Con un diagnóstico claro de las razones del alejamiento entre la técnica y la política asumió esta semana la dirección ejecutiva de Libertad y Desarrollo (LyD). El centro de pensamiento más influyente de la derecha, pero que, sin embargo, durante los últimos años ha ido perdiendo peso en su sector y, en especial, entre los parlamentarios. Bettina Horst plantea que el ambiente político electoral hace más dificultoso que los políticos los escuchen y por ello sostiene que se deben buscar más instancias de acercamientos, “de hablar con los parlamentarios o políticos”. Aquí sus desafíos y definiciones.
¿Cuáles son los ejes que quiere impulsar bajo su dirección ejecutiva de LyD?
-Libertad y Desarrollo en estos 30 años ha tenido un sello claro y marcado. El eje central de nuestro trabajo ha sido el aportar a la discusión de las políticas públicas con planteamientos técnicos. Evaluando desde la técnica las políticas públicas que se van adoptando. Ese ha sido el eje central de nuestro trabajo. Lo fue en estos últimos 30 años y lo seguirá siendo en los próximos 30 años.
En ese sentido, ¿qué sello quiere darle para posicionar a LyD como un centro nuevamente influyente en el pensamiento de la derecha?
-Queremos tratar de revertir lo que ha sido la pérdida de la técnica en la política. El ambiente político nos pone desafíos adicionales hoy en día. Y para ello, debemos redoblar los esfuerzos para tender puentes y estrechar relaciones con quienes hoy son actores relevantes en la política. Debemos buscar más instancias de acercamiento, de hablar con los parlamentarios o políticos. Además, debemos tratar de levantar más información respecto a ciertas ideas que en el mundo no han funcionado y cuáles sí han funcionado, porque hoy más que discursos, lo que se requiere es demostrar.
¿Cómo está la relación con los parlamentarios de derecha?
-Siempre hemos tenido una buena relación con distintos sectores en el Congreso. Sin duda el hecho de no escuchar la técnica se ha agudizado en un ambiente de campaña y elecciones. Sin embargo, se mantienen los lazos fuertes y nosotros siempre hemos mantenido un nivel de independencia con los partidos políticos. A diferencia de otros centros de estudios, no estamos afiliados a ningún partido, por ello, independientemente de dónde venga una mala idea, siempre vamos a salir a cuestionarla o a plantear reparos al respecto. Eso sin duda podría generar algunas tensiones con quienes naturalmente uno tiene mayor cercanía, pero eso es justamente lo que le da fortaleza a LyD.
En las elecciones de convencionales constituyentes las ideas de centroderecha no lograron buenos resultados y el principal reproche que se hizo fue al modelo económico. ¿Ve que hay una fractura del modelo económico actual con la ciudadanía?
-No me gusta hablar del modelo. Acá se plantaron algunos pilares sobre los cuales se fue instaurando el progreso. Esos pilares son principalmente cuatro. Estabilidad macroeconómica y fiscal, y eso no tiene nada de neoliberal ni de libre mercado; estabilidad política y Estado de derecho, y una política social enfocada y buscando la mejor forma de apoyar y ayudar a los sectores más necesitados.
¿Pero ve que hubo un excesivo inmovilismo u oposición en algunas políticas que al final terminaron pasando la cuenta al sector?
-No diría que ciertas propuestas del pasado se ven mejores ahora de lo que eran cuando se presentaron. Las que eran malas siguen siendo malas hoy en día. Lo que sí creo es que, en el camino, antes del 18 de octubre, se perdió la capacidad de diálogo, de alcanzar consensos. He participado en varias mesas de trabajo transversales, y en ellas, con diferencias, había algunos pisos mínimos para llegar a acuerdos, pero en algún momento eso se perdió, y ya no podemos trabajar a partir de mínimos consensos, sino que cada uno quiere imponer su mirada y por eso finalmente no se avanza.
Pero algo pasó que desde el estallido social a la fecha los políticos dejaron de escuchar la técnica y surgieron una serie de proyectos de ley como los retiros del 10% de los fondos de pensiones.
