El Banco Mundial, en línea con lo que han hecho otras entidades internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y la Ocde, volvió a aumentar la expectativa de crecimiento para Chile.
En el informe Global Economic Prospects, dado a conocer esta mañana, la entidad indicó que se “proyecta que la economía se expandirá 6,1% en 2021, a medida que las vacunas contra el Covid-19 continúan siendo administradas a un ritmo robusto y el consumo privado es impulsado por retiros de los fondos de pensiones permitidos durante la pandemia”.
Asimismo, el Banco Mundial agregó que “el crecimiento de las exportaciones mejorará en línea con el aumento de la demanda en economías avanzadas y en China”. Con este dato, Chile será el primer país de la región en volver a sus niveles de PIB previos a la pandemia.
En el informe “Volver a Crecer” de marzo pasado el Banco Mundial ya había corregido al alza la proyección del crecimiento nacional desde 4,2% hasta 5,5%.
El 6,1% que ve ahora la entidad está de todas formas por debajo de las proyecciones del promedio del mercado en la encuesta Bloomberg y por el Fondo Monetario Internacional, de 6,5%, y de la visión de la Ocde, que es el organismo más optimista, con 6,7%.
Para 2022, el Banco Mundial anticipa un alza de 3,0% en el crecimiento de Chile, y de 2,5% para 2023.
América Latina
El Banco Mundial prevé que el crecimiento del PIB en América Latina será de un 5,2 % en 2021, “suponiendo que haya un avance moderado en la distribución de vacunas en la mayoría de los países, menores restricciones a la circulación, efectos secundarios positivos derivados de las economías avanzadas y un aumento en los precios de los productos básicos.
Asimismo, se estima que el crecimiento de la región disminuirá un 2,9 % en 2022. Gran parte de la región tardará mucho tiempo en lograr recuperarse plenamente y volver a los niveles de producción anteriores a la pandemia. Se prevé que en 2022 el PIB per cápita en la región será un 1,5 % más bajo en comparación con su nivel en 2019″.
Hacia adelante, el BM dice que los riesgos en relación con las perspectivas son principalmente a la baja, “lo que incluye un ritmo de vacunación contra la COVID-19 más lento que el esperado, surgimientos de nuevos casos, reacciones adversas del mercado a condiciones financieras complicadas y alteraciones relacionadas con malestares sociales y desastres naturales.
Cuánto durará la recuperación depende, en gran medida, de que se contenga la pandemia. Las inquietudes acerca de la sostenibilidad fiscal se han acrecentado porque la deuda pública bruta en la economía media trepó al 64 % el último año, y la deuda externa también aumentó.
Las alteraciones vinculadas con desastres naturales son un riesgo persistente para la región. A más largo plazo, no adoptar políticas para subsanar el daño provocado por la pandemia, como invertir en nueva tecnología e infraestructura, debilitaría las perspectivas”.