En un documento, el BC detalló la importancia de tener una inflación baja y estable, ¿comparte esa afirmación?
-Totalmente. Ese es el fin último de un Banco Central, junto con la mantención del normal funcionamiento de pagos internos y externos, misión que ha sido mucho más visible este último año. Pensemos que estamos frente a una crisis mundial, donde el planeta se detuvo al mismo tiempo. Mantener el normal funcionamiento de los flujos y la cadena de pagos no es algo que esté “dado” y el BC ha sido muy activo en este aspecto. Pero lo de mantener una inflación baja y estable es más visible frente a la sociedad, porque la inflación es muy costosa: la pérdida del valor del dinero también es regresiva, afectando más a los de menores recursos. Además, produce distorsiones en el ajuste de los precios, lo que afecta las decisiones de inversión y, por lo tanto, el empleo y el crecimiento.
Para el control de precio ¿no debe existir subordinación de la política monetaria a la fiscal?
-De todas maneras. Actualmente, la independencia del Banco Central de Chile me parece que es su mejor activo. Esta independencia genera además credibilidad, que es un elemento fundamental en la formación de expectativas, y a su vez, las expectativas ancladas son necesarias para una política monetaria exitosa como la que ha venido realizando el BC hace ya 30 años de independencia.