Caótica es la situación que enfrenta el mundo por los efectos del coronavirus. Así lo asegura la académica de la Universidad de Harvard, Carmen Reinhart, desde su hogar en las inmediaciones de Boston, donde permanece atendiendo al llamado a no salir para evitar los contagios, el que también obedencen sus estudiantes, que tras un receso de primaverá continuarán con sus clases, pero vía online. “Es lo que hay que hacer”, afirma la coautora, junto a Kenneth Rogoff, del citado libro “Una década de deuda”, quien hace unas semanas tuvo que cancelar el viaje que ahora la tendría en Londres, para una conferencia en la London School of Economics, debido a la prohibición que hizo su casa de estudios al profesorado de todo viaje oficial fuera de Estados Unidos.
Fuera de lo anecdótico, la economista más citada a nivel mundial, según el ranking de Ideas, sostiene que el panorama es extremadamente complejo. Desde su punto de vista, es demasiado optimista pensar en una rápida recuperación una vez superada la emergencia sanitaria, situación que por lo demás no la ve próxima, considerando que los virus suelen avanzar en olas, faltando todavía que pase la peor parte de Occidente.
Un mundo en recesión el primer semestre lo cree inevitable; pensar en un crecimiento de 2% en China durante este año no le parece descabellado; y, en ese marco, tampoco ofrece buenos pronósticos para Chile. Para Reinhart esta se trata de la crisis más amplia y compleja desde la Gran Depresión.
¿Pánico excesivo o una situación realmente crítica? ¿Qué análisis hace de los efectos económicos del coronavirus?
-Es muy serio. En términos de la economía real, se trata de un shock de demanda y de oferta. A la crisis de 2008 y 2009 se le llamó global, pero no era así, era de los mercados avanzados. Comenzó en EEUU, impactó al Reino Unido, a gran parte de la zona euro, le pego a Irlanda, España, Portugal... Si bien el shock inicial fue global, fue muy corta, por ejemplo, en Chile. No era un problema de emergentes. De hecho, entre 2003 y 2013 China tuvo un crecimiento promedio de 10%. Por el contrario, la crisis de los 80 fue de los emergentes. Sin embargo, esta crisis es de todos, desarrollados y emergentes.
Ha implicado una paralización del comercio internacional comparable a la de la Segunda Guerra y la crisis de los 30. De hecho, para mí esto es más parecido a la crisis de los años 30, porque los cubre a todos. Luce mal para China, EEUU, Europa y los emergentes.
El efecto locomotora que tuvo China para la crisis financiera, ahora no está. Esa es una gran diferencia, la sienten mucho ustedes en Chile, por los precios de los commodities. En la crisis 2008-2009 la recuperación emergente fue tipo V, cuando China regresaba de una normalidad de 10% a un crecimiento promedio de alrededor 6%: Ahora no se va a retomar el 6%, no va a poder ser tan fuerte. En la segunda mitad del año puede tener una fuerte recuperación, pero eso no significa que el nuevo crecimiento sea tan fuerte como antes de todo esto.
¿Empeora la situación la caída de 23% que vimos en los precios del petróleo esta semana?
-Ese es otro punto importante. No solamente tenemos el shock del virus, sino que también uno por la guerra de precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita, que ha afectado al mercado petrolero de manera brutal. En línea con lo que dicen muchos estudios, esa caída ha tenido su contagio a todos los commodities y muchos países, incluyendo a Chile, están atados a ese ciclo.
Estamos ante un shock doble que afecta la oferta, porque rompen las cadenas de comercio internacional, mientras que tienen un efecto en la demanda, debido a que toda la actividad económica está paralizada.
Esta semana Wall Street puso fin a la racha alcista más larga de su historia. ¿Estamos también ante una crisis financiera?
-Todos estos shocks también le dan un carácter financiero a esta crisis. Su origen está en la economía real, pero se convierte en crisis financiera. A nivel corporativo se ve afectada la manufactura, porque va a haber una caída en demanda, y dado todo lo que ocurre en el comercio global, también vas a tener problemas por el lado de la oferta. También impacta al sector de servicios, por el mandato de evitar contagios a través de aislamiento.
