Diciembre, además de una época con muchas actividades, es de cierre y evaluación. Hacemos un balance con nuestra información y experiencia acumulada, que nos ayudan a seguir aprendiendo. Es lo que llamamos aprendizaje experimental, muy necesario para prepararnos para el futuro.
Este año para la conciliación trabajo y familia, como también para el liderazgo femenino, ha sido positivo. Cada vez somos más conscientes de que la corresponsabilidad nos impacta a todos.
Que todos tenemos el desafío de integrar nuestra vida laboral y familiar, a pesar de que muchas veces enfoquemos este tema en el grupo más evidente que son los padres con niños pequeños.
De a poco hemos visibilizado que todos integramos los diferentes roles de nuestra vida. También, que mientras más balanceada sea esta integración, mejor es el impacto que obtenemos.
Otro aprendizaje positivo de este año ha sido la cantidad de organizaciones preocupadas e interesadas por estos temas. Las ganas de aprender y co-construir para adaptarnos al cambio, ha sido emocionante.
Podemos ver a universidades, empresas, fundaciones y al Estado trabajando en conjunto para promover cambios desde su ámbito de acción. Muchos avances han sido posibles por una convicción que entre todos podemos construir un Chile con mayor corresponsabilidad y también una mayor representatividad en las posiciones de poder.
Eso sí, también es necesario evaluar las dificultades que aún tenemos, para hacernos cargo y poder gestionarlas. A pesar del avance, aún existen muchos sesgos en nuestra sociedad.
Por ejemplo, seguimos pensando que la forma actual en que trabajamos es la forma correcta para seguir trabajando en el futuro. El mercado cambia, los productos cambian, lo mismo sucede con la forma de organizarnos y la forma en que trabajamos. La tecnología nos puede ayudar muchísimo a generar flexibilidad en tiempo y espacio.
Esta flexibilidad se refiere a que no todos tenemos que estar en el mismo lugar y a la misma hora para realizar nuestro trabajo. Por supuesto que importa la naturaleza del trabajo y no se puede implementar la misma flexibilidad en cada uno de ellos, pero sí se puede generar algún tipo de flexibilidad en todos. Es importante desafiarnos y pensar en qué flexibilidad podríamos implementar.
Otro sesgo muy presente es evaluar por presentismo en vez de productividad. Para fomentar la integración entre trabajo y familia es importante enfocarnos en la productividad y no en las horas que pasamos en el trabajo.
Cuando evaluamos por presentismo, los incentivos son perversos y nocivos para las organizaciones y para las personas. Para las organizaciones, porque aumenta el riesgo y entrega información incompleta. Para las personas, porque dificulta la integración entre los distintos roles y tampoco reconoce la diversidad de necesidades.
Es importante hacer el balance de lo aprendido este año, para así enfrentar los desafíos del próximo. La forma en que nos organizamos y la forma en que trabajamos seguirá cambiando. De ahí la importancia de adaptarnos para no quedarnos, como dijo Eric Hoffer: "bien equipados para un mundo que ya no existe".