En exactamente 35 días más Luiz Inácio Lula da Silva asumirá por tercera vez la presidencia de la mayor economía de América Latina. En medio de un país profundamente dividido tras las ajustadas elecciones presidenciales de octubre y un Congreso tradicionalmente atomizado, el exobrero y sindicalista intentará cumplir sus promesas aumentando los niveles de gasto social, apuntalando un deprimido crecimiento económico e iniciando una serie de reformas en el ámbito tributario y laboral.
Tras un triunfo electrizante frente al actual Presidente Jair Bolsonaro (50,9% versus 49,1%) y a casi dos años de salir de la cárcel, Lula (77 años) llevó a la izquierda al poder dos décadas después de su primera victoria en las presidenciales.
A principios de la década del 2000, el líder sindicalista tuvo que salir a calmar a los mercados y demostrar sus credenciales pro mercado. Hoy el líder del Partido de los Trabajadores no solo está lejos de ser una amenaza extrema para la salud de la economía brasileña, sino también recibe a un país distinto respecto del que conoció a principios del 2000. Adicionalmente, reconocen diversos analistas en Brasil, Lula tampoco es el mismo de hace dos décadas.
Golpeado por la pandemia, Brasil logró contener parcialmente la espiral inflacionaria durante el último año y hacia fines de este año llegará al 6% anual aproximadamente (en Chile superaría el 12% anual a diciembre). Una tasa de interés de 13,75% por parte del Banco Central fue el duro costo que tuvo que pagar la economía brasileña para lograr controlar la trayectoria inflacionaria.
Si bien este año la economía crecerá en torno al 2,8%, el 2023 la actividad se desacelerará a niveles cercanos al 0% estiman la mayoría de los analistas. Con todo, el gran “talón de Aquiles” de la economía brasileña es su creciente deuda pública, la que supera el 70% del PIB, y que deja muy poco espacio fiscal para el nuevo gobernante progresista sin provocar una nueva crisis de deuda.
País en grietas
“Lula ganó la elección, pero el país está partido al medio tras su estrecho triunfo a Bolsonaro. Si bien es un líder pragmático y hábil políticamente, tiene un escenario complejo con muchas demandas sociales que cumplir”, afirma Marina Dal Poggetto, exsubgerente de Análisis Macroeconómico del Banco Central de Argentina y directora Ejecutiva de EcoGo Consultores.
“A sus 77 años no estamos con del mismo Lula del Partido de los Trabajadores (PT) del 2002 y que nadie sabía lo que iba a hacer. Ya viene de dos mandatos y en muchos casos fue muy pro financiero. Hoy, sin embargo, va a tener que enfrentar un Congreso que ningún Presidente de Brasil ha podido controlar. El Parlamento brasileño es como un grupo de pequeñas pymes laburando juntas y que negocian todas las leyes”, alerta la economista al graficar los problemas que tendrá el nuevo Presidente a la hora de negociar sus reformas.
Para la mayoría de los analistas, la capacidad de Lula para llevar adelante grandes cambios en Brasil será muy limitada, especialmente por el bajo apoyo de su coalición en el Congreso brasileño.
“El Congreso sigue siendo un ancla clave para el statu quo en Brasil, incluso más que en cualquier otro momento del pasado reciente. El PT no pudo significativamente ampliar su representación en las elecciones legislativas y tendrá solo el 16% de los escaños de la Cámara y el 12% del Senado”, sostiene un reciente informe de la agencia clasificadora de riesgo S&P.
Sebastián Briozzo, jefe del grupo de analistas soberanos para S&P Global en América Latina, va más allá y dice que hoy también es incierto el espacio de maniobra de Lula en el ámbito fiscal. “La duda que hoy existe es cómo Lula podrá tener un mayor gasto social comprometido en campaña teniendo en cuenta el escaso margen de maniobra en materia fiscal del que dispone. Creemos, de todas formas, que habrá un mayor gasto fiscal, pero no mucho más. De todas formas, primará la responsabilidad”, añade Briozzo, quien añade que el crecimiento también será un desafío clave para el nuevo Mandatario, para lo cual se necesitan reformas microeconómicas complejas de llevar adelante.
Desafíos
Paulo Velasco, profesor de Política Internacional en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, coincide en que la realidad económica hoy es más compleja que hace 20 años, especialmente por la expansión fiscal vivida durante el último periodo de mandato Jair Bolsonaro y, especialmente, en la etapa preeleccionaria.
“El primer gran desafío de Lula es cómo conseguir un mayor equilibro en las cuentas fiscales, que es algo imprescindible para que Brasil pueda mantener un mínimo de credibilidad macroeconómica”, afirma Velasco.
El experto añade que otro gran desafío del nuevo gobierno es seguir bajando los niveles de inflación y mejorar las tasas de crecimiento económico, que tuvieron una dura caída durante la pandemia. “Sin crecimiento económico será difícil resolver los problemas sociales y de hambre que pretende Lula”, explica el académico brasileño, quien recuerda que el Mandatario aún mantiene en incertidumbre quién manejará la clave cartera de Economía.
En medio de un fuerte misterio sobre sus acompañantes en el gobierno, el exalcalde izquierdista de Sao Paulo, Fernando Haddad, se perfila como el favorito para ser el ministro de Economía, según los analistas brasileños. De esta forma, Lula privilegiaría la destreza política para negociar reformas por sobre los pergaminos técnicos. “Se especula que el nuevo ministro debiera ser alguien más político. Espero que también sea cuidadoso con el mercado”, opina Paulo Velasco de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
El analista internacional de la Universidad Paulista, Gustavo Segré, matiza y dice que Lula recibe un país menos deteriorado que en mandatos anteriores, pero alerta que Lula llega al poder con numerosas promesas difíciles de cumplir. “Tiene muchos desafíos y sus promesas han sido elevadas. Hay muy poco espacio en el Congreso para lograrlas. El gran riesgo que veo para el gobierno de Lula es que la izquierda, que es su base electoral, está hoy con la paciencia más corta que antes”, sostiene el analista.
Si bien el nuevo Presidente esbozó la necesidad de avanzar en una reforma tributaria (con mayores exenciones y neutra en términos recaudatorios) y una laboral (que elimina cambios de la anterior reforma), los expertos advierten también las complejidades del desafío.
“Con un Congreso tal como está, hay que ver si Lula está dispuesto a poner todo su capital político para avanzar en las reformas”, concluye Briozzo de S&P.