La economía está cambiando y lo hace sobre el funcionamiento del blockchain. Durante la cumbre Consensus 2018, la Corporación de Desarrollo Económico de Nueva York anunció la creación de un Centro de Blockchain. Asimismo, HSBC realizó su primera operación financiera usando dicha tecnología.
Chile no está ajeno a esta realidad. Como Presidente de la Asociación de Emprendedores de Latinoamérica, tuve la oportunidad de participar en el primer Blockchain Summit Latam, presentando al autor de Cryptoassets, Chris Burniske, quien fue claro al asegurar que el proceso de "que los bancos hayan cerrado las cuentas a los Exchange da mala reputación a Chile ante esta tecnología", revolución no sólo económica, sino en todo ámbito, donde no nos podemos quedar ajenos como país.
Hoy en día el blockchain es aún una tecnología poco conocida, en proceso de validación en el mercado. Sin embargo y -gracias al desarrollo de contratos inteligentes- puede revolucionar silenciosa pero radicalmente la forma en que entendemos como se mueve nuestra economía.
En la actualidad nuestras transacciones económicas dependen de los bancos y de su forma de hacer las cosas para completar los procesos. Estamos sujetos a sus condiciones, y a sus comisiones, por supuesto. En cambio, el blockchain descentraliza la gestión, entregando el control del proceso a los usuarios, junto con la certeza en las transacciones vinculadas a cualquier intercambio de bienes y servicios.
Hay que decirlo; eliminando los intermediarios, no hay límites de transacción respecto a montos, tipos de moneda, y junto a ello, disminuyen las comisiones, existiendo un protocolo por detrás que incentiva económicamente a quienes participan de la red, lo que genera que las personas inviertan en ser parte de ella.
Qué sentido tiene el tener que pagarle a un notario para que una transacción de compraventa se haga efectiva, cuando una tecnología puede bajar ese costo a casi cero. O qué sentido tiene pagarle a los bancos para poder transferir dinero al importar un producto desde China, cuando puedes generar un acuerdo directo con el exportador.
Sabemos que ningún país está preparado para implementar una tecnología tan disruptiva, y que toma tiempo su introducción, pero ésta debe realizarse independiente el costo que tengan para ciertas industrias protegidas. Necesitamos ser un país innovador, que no se atrase en la adopción de nuevas tecnologías.
No podemos permitir que bancos, notarios o parlamentarios impongan sus intereses económicos o políticos por sobre este tipo de emprendimientos e innovaciones, privándonos de su desarrollo en nuestro país. Estos cambios promoverán una economía más abierta y masiva, y que emprendedores no deban pagar costos adicionales para poder desarrollar sus negocios.
Los consumidores ya están preparados y es momento que el país y las instituciones se pongan al día.