Por todo aquello y sabiendo que la deuda corporativa ha aumentado de manera general en el mundo, incluyendo Chile, es esperable que se comiencen a dar dinámicas de insolvencia. Si eres una compañía que tiene deuda, pero ahora el valor de tus acciones cae, tu nivel de apalancamiento aumenta y tu distancia a default se disminuye. En palabras más simples, están aumentando mucho las probabilidades de quiebras de empresas.
Donde veo más riesgos es en el mercado de Obligación de Préstamo Garantizado (CLO, sus siglas en inglés), porque ahí es donde están las corporaciones más riesgosas, más endeudadas, con menor calidad de deuda, más vulnerables a perder acceso, es decir, a la quiebra.
¿Y a nivel soberano?
-A nivel soberano, podemos tomar un caso más extremo, como el de Ecuador, un país petrolero. La caída del petróleo ha sido un detonante importante del salto de 3.200 puntos bases del riesgo país. Es decir que la probabilidad de un default aumenta también.
Muchos países en África y Asia Central, el mismo Ecuador, enfrentan una caída en el precio de sus exportaciones, lo que implica que la cuenta corriente va a lucir peor, al mismo tiempo que el acceso a mercados de capitales se seca. Eso los bancos centrales lo pueden financiar con pérdida de reservas, pero en muchos países esas reservas ya están bastante agotadas.
¿Por qué superada la emergencia China no podrá recuperar un ritmo de crecimiento de 6%?
-Desde principios de año las corporaciones chinas han sufrido un shock enorme, están mucho más débiles, con un peso de deuda mayor de lo que estaban cuando entraron a la emergencia por coronavirus. Lo mismo se puede decir para las provincias y para el gobierno central. Hay que entender que los daños no son temporales, sino persistentes. El shock no se desaparece de inmediato y decir que China va a volver a la normalidad una vez que pase la emergencia es demasiado optimista. Ver un crecimiento de 2% este año no es poco razonable.
Yo no creo que después de todos estos efectos en el comercio internacional, en finanzas internacionales, se pueda regresar al nivel de globalización que habíamos visto antes. Si ves la trayectoria de comercio global, en volúmenes, el top de globalización fue antes de la crisis financiera. Antes de eso crecía más de 6%, después era menos de la mitad, 2,5%. La globalización ha ayudado mucho a China y con esto la desglobalización, apuntalada por la crisis de 2008 y 2009, por la crisis del euro, el brexit y la guerra comercial, se potencia con el coronavirus.
Señalaba que bajo estas circunstancias una recesión global era inevitable. ¿Qué forma tendría?
-Yo no hago proyecciones, pero sí puedo decir que, dado que esto es un shock que afecta a la mayoría de los países del mundo, incluso a los que no tienen coronavirus, no es el fin del mundo, pero creo que las perspectivas de crecimiento no van a volver a los niveles que veíamos desde 2015.
Además, hay que ver como se han comportado epidemias anteriores y siempre vienen en olas. En este caso, el primero fue China, el segundo Europa y probablemente el tercero va a ser Estados Unidos. Hay que pensar que en Italia solo los supermercados y las farmacias están abiertas y uno puede imaginar lo que eso implica para a la actividad económica. El hecho es que mientras más dura el proceso de actividad económica deprimida, de la gente no saliendo, de eventos cancelados, más vulnerables se hacen las corporaciones a las quiebras, más vulnerables se hacen países con sus fundamentos más débiles a la quiebra.
Yo no sé de medicina, pero he estado leyendo sobre el momento del ciclo en el que estamos y todo apunta a que esto se pone peor.
¿Cree que se han tomado las medidas necesarias para contener el daño económico?
