Preocupado y ocupado está Iván Arriagada, presidente ejecutivo de Antofagasta plc. Es que la coyuntura actual de la industria minera dista de las altas expectativas que se tenían a inicios de año, cuando se vislumbraba una recuperación del sector de la mano de los mejores precios del cobre. Pero la alta volatilidad que está mostrando el metal rojo está preocupando al líder del brazo minero del grupo Luksic. De hecho, recalca que la "alerta está ahora" instalada en la industria y que preocupa la curva a la baja que muestra el cobre en tan poco tiempo.

Esto, unido al aumento de costos que están afectando a las operaciones de Antofagasta Minerals, por el incremento del valor de algunos insumos críticos para la industria (ver recuadro), están comprimiendo los márgenes de la firma y también de la industria, explica Arriagada.

Pero no todo es negativo, pues el CEO del holding minero señala que hoy existen mejores condiciones para las inversiones, gracias a que en el país "hay un ambiente donde de alguna manera el crecimiento económico y la inversión son considerados importantes para el progreso y el desarrollo del país, y eso nos parece positivo", señala.

Agrega que los cambios que el Ejecutivo está impulsando al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (Seia), relacionados con la ventanilla única para la gestión de los permisos ambientales sectoriales y la participación ciudadana temprana, son una buena señal.

Por eso no se siente responsable de la sensación de lentitud en el impulso de las inversiones, como han indicado durante los últimos días los gremios empresariales. Destaca que Antofagasta Minerals ha invertido en el período de menor precio, y añade que la firma tiene dos iniciativas en carpeta: Infraestructura Complementaria en Pelambres (US$ 1.100 millones) y la ampliación o bien la construcción de la nueva planta concentradora en Centinela (US$ 2.700 millones), decisión que deben tomar a fines de este año, asegura.

En el mundo empresarial existe la sensación de que la reactivación de inversiones ha sido más lenta. ¿El sector minero acusa recibo de ese mensaje?

-Como Antofagasta Minerals hemos seguido invirtiendo incluso en los períodos en que el precio del cobre estuvo bajo. Para invertir se tienen que dar dos factores: uno son las perspectivas del mercado del cobre, que hoy creemos que son favorables, y también hay que considerar que la inversión es importante para el desarrollo económico y lo que hemos visto en general es que ha habido cambios en la dirección correcta.

¿Los cambios al Seia van en el camino correcto y podrían reactivar las inversiones?

-Lo vemos con buenos ojos. Las inversiones mineras tienen períodos de gestación que no son instantáneos y por eso es importante que estos cambios y que este ambiente un poco más favorable al crecimiento y la inversión se sostengan en el tiempo.

¿Están esperando que esas señales de continuidad en los cambios se dieran para reactivar sus inversiones?

-No es que nosotros estemos esperando que esas señales se sostengan. Lo que estamos viendo ahora es que hay un ambiente donde de alguna manera el crecimiento económico y la inversión son considerados importantes para el progreso y desarrollo del país, y eso nos parece positivo. Por lo tanto, el país también se ha dado cuenta de que hay ciertas cosas que se tienen que reformar.

¿Hoy para ustedes hay una mayor certidumbre para invertir que hace un par de años?

-Creemos que Chile como país ofrece los niveles de seguridad institucional para hacer las inversiones que nosotros requerimos. Sin embargo, ha habido históricamente algunas deficiencias que hay que ir superando, porque las exigencias ambientales y comunitarias van evolucionando. Y en eso, la institucionalidad del país ha ido más lenta. Pero hoy vemos como señales positivas lo que está promoviendo el gobierno en términos de cambios, con el fin de mejorar esa institucionalidad en el ámbito de los permisos y comunitarios.

¿Queda espacio para nuevas mejoras?

-Queda espacio para hacerlo mejor, considerando, por ejemplo, que para la ampliación de Pelambres requerimos ¡400 permisos!, y eso está asociado a que los períodos de gestación de los proyectos sean largos. Y la judicialización de los proyectos después de que los permisos se obtienen también es una deficiencia que ojalá que con los niveles de participación ciudadana temprana que se está impulsando se despeje.

¿La industria minera se ha demorado más de lo esperado en retomar sus inversiones?

