La corrección que hemos visto en el mercado de bonos de Brasil ha abierto atractivas oportunidades. Desde abril, Brasil ha experimentado una serie de eventos que ha impactado negativamente su moneda, el mercado de acciones y también el de bonos.

Primero fue el contagio desde Argentina por la devaluación que sufrió el peso y el aumento de su tasa de política monetaria a 40%. Brasil tiene un fuerte intercambio comercial con Argentina, y por ello la devaluación y consiguiente disminución de sus proyecciones de crecimiento, como también el sentimiento de mercado, han contagiado al país carioca.

Luego, fue el paro de camioneros en Brasil ante el aumento del precio del diésel. El paro, de gran aprobación por parte de la población, significó en última instancia la renuncia del gerente general de Petrobras, quien previamente fuera destacado por implementar una política de desapalancar al gigante petrolero, mejorar su gestión y gobierno corporativo. La renuncia fue interpretada por el mercado como la instrumentalización de Petrobras con fines políticos, reanimando así fantasmas de crisis recientes.

La moneda brasileña también fue blanco de ataques. Dentro de las monedas emergentes, hoy el real brasileño es una atractiva opción para tomar o botar riesgo dentro de la región a la par con el peso mexicano. En este escenario, los inversionistas aprovecharon de tomar posiciones en contra del real.

Por último, las elecciones presidenciales se incorporaron dentro de las valorizaciones de las diferentes clases de activos por parte de los inversionistas. El resultado de las encuestas, que no necesariamente fueron pro mercado, muestran a los candidatos de los extremos políticos como los favoritos para ganar las elecciones presidenciales. Un ingrediente más que exacerbó al mercado.

Considero que la corrección de los bonos brasileños ha abierto oportunidades para tomar posición en créditos con riesgos acotados y rendimientos atractivos.

Actualmente, es posible comprar bonos de corporativos brasileños a niveles de dólar más 6% anual y con duración de cinco años. Bajo el actual contexto de mercado, me hace sentido.