-Para mí lo más importante, aún con los efectos siniestros que tiene en actividad económica, es contener el virus. Si lo contienes y no todo el mundo se enferma a la misma vez, tienes más posibilidades de dar una mejor atención. La infraestructura no está diseñada para esta emergencia. Contener es la prioridad número uno. Eso le da más capacidad a la infraestructura que hay en medicina para poder tratar los casos.
¿Le parece adecuada entonces la decisión de Donald Trump de cancelar los vuelos desde y hacia Europa, la cual han seguido otros países de América Latina?
-Es el tipo de cosas que hay que hacer. Aquí han cancelado todos los eventos deportivos, han cerrado Broadway y las universidades. Yo estoy trabajando desde mi casa.
Los hospitales, por la medicina moderna, disminuyeron su capacidad de camas, es decir, antiguamente te hospitalizabas una semana y ahora uno o dos días. Hay que reconocer las limitadas capacidades para tratar con una pandemia de esta escala y por eso lo más urgente es contener el virus, aunque las medidas para eso te arruinen la economía.
¿Qué le parecen las medidas adoptadas hasta ahora por los bancos centrales?
-Una de las cosas que distingue esto de una crisis de origen financiero, es que cuando es de esa naturaleza, tú estás tratando con un grupo de bancos o de banca a las sombras que estaba mal. Acá el problema no comienza por las instituciones financieras, pero de pronto esos préstamos que estaban bien, funcionando cuando la actividad económica estaba normal, van a ser préstamos problemáticos.
Esto es importante para el tipo de política que pueden hacer los bancos centrales. En este caso va a haber un elemento importante de apoyo directo, no a través solamente de la tasa de interés, sino apoyo a los bancos que le han hecho préstamos a los sectores de la economía que se ven azotados por todo lo que está ocurriendo. Aparte del otro recorte de tasas de la Reserva Federal que se espera para esta semana, la política más eficaz a desplegar es una donde establezcan facilidades para darle créditos subsidiados a los bancos que tienen los préstamos problemáticos, porque no se encuentran en esa situación por mal manejo, están ahí por la escala del shock.
¿La política monetaria ayudará a los mercados a recuperar sus niveles previos a la emergencia?
-Eso va a tomar más tiempo. Los mercados suben y bajan. En la profundidad de la crisis de 2008 se pensó que era el fin del mundo y no lo era. En este caso, mi expectativa es que en un mundo donde los bancos centrales mantienen la tasa de interés tan cerca de cero, la gente va a buscar retornos y lo hace en los sitios donde hay más riesgo, porque nadie te da más retorno sin tomar más riesgo.
Los bancos centrales van a lucirse más en la etapa de enfrentar la crisis, facilitando liquidez, pero van a tener más dificultades cuando quieran normalizar una vez que pase todo esto. Pero de eso habrá que preocuparse en otro momento.
¿Cómo ve a Chile frente al desafío del coronavirus, considerando la delicada situación interna que ya le pasaba la cuenta a su economía?
-La situación es muy complicada. Lo más inmediato, como en cualquier caso, es contener el virus y eso requiere tanto de estímulo monetario como fiscal. En el primer caso, tienes el dilema que necesitas bajar la tasa de interés para apoyar la liquidez en la economía, para apoyar la actividad económica, pero al mismo tiempo sabemos que al peso le ha pegado muy duro todo esto y eso también va a tener sus consecuencias por el lado de inflación.
En todo caso, no está en manos del Banco Central la limitación del contagio, son decisiones por el lado del fisco y en ese caso Chile tiene más espacio que muchos de los emergentes, pero tiene menos espacio de lo que tenía antes. Estaba en mejor posición en 2008 que lo que tiene ahora, pero eso no significa que no se hagan todos los esfuerzos por contener una epidemia, que es la prioridad.
¿Ve probable una recesión en Chile dado todo este contexto?
-Yo creo que sí. La correlación entre el crecimiento de China y Chile, entre otros, es positiva y significativa. El crecimiento de China está directamente relacionado con el precio de los commodities. No estamos hablando de un país marginal, sino de una de las dos principales economías del mundo, por lo que el efecto en Chile se dejará sentir.