“Este es un panorama complejo”. Con esas palabras Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, abrió el seminario donde presentó el “Panorama Social de América Latina 2021″, que ahonda en las consecuencias de la pandemia en el conjunto de la región.

Con un tono de preocupación, la economista mexicana señala que “estamos enfrentando tiempos muy duros y difíciles”, al estar frente a “un deterioro profundo en el bienestar y la salud de las personas, que no es coyuntural”, indicó la economista mexicana.

Alicia Bárcena, directora ejecutiva de la Cepal.

Chile no queda ajeno a este lúgubre escenario. Aunque en pobreza sigue teniendo la segunda tasa más baja de la región, después de Uruguay (5%), se observa un aumento de 3,5 puntos porcentual hasta 14,2% en 2020, teniendo como referencia previa a 2017 con 10,7%.

Aunque el aumento es severo, e implica retrocesos de 12 años en la materia, no se compara con la realidad que enfrentan otros vecinos. Por ejemplo, la pobreza superó el 30% en México, Argentina, Colombia y Bolivia, mientras que en Perú, con una tasa de 28,4%, la escalada por la pandemia fue de 13 puntos porcentuales.

En materia de pobreza extrema el salto en Chile es algo menor, de 3,1 puntos porcentuales, pero igualmente preocupante, pues se pasa de un mínimo de 1,4% hasta un 4,5%. En este caso, la tasa es la tercera más baja en América Latina, después de Uruguay y Costa Rica con 0,3% y 4%, respectivamente.

Cabe destacar que por diferencias metodológicas ambos datos son superiores a los consignados por la encuesta Casen, que el año pasada indicó que la pobreza subió 8,6% a 10,8%, mientras que la pobreza extrema lo hizo de 2,3% a 4,3%.

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El informe de 247 páginas también da cuenta del impacto de la pandemia en desigualdad, la que medida por el coeficiente Gini experimentó un incremento a nivel nacional de 4,5%, al pasar de un índice de 0,45 a uno de 0,47, cifra que comparte con Ecuador, que es superior a la Argentina, México y Perú e inferior a la de Brasil, Costa Rica y Panamá.

Por otra parte, Bárcena destacó que “la pandemia ocasionó una salida contúndete de las mujeres del mercado laboral o precariedad con pérdida de ingresos y aumento en la sobrecarga de cuidados”, fenómeno del que no queda ajeno Chile.

Así, el índice de feminidad de la pobreza (corresponde al cociente entre la tasa de pobreza de las mujeres y la tasa de pobreza de los hombres en cada país multiplicadopor 100, para las personas de 20 a 59 años) llega a 114 puntos en nuestro país, sobre la base de una tasa de pobreza de 12,9% entre mujeres de 20 a 59 años y de 11,2% entre hombres del mismo tramo etario. Ese índice es el cuarto más alto a nivel regional, después de Uruguay, República Dominicana y Ecuador.

A la hora de ahondar en los detalles por edad, Chile también es un reflejo de la realidad regional, dónde los jóvenes son los que más han padecido. Así, la tasa de pobreza entre niños, niñas y adolescentes de entre 0 y 14 años es de 21%. Esa cifra comienza a descender conforme la edad, a 15% entre las personas de 15 a 39 años; a 13% entre 40 a 64 años y a 6% entre los de 65 y más años.

En tanto, en la lectura respecto a la condición étnica y racial, la población indígena registra en Chile una tasa de pobreza de 17%, bastante superior a la de 12% de la población no indígena. La tendencia se repite en el resto de los países, donde la población afrodescendiente también se distingue por sus niveles superiores de pobreza.

Con una mirada en el otro extremo, la Cepal destaca que los “milmillonarios”, con más representantes en Chile, México y Brasil, en ese orden, en 2020 acumulan un patrimonio total de US$ 446.600 millones que representa un 11% del PIB regional. En nuestro país ese porcentaje se empina a 16,1%, superior al 14,2% de los brasileños y el 12,2% de los mexicanos.

Algunas perspectivas

Aunque en el reporte no se entregan detalles por país, Bárcena indicó en la presentación del informe que la recuperación económica repercutió en disminuciones acotadas de las tasas de pobreza en la mayoría de los países, incluido Chile. Sí ofrecen datos a nivel regional, señalando que se pasó de una tasa de 33% en 2020 a un de 32,1% el año pasado, equivalentes a 201 millones de personas.

Sin embargo, en la Cepal no ven muchos motivos para celebrar, dado que la pobreza extrema aumentó por sexto año consecutivo, pasando de 13,1% en 2020 a 13,8% en 2021, lo que representa a 86 millones de personas y un retroceso de 27 años en su disminución.

“Pese a la recuperación económica experimentada en 2021, los niveles relativos y absolutos estimados de pobreza y de pobreza extrema se han mantenido por encima de los registrados en 2019, lo que refleja la continuación de la crisis social”, se lee en el reporte.

Asimismo, el organismo llama la atención por el hecho de que “la crisis también ha puesto en evidencia la vulnerabilidad en que vive buena parte de la población en los estratos de ingresos medios, caracterizados por bajos niveles de cotización a la protección social contributiva y muy baja cobertura de la protección social no contributiva”.

A la luz de todo lo anterior, Bárcena sostiene que “la ‘recuperación’ económica de 2021 no ha sido suficiente para mitigar los profundos efectos sociales y laborales de la pandemia, estrechamente vinculados a la desigualdad de ingreso y género, a la pobreza, a la informalidad y a la vulnerabilidad en que vive la población”.

En ese marco, llama a mantener las transferencias monetarias de emergencia en 2022 o hasta que la crisis sanitaria esté controlada, esto a contra corriente de la tendencia observada el año pasado. Según el informe en 2021 las transferencias gubernamentales para enfrentar la crisis económica generada por la pandemia fueron de US$ 45.271 millones, una diminución en torno al 50% de lo realizado en 2020 con US$ 89.685 millones.

De todas maneras, Bárcena ve espacios para ser optimista, al plantear que “la pandemia es una oportunidad histórica para construir un nuevo pacto social que brinde protección, certidumbre y confianza. Un nuevo contrato social debe avanzar y fortalecer la institucionalidad de los sistemas de protección social y promover que estos sean universales, integrales, sostenibles y resilientes”.

En esta tarea, la economista ve en buena posición a nuestro país. “Chile ha mostrado cuán importante son estos pactos sociales fundados en derechos universales y garantías de bienestar. El mundo tiene los ojos puestos en Chile, en el nuevo gobierno y en el proceso constituyente, porque justamente el reclamo social se basó en la ausencia de un Estado de bienestar, universal, incluyente y ese es muy importante para la democracia y la cohesión social”.

Dicho esto, asegura que Chile “es uno de los países que tiene un sistema de protección social y de atención primaria en la salud muy importante heredado de gobiernos anteriores. Pero no cabe duda que también es un país que ha avanzado mucho en coberturas de salud. Ahora se está hablando de la pensión universal, que también es un gran paso hacia adelante. Chile ha avanzado mucho en la dirección de un Estado de bienestar”.