El ministro de Hacienda de Chile, Felipe Larraín, observa las negociaciones en la cumbre del G-20 para mejorar las relaciones entre las dos economías más grandes del mundo, lo que neutralizaría una de las principales amenazas al crecimiento en el país sudamericano.
"Hay una expectativa clara de que haya algún tipo de avance o al menos no empeore la situación", señaló el ministro en una entrevista en Buenos Aires.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reunirá el sábado con su homólogo chino, Xi Jinping, y los inversionistas esperan que la cita logre poner freno a más aumentos de aranceles estadounidenses y represalias chinas. La economía chilena depende cada vez más del gigante asiático, que actualmente recibe casi la mitad de sus envíos de cobre y alrededor de un tercio de sus exportaciones en general, por sobre EE.UU.
Conforme ambas economías incrementaban los aranceles, analistas encuestados por el Banco Central moderaron el optimismo en torno al crecimiento con el cual recibieron el comienzo del segundo mandato del presidente Sebastián Piñera en marzo.
La economía chilena, si bien no es inmune a los efectos de la guerra comercial, resiste porque el tipo de cambio flexible actúa como un colchón frente a los conflictos externos, explicó Larraín. Pase lo que pase, el país no recurrirá a la implementación de barreras comerciales.
"Ninguna de las medidas de Chile considerará el proteccionismo", afirmó.
Destacó las medidas del gobierno para fortalecer la economía, como las reformas tributaria y previsional. La primera elevaría el crecimiento entre 0,6 y 0,8 por ciento anual en la próxima década, detalló el ministro. Proyecta una expansión de 4,1% para este año y 3,8% para 2019.
"Destinaré la mayor parte de mis energías a estas dos reformas", manifestó Larraín. "Queremos incorporar la economía digital y tratarla con igualdad de condiciones y ayudar a las pequeñas y medianas empresas".