La economía chilena suma cuatro meses en los que ha frenado su desempeño positivo previo, según el Barómetro de la Economía del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello. La institución mantuvo su diagnóstico de estancamiento, “levantando incertidumbre respecto a si ésta podrá recuperarse en el corto plazo”, declara el estudio.
El informe estudia mes a mes la evolución de 24 variables económicas y las posiciona en un plano dividido en 4 cuadrantes: bien y mejorando, bien pero empeorando, mal pero mejorando y mal y empeorando. En septiembre el índice económico IPP Unab se mantuvo en el cuadrante “bien pero empeorando”.
Lo anterior fue impulsado porque la mayor parte de las variables en estudio se situó en dicha parte del plano, concentrando un 41,7% del total. Estas son la inflación, la deuda neta del gobierno central, la incertidumbre económica, los deudores morosos, el precio del cobre, la participación laboral, la creación de empleos, el riesgo país, la participación laboral femenina y la tasa promedio de créditos de consumo.
El segundo cuadrante que concentro más variables fue “mal y empeorando”, con 33,3% de las variables, correspondientes al desempleo, la confianza de los consumidores, el dólar, las exportaciones, el saldo en cuentas corrientes y depósitos a plazo, la inversión extranjera directa, la tasa de ocupación y el índice de avisos laborales en internet.
Las remuneraciones reales, el IMACEC, el IPSA y la tasa de informalidad laboral, tuvieron un buen desempeño, ubicándose en el cuadrante más favorable, es decir, “bien y mejorando”. Estas representan al 16,7% de las variables. El 8,3% de los indicadores restantes se posicionaron en “mal, pero mejorando”, dentro de los cuales se encuentran la tasa de créditos hipotecarios y la confianza empresarial.
El informe precisa que más de las mitad (58,3%) de las variables se encuentra en terreno positivo, ya sea mejorando o empeorando, mientras que el 41,7% restante está en el lado negativo del plano.
Evolución de los subíndices
El barómetro de la economía se divide en 3 subíndices: expectativas, situación de los consumidores y situación macroeconómica. Todos se posicionaron en el área “bien y mejorando”, según dice el informe, pese a que la mayoría de los movimientos fueron negativos, es decir, seis de los diez cambios de cuadrantes de variables.
Los movimientos negativos se concentraron en el subíndice de situación de los consumidores con cinco de los seis. Tres estuvieron relacionados con el área laboral: el desempleo pasó de “mal pero mejorando” a “mal y empeorando”, la creación de empleos pasó de “bien y mejorando” a “bien, pero empeorando; y la tasa de ocupación se movió desde “bien, pero empeorando” a “mal y empeorando”.
Además, los deudores morosos se ubicaron en “bien, pero empeorando”, mientras que el mes pasado ocupaban un espacio en “bien y mejorando”. A su vez, los deudores morosos pasaron de “bien y mejorando” a “bien, pero empeorando”.
Sin embargo, en este subíndice también hubo dos movimientos positivos: la tasa de créditos hipotecarios pasó de “Mal y empeorando” a “Mal pero mejorando” y la tasa de informalidad pasó de estar “mal y empeorando” a “bien y mejorando”.
Por su parte, en el subíndice de situación macroeconómica hubo un cambio positivo y uno negativo. Mientras que el Imacec pasó de “bien, pero empeorando” a “bien y mejorando”, las exportaciones pasaron de “bien y mejorando” a “mal y empeorando”. Finalmente, en el subíndice de expectativas sólo se generó un cambio de cuadrante y fue positivo. El IPSA pasó de “bien, pero empeorando” a “bien y mejorando”.
El subdirector del Instituto UNAB de Políticas Públicas, Gonzalo Valdés, concluyó que “el Índice Económico IPP UNAB muestra un estancamiento económico consistente con el bajo crecimiento proyecto por el Banco Central para la próxima década, de solo un 1,8%. Por lo mismo, llama la atención la recientemente anunciada expansión del gasto público de 2,7%”.
En esa línea, el subdirector aseguró que “esta expansión será financiada con deuda, con el inevitable aumento del endeudamiento del Estado y el creciente gasto en el servicio de la deuda. En 1990 el servicio de la deuda representaba el 6,6% del gasto público y después de 20 años el país logró bajar ese gasto a solo 1,3%. Sin embargo, el año pasado llegamos a 7,3% del gasto, casi el doble de lo gastado en la Policía de Investigaciones. Urge pensar en reducir y optimizar el gasto público, especialmente crecimiento teniendo en cuenta que las tasas a las que se endeudaba el país han subido”.