-Lo que pasa es que se debe diferenciar los efectos de mediano plazo con los de corto plazo. Las políticas públicas que nosotros defendemos desde LyD suenan contraintuitivas y no lo que la mayoría piensa que es positivo. También creo que hay un tema de que por mucho tiempo en Chile nos acostumbramos a que se hicieran buenas políticas públicas. Podíamos tener diferencias, distintas opiniones, pero en general siempre se construía a partir de una base técnica, haciéndose cargo de los efectos negativos que pueda tener. Hoy hay más terreno fértil para creer en propuestas que sabemos que han fracasado en el mundo hace un par de décadas.
¿Cómo esperan incidir en la Convención Constitucional, considerando que la postura más cercana a ustedes es minoría?
-Hay varios sectores que son minoría dentro de la convención. Desde hace tiempo que nosotros estamos con un foco fuerte en el Congreso, acompañamos el proceso legislativo, levantamos las alertas, sugerimos modificaciones o propuestas nuevas a través de los parlamentarios que quieren escuchar, y acá en la convención el rol será el mismo. Dado el resultado de la elección no hay una clara mayoría en la convención y por ello, más importancia adquiere el poder entregar información a la discusión política para, a partir de eso, ir trabajando en consensos técnicos. Y ese es el trabajo en el cual vamos a estar enfocados en los próximos 12 meses.
¿No siente que hay una minoría hoy en la convención que defiende las ideas de centroderecha?
-Hoy día la gran mayoría de las posturas son minorías. Nadie tiene los 2/3 efectivamente, ahora tampoco hay que hacerse trampas en solitario. Uno se da cuenta que las fuerzas, más que estar en torno a un eje, hay una sensación mayoritaria de cambiar lo que había, que es distinto a tener una mayoría en torno a una propuesta alternativa. Será un desafío y obviamente será difícil.
¿Cómo debería darse la discusión en torno al rol subdsidiaro o solidario del Estado?
-Es compatible un Estado solidario con uno subsidiario. Se ha planteado en la discusión pública como si fueran contrapuestos, pero son complementarios. Lo que no es complemento ni con un Estado subsidiario o solidario es un Estado ineficiente y eso creo que es el principal talón de Aquiles para muchas de las demandas que están puestas sobre la mesa. La Constitución lo que tiene que hacer es abrir espacio, no cerrar puertas, y luego la política pública deberá ver cómo se complementa la acción del Estado con el privado.
Ya se han ido conociendo algunos programas e ideas de los candidatos a la presidencia. El más detallado fue el que representó el Partido Comunista. ¿Qué le parecen sus propuestas?
-Uno puede estar de acuerdo en los objetivos que propone el programa de gobierno de Daniel Jadue en cuanto a la calidad de vida de las personas, entre ellas, mejorar las pensiones, la salud, la vivienda, pero sabemos que las fórmulas que él propone no solo no nos van a llevar al éxito, sino que al fracaso, porque vamos a tener un problema fiscal y un problema económico y se exacerbarán los problemas que tenemos hoy día.
Pero lidera las encuestas…
-Las personas ven que por varios años los políticos pelean y no se ponen de acuerdo en solucionar los problemas, y luego llega alguien y ofrece una serie de cosas, por ejemplo, salario mínimo de $ 567 mil. Todos queremos avanzar hacia un país donde todos ganen más, pero sabemos que eso no se logra por ley, sino que es un trabajo de crear las condiciones para mejores empleos, mejor educación.
Y sobre las propuestas de Lavín y Boric hay un común de que ambos plantean subir los salarios. ¿Son planteamientos realistas?
-Hay mucho deseo, pero no claridad en cuanto a cómo mejorar los ingresos. Hay una situación fiscal compleja y que será aún más a fin de año de lo que hoy está presente en los comandos. No me queda claro que el diseño que proponen permita lograr lo que se está planteando. El foco debe estar puesto en la generación de empleo sostenible en el tiempo, y que no sea solo por los subsidios.