importantes detrás de la corrección de las proyecciones de inflación en el horizonte de política, que más que compensa la reducción de precios internacionales de combustibles, alimentos y otras materias primas”, resalta el informe. Y ya hacia 2024 recién la ve llegando a la meta del ente rector de 3%.

La inflación subyacente, en tanto, tendrá una convergencia más lenta hacia 3%, producto de la fuerte persistencia y un tipo de cambio real más alto. “Esta mayor persistencia inflacionaria requiere de una política monetaria más contractiva —en términos nominales y reales— que la anticipada en el IPoM anterior, como se resume en el nuevo corredor de la TPM del presente informe”. Para el BC, en gran medida la convergencia de la inflación a la meta de 3% en dos años se basa en el supuesto de que la economía continuará ajustando los significativos desequilibrios que acumuló en 2021.

Pero como ha sido la tónica este año, los economistas no suscriben del todo la proyección para la inflación que tiene el ente rector. “Nuestra estimación indica que la convergencia de la inflación al objetivo de 3% será mucho más lenta. Para 2023 estimamos una inflación a diciembre de 5,5% y de 4,4% para 2024″, sostiene la economista de Euroamerica, Martina Ogaz.

Felipe Ruiz, economista de Bci, añade que “hacia 2023 y en adelante, las expectativas de mercado aún reconocen una alta inflación. En Bci Estudios incorporamos un descenso inflacionario algo más gradual de lo que propone el Banco Central, pero que se iría acercando al objetivo del 3% hacia el 2024″.

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PIB, consumo e inversión

En cuanto a las proyecciones de crecimiento, para este año la subió de 1,5% -2,25% a uno entre 1,75%-2,25%. Para los economistas, en eso no hay sorpresa, ya que está internalizado que pese a la caída que tendrá la actividad el segundo semestre, lo acumulado en la primera parte del año alcanza para lograr un PIB en torno a 2%.

Por ello, el análisis se centró en la proyección que entregó para el próximo año. Y ahí ajustó su estimación del PIB a la baja, acentuando la caída de la economía: pasó de -1% a 0%, a un rango entre -1,5 y -0,5% y para 2024 la mantuvo en el rango 2,25% y 3,25% en 2024. “Para este trienio, la proyección contempla una trayectoria del gasto fiscal coherente con lo reportado en el último Informe de Finanzas Públicas”.

En el desglose del informe, el BC afirma que el consumo privado siguió reduciéndose desde los elevados niveles que mostró en 2021. De hecho, resalta que, en el segundo trimestre, descontada la estacionalidad, el consumo privado tuvo una caída de 2,4% trimestre contra trimestre, algo mayor a la prevista.

En ese contexto, precisa que este retroceso se concentró en los bienes, especialmente durables, coincidiendo con la fuerte depreciación del tipo de cambio real (TCR) y una significativa acumulación de existencias. “La trayectoria de ajuste del consumo se da en un contexto en que los salarios reales continúan contrayéndose, se ha ralentizado la creación de empleo y se ha ido agotando la liquidez remanente de las medidas de estímulo de 2021. Entre abril y julio el empleo a nivel agregado tuvo una escasa variación”, puntualiza. Así, ajustó la proyección de consumo total pasando de -3,7 a -4,6%, mientras que para el consumo privado la contracción aumentó desde -4,1% a -5,5%.

En cuanto al empleo, comenta que la demanda por trabajadores ha perdido fuerza respecto de inicios de año, en tanto que la oferta sigue por debajo de los niveles prepandemia.

La formación bruta de capital fijo (inversión) también continuó reduciéndose, en un escenario donde la incertidumbre es elevada y la confianza empresarial sigue deteriorándose. Así, según explica el BC, descontada la estacionalidad, la inversión retrocedió 1% (trimestre/trimestre) en el segundo trimestre -7% (trimestre/trimestre) en el primer trimestre. Por componentes, destacó la marcada caída de maquinaria y equipos.

A ello se suma que “la confianza empresarial ha continuado con la tendencia decreciente que presenta desde comienzos de año, en especial en el sector de la construcción. Esto coincide con niveles de incertidumbre económica que prosiguen altos en comparación histórica, condiciones de acceso al crédito más restrictivas y altos niveles de tasas de interés de largo plazo”. Para esta variable el recorte en la previsión fue de -2,2% a -4,7%.

Pese a la reducción del consumo y la debilidad de la inversión, el déficit de la cuenta corriente, acumulado en doce meses, aumentó en el segundo trimestre, reflejando aún la magnitud de los desequilibrios de 2021, a los que luego se unieron un deterioro de los términos de intercambio y altos costos de transporte.

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Tasa de interés

Tras la decisión de la Reunión de Política Monetaria (RPM) de este martes, la tasa de interés se ubica en torno al nivel máximo que considera el escenario central de este IPoM: esto es 10,75%, y por ello, el BC afirma que “los próximos movimientos de la tasa dependerán de la evolución del escenario macroeconómico y sus implicancias para la convergencia de la inflación a la meta. El Consejo permanecerá especialmente atento a los riesgos al alza para la inflación, tanto por el elevado nivel que ésta ha alcanzado como por el hecho de que las expectativas de inflación a dos años plazo siguen por sobre 3%”.

Según el informe, la parte alta del corredor de TPM (es decir, la proyección más alta sobre la evolución de esa variable) refleja escenarios de sensibilidad donde el problema inflacionario mundial hace necesaria una reacción más agresiva de la política monetaria a nivel global, particularmente de la Fed llegando incluso a niveles cercanos a 12%. “En un evento como este se observaría un fuerte deterioro de las condiciones financieras y del crecimiento mundial, con descensos marcados de los precios de las materias primas y una apreciación mayor del dólar”.

Además, menciona que “en un escenario donde la inflación interna y las expectativas permanecen elevadas, la depreciación adicional del peso haría necesaria una respuesta de la política monetaria más restrictiva que la del escenario central. Lo mismo ocurriría si, independiente de las presiones de costos del escenario externo, la dinámica inflacionaria local fuera más persistente producto de las elevadas expectativas inflacionarias de mediano plazo de hogares y empresas”.

En cambio, la parte baja del corredor de TPM da cuenta de escenarios donde las presiones inflacionarias se reducen más rápido. “Esto podría ocurrir si la contracción de la actividad y la demanda es más intensa, producto de un ajuste más rápido del consumo privado y/o una mayor debilidad de la inversión, lo que también afectaría negativamente el desempeño del mercado laboral. Tampoco puede descartarse que en el escenario externo”.

Priscila Robledo, economista jefe en Fintual, afirma que en su escenario base “no habrá más subidas de tasas si las condiciones lo permiten”. Sin embargo, precisa que “el banco dejó abierta la puerta para pequeños aumentos en el futuro si es que la inflación no cede o si las expectativas de inflación de mediano plazo siguen aumentando”.

Para Santander, la sorpresiva alza de la tasa de interés en la reunión del martes “sería la última del presente ciclo. Hacia delante se entregó un sesgo neutral, al señalarse que los próximos movimientos de la tasa dependerán de la evolución del escenario macroeconómico y sus implicancias para la convergencia de la inflación hacia la meta”.

Un matiz de diferencia entrega el economista de Libertad y Desarrollo, Tomás Flores, quien sostiene que “no se puede descartar una nueva alza, sin perjuicio de que la mayoría de los precios internacionales parecen haber iniciado su corrección a la baja, lo cual ayudará a aliviar la inflación chilena”.

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