El BCE mantuvo las tasas de interés y anunció su estrategia de compra de activos para el próximo año. La institución asegura que se dan las condiciones para rebajar las compras de deuda pero que es necesario conservar la flexibilidad mantenida hasta ahora y la opcionalidad de su política monetaria. “Ante la actual incertidumbre, el Consejo de Gobierno del BCE necesita mantener la flexibilidad y la opcionalidad en el desarrollo de su política monetaria”, dijo el comunicado difundido tras la reunión de este jueves.

Las compras se irán reduciendo ya desde el inicio de 2022 pero, aunque en menor medida, se extenderán a lo largo del año para dar estabilidad a la economía de la zona euro y al mercado financiero. Así, el BCE ha anunciado que las adquisiciones de  su plan extraordinario antipandemia (PEPP) ya se reducirán respecto al trimestre anterior y ha confirmado el final de este programa en marzo de 2022. Para evitar tensiones financieras,  elevará de 20.000 a 40.000 millones de euros al mes la cuantía de las compras del programa previo en el segundo trimestre y a 30.000 en el tercer trimestre. A partir de octubre, volverían al nivel actual de 20.000 millones de euros al mes durante el tiempo que fuera necesario. “El Consejo de Gobierno espera que las compras netas de activos finalicen poco antes de que comiencen las subidas de tasas de referencia”, apunta el comunicado.

Además, el BCE ha anunciado que se prolongará la reinversión de los vencimientos de la deuda del programa PEPP hasta al menos finales de 2024, un año más de lo previsto hasta ahora, lo que dará opción a seguir comprando deuda soberana griega y a seguir manteniendo un mayor margen a la hora de adquirir deuda española o italiana, las más sensibles a las tensiones del mercado financiero.

El BCE finalizará en marzo de 2022 su programa extraordinario antipandemia de compra de activos, lanzado en marzo de 2020 y que ha alcanzado los 1,85 billones de euros, desde una los 750.000 millones de euros iniciales. El objetivo de la institución es que, una vez concluido e forma oficial, no surjan turbulencias financieras en la zona euro ni se tensionen las primas de riesgo de los países más vulnerables, ante lo que extenderá sus compras de activos, aunque con menor intensidad.

El BCE ha afrontado en esta reunión de diciembre el difícil dilema de ir endureciendo su política monetaria con el planteamiento de una reducción gradual de las compras mientras se aviva la inquietud por el impacto económico que puede llegar a tener la variante ómicron del coronavirus y la nueva oleada de contagios que recorre la zona euro. Y ya abordaba la cita bajo la presión de unos precios desbordados, con tasas de inflación que no se recordaban en décadas y que apuntaban por tanto a la necesidad de reducir estímulos monetarios.

El gran fantasma para la zona euro es la estanflación, una situación económica de precios al alza y débil crecimiento económico. El BCE ha insistido recientemente en todo caso en que la inflación decaerá a lo largo de 2022, a medida que se estabilice el precio de la energía y se vayan resolviendo los problemas de suministro, y en que pese a todo, la situación de la economía de la zona euro era sólida. Además, ha reiterado en que no se dan las circunstancias para pensar en subidas de tasas en 2022, que Christine Lagarde cree “muy improbables”, a diferencia de la Fed, que ayer anunció la aceleración de la rebaja de sus compras de deuda, para ponerles fin en marzo, y la previsión de hasta tres subidas de tasas durante el próximo año. Hoy mismo también han decidido subir las tasas el Banco de Inglaterra y el Banco de Noruega.