-Después del período de bajos precios, la industria ha aumentado el empleo y hemos visto cómo en las regiones mineras el desempleo ha comenzado a reducirse. Eso refleja un nivel de reactivación que es importante. También ha habido anuncios de proyectos que han comenzado de nuevo a estar en carpeta como posibles desarrollos. Esto tiene que ver con las condiciones de la industria. También es importante destacar que el sector vivió una contracción importante, de hecho, muchas compañías tuvieron dificultades por su nivel de endeudamiento y tuvieron que ir disminuyéndola para abordar estos proyectos. En la industria minera para invertir es clave que exista una combinación entre las condiciones de mercado y las condiciones para la inversión, y aquí las dos están mejorando.

¿Cambió el mercado?

¿Qué tan preocupante es la situación que está viviendo el mercado con la alta volatilidad del cobre?

-En el corto plazo estamos enfrentados a una alta volatilidad y creemos que esa volatilidad va a persistir. Y eso ha estado muy vinculado a esta posibilidad de que exista una guerra comercial, que introduce incertidumbre relacionada con el comercio global y con el impacto que pueda tener en el crecimiento económico mundial, tanto en economías emergentes como en países desarrollados.

¿El cobre corre mucho riesgo con este escenario?

-Entre el 75% y el 80% del cobre que va al mercado emergente, principalmente a China, va destinado a uso doméstico, por lo tanto, eso protege un poco al cobre de los cambios y los vaivenes en el comercio internacional. Es decir, tiene cierto grado de protección en esta guerra comercial. Pero aun así, los mercados están volátiles. El miércoles, el cobre cerró en US$ 2,65 la libra, que es similar al precio que teníamos cuando estábamos en el período de baja de precios, por lo tanto es preocupante.

¿Cuándo este escenario va a levantar la señal de alerta en la industria, porque hasta ahora han estado en silencio?

-No, la alerta está ahora. Lo que se está dando en la industria es que tenemos volatilidad en el precio del cobre asociada a esta incertidumbre y, por otro lado, dado que la economía americana está creciendo, y a altas tasas, algunos de los insumos han subido su precio. Por lo tanto, lo que tenemos es una compresión de los márgenes.

¿Se puede hablar ya de una nueva crisis en la industria por esta volatilidad?

-El mercado del cobre es cíclico y ahora los ciclos van a ser cada vez más cortos, por estas incertidumbres de corto plazo, y ahora tenemos que acostumbrarnos a ese paradigma en vez de estar hablando de una nueva crisis. Hoy hay un nivel de preocupación en la industria, porque la caída del precio del cobre ha sido importante y, además, porque están subiendo los insumos.

¿Este escenario podría cambiar los planes que tenía la industria?

-No. Las inversiones las miramos con una perspectiva de largo plazo. Claramente este nivel de precios implica que tenemos que redoblar nuestro esfuerzo en productividad y costos y aquellas cosas que son más discrecionales en relación a los costos tenemos que revisarlas.

Negociaciones colectivas

Ustedes marcaron el estándar de bonos en términos de negociación colectiva, con los $ 14 millones que dieron en Centinela y también los más de $ 15 millones que entregaron en marzo en Pelambres, ¿se sienten responsables de haber marcado la pauta?

-Sí, eso lo hicimos, pero lo que siempre hemos sostenido es que la negociación colectiva tiene que ajustarse a la realidad de cada operación y no debe mirarse transversalmente. Esa diferencia es fundamental y apartarse de esa realidad nos preocuparía. Escondida ha llegado a un acuerdo reciente con sus trabajadores y me imagino que ello reflejará la escala que tiene Escondida y también las mejoras de productividad que ha ido logrando en el tiempo, que entiendo han sido importantes.

Pero el propio presidente ejecutivo de Codelco, Nelson Pizarro, los criticó por haber marcado esa pauta en su momento.

-Nuestra última negociación fue Pelambres, que es la faena más productiva y es la que tiene las condiciones más favorables, y esos son los factores que se deben considerar. Otras faenas de la industria han cerrado bajo otras condiciones y bajo ese tenor yo no voy a opinar de las condiciones de cierre, por ejemplo, de Teniente, que según entiendo fueron más favorables, negociación que fue hecha en un contexto económico distinto, pero me imagino que se ajusta a la realidad de esa faena. Tampoco hablaré de Escondida, que tiene una realidad diferente. Por lo tanto, no tomo los comentarios de Nelson Pizarro en ese sentido, porque la visión que tengo de las negociaciones es otra.

¿Fue una mala coincidencia que se juntaran tantas negociaciones colectivas en tan poco tiempo en la actual realidad de la industria?

