"Cuando resolví postularme al cargo de director fue porque me dolía lo que estaba pasando al interior del Servicio de Impuestos Internos (SII); algunos funcionarios estaban con una sensación de vergüenza por trabajar ahí". Era la presentación de Fernando Barraza cuando en 2015 asumió como máxima cabeza de este organismo en medio de una reyerta política por el financiamiento ilegal de campañas, vía boletas.
Llegó dispuesto a cambiarlo y no dejó macetero por levantar ni puerta por golpear para cumplir con esta tarea que cree que sí cumplió. Sus cercanos comentan que recorrió todas las oficinas del SII del país para realizar una suerte de contención con el personal esforzándose por transmitir su misión: devolver al organismo su rol técnico, de suma importancia para el Estado.
Ese apego al SII lo heredó de Javier Etcheberry quien es mencionado como su mentor. Etcheberry fue director del SII y es reconocido porque lideró el proceso de digitalización de la primera oficina pública, lugar donde Barraza integraba el equipo informático, el más relevante en esa época por mantener constantes reuniones con la jerarquía, y que más tarde lideraría.
Al objetivo sumó su condición nata de trabajólico. Quienes comparten con este ingeniero civil de la Universidad de Santiago saben que arriba a su oficina a las 8.00 y no se va hasta que cierra lo propuesto para el día, incluso enviando correos a altas horas de la noche como ingeniero informático que es, acostumbrados a trabajar a deshoras.
Si bien muestra una gerencia horizontal, es muy estricto al exigir el cumplimiento de las tareas, especialmente considerando que debió poner en marcha una nueva
Reforma Tributaria (RT) que establecía tres nuevos regímenes, cada cual con sus particularidades y sus propias declaraciones juradas (DJ) y que muchos especialistas anticipaban tan compleja que incluso había que retrasarla.
Probablemente fueron estos últimos rasgos -unido a la ausencia de agenda propia- los que poco a poco fueron ganando la confianza del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, quien decidió mantenerlo en su cargo por los próximos tres años, pese a que había sido nombrado por el gobierno anterior.
No es baladí que en las próximas semanas, Larraín deba liderar una nueva discusión tributaria para retroceder en aspectos sustanciales de la RT de Bachelet. Por tanto, comentan entre conocedores del tema, habría sido extraño que Hacienda no pudiera respaldarse en la pericia del SII, porque un recién llegado estaría intentando conocer los infinitos procesos de la RT.
En el mundo tributario su prórroga en el cargo fue aceptada con alivio ante la incertidumbre de que llegara otra persona, ya que le reconocen ascendencia interna.
Por el lado más político surgieron varias lecturas. Por un lado se cree que su sola presencia en la discusión de la RT va a ser un llamado simbólico de que la RT de Bachelet estuvo mal hecha, "quien mejor para ratificar eso, que quien la implementó", comentan.
También creen que puede surtir el efecto contrario y aglomerar más a la oposición contra el proyecto, si consideran que Barraza proviene del mundo concertacionista, ya que sólo antes de retornar al SII era el gerente de tecnología de Corfo y dirigía el proyecto Escritorio Empresa, uno de los chiches del Ministerio de Economía.
Mientras otra tesis observa esta nominación como un intento de Larraín de enviar una señal de que la RT se dará en un campo más técnico con cifras y cálculos, más que con argumentaciones políticas, "y para ello, las dotes de buen comunicador de Barraza serán invaluables, porque puede convencer".