-Ha habido una concentración de muchos procesos de negociación colectiva venciendo durante un período muy acotado de tiempo y eso lo miramos con atención. Hubiese sido ideal que existiese una distribución más simétrica en el tiempo, pero eso se debe, en parte, porque durante el período de precios bajos, muchas compañías optaron por hacer negociaciones a plazos más cortos.

¿No comparte esa forma de negociar para ahorrarse un potencial conflicto?

-Nosotros no hemos sido partidarios de ese enfoque. En general, con buenos o malos precios del cobre, es posible construir acuerdos de largo plazo y ese ha sido nuestro enfoque y creo que eso es parte de nuestra forma de relacionarnos y que nosotros hemos construido.

"Tenemos que lograr hacer una transición hacia contratos de energía más competitivos"

¿Qué está pasando con la energía, volvió a ser un problema para la industria?

-Lo que hemos visto es una transformación muy radical en el mundo de la energía, gracias al cambio en la matriz energética que va poniéndose cada vez más verde y que es más intensa en uso de energía renovable, lo que ha permitido que los precios de largo plazo de la energía sean significativamente menores a los que hemos tenido históricamente. Si antes el precio estaba en US$ 100 el MW, hoy estamos pensando en números que están más cerca de US$ 50 y US$ 60 el MW. Pero lo que ha ocurrido es que estos contratos están todavía anclados a precios de generación antiguos y la industria minera no ha podido tomar el beneficio completo de las condiciones marginales que se están dando en el mercado de la energía. Por eso, cada uno ha estado transitando para poder renegociar esos contratos y hacerlos más verdes y también más competitivos en términos de precios.

¿Cuál es la realidad del grupo?

-Por las presiones de costos que hemos tenido, nuestro foco está en que tenemos que lograr hacer una transición hacia contratos de energía que sean más competitivos, que puedan tener una componente renovable a menor costo y más verde lo más rápido posible.

¿En qué fase están ustedes?

-El contrato de Zaldívar muestra un primer paso en esa dirección. Si bien comienza a regir el año 2020, nos pone en una condición de precios y de generación verde completamente distinta a nuestros contratos anteriores que tenemos en las operaciones del norte. Y sí, efectivamente, estamos en discusión con nuestros proveedores de energía para resetear los precios a condiciones que sean más comparables con las condiciones de mercado que prevalecen hoy. Y porque ha habido un cambio sistémico en el mercado que hace que existan las condiciones para que esos contratos se revisen.

¿Cuándo debería comenzar a aplicarse la nueva tarifa?

-Queremos terminar con estas negociaciones lo antes posible, idealmente en el transcurso de este año. Y la intención es que los precios más bajos se activen lo antes posible. Ahora, obviamente, tiene que haber un nivel de transición y en algunos casos habrá que hacerlo, porque también estamos en condiciones de contratar más energía y ampliar los contratos actuales gracias a las ampliaciones que podríamos hacer en las faenas donde operamos. Además, los mismos contratos nos promueven las facilidades para que nosotros mismos instalemos capacidad de generación directa y, por lo tanto, en esos casos, eso nos puede permitir consumir energía propia y renovable y disminuir el consumo de algunos contratos existentes. Esas son las permutaciones que hoy estamos analizando.

¿Entre esas negociaciones también está el contrato que tomaron con AES Gener cuando salieron de Alto Maipo?

-No. Ya no tenemos ninguna vinculación con Alto Maipo, y en Antofagasta Minerals hoy estamos focalizados en mover nuestros contratos hacia fuentes renovables de menor costo. Los contratos que nosotros estamos viendo con mayor espacio para renegociar son aquellos que están orientados a generación de fuentes de carbón más bien y que están operando actualmente.

¿Qué otros insumos han subido su precio?

-El petróleo y, por ende, el consumo de todo el combustible que utilizamos en nuestra faena. Eso ha subido tanto por el crecimiento de la economía norteamericana como por las tensiones geopolíticas que existen con Irán y por los problemas de otros países productores de petróleo en el mundo, como Venezuela. Esto es preocupante, porque tenemos una alta volatilidad del precio del cobre, con un sesgo en el corto plazo a la baja, y algunos precios de nuestros insumos que han estado subiendo. El dólar se ha fortalecido y el precio del ácido ha subido, y algunas materias primas vinculadas al acero también han subido. Obviamente, hoy día estamos en una condición donde nuestros márgenes están más comprimidos y estamos muy focalizados en trabajar en los costos internos y en la productividad.