“El hidrógeno verde producido en el norte o sur de Chile, considerando la cadena de valor de exportación, puede ser competitivo a pesar de la distancia a los centros de consumo”.
Esta es una de las conclusiones de un estudio realizado por la Energy Partnership Chile-Alemania (iniciativa entre los ministerios de Energía de ambos países e implementada por la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional, GIZ), sobre las perspectivas de este tipo de energía en nuestro país.
El análisis técnico de casi 50 páginas, al que tuvo acceso PULSO, se hizo mediante un estudio de las condiciones técnicas y logísticas y las oportunidades comerciales del envío de hidrógeno verde de Chile a Alemania y Japón, así como de sus derivados (metanol y amoníaco). En ambos casos, se trata de mercados importantes de consumo de este químico derivado de energías limpias, lo que lo diferencia con el hidrógeno producido por energías no renovables.
Según el informe, en un escenario conservador, Chile podría exportar más allá de su propia demanda, al menos 2 millones de toneladas de hidrógeno verde al 2040, que es cerca de la mitad de lo que necesitaría un país industrializado como Alemania para esa fecha.
Las zonas con mayor potencial son el desierto de Atacama, debido a su única radiación solar (algo que no es nuevo); y la Patagonia, utilizando energía eólica. El documento indica que en el caso de la exportación de hidrógeno a través de metanol, desde el norte de Chile a Alemania, el costo de envío por barco constituiría menos del 5% del costo total (para el 2025).
Mientras que, en el caso de la exportación de hidrógeno a través de amoníaco, este costo del envío sería menos del 6%, lo que da cuenta de que la distancia entre el origen y el destino no juega un papel principal en el costo del energético y que, por tanto, Chile no pierde competitividad debido a este factor.
“El hidrógeno verde producido en Chile puede ser competitivo a pesar de la distancia a los centros de consumo, como en Alemania o Japón. En un escenario conservador, Chile podría, por ejemplo, proporcionar la demanda de hidrógeno de un país industrializado como Alemania en el futuro. La excelente disponibilidad de recursos solares en el norte y de viento en el sur, permite producir hidrógeno localmente a un costo competitivo, reduciendo así los costos de transporte”, explica Rainer Schröer, director ejecutivo del Programa de Energías Renovables de GIZ.
Sin embargo, según el estudio, teniendo en cuenta la construcción de centrales de energía renovables, más las plantas de producción de hidrógeno y de metanol o amoníaco, así como la infraestructura portuaria necesaria para el almacenamiento, se estima que se requieren inversiones de unos US$ 3 mil millones al 2025 y de US$ 20 mil millones al 2040.
Además, para el estudio se seleccionaron dos puertos, uno en el norte de Chile y otro en el sur. Para alcanzar los niveles de exportación presentados en el estudio, es necesaria una inversión de capital en infraestructura de US$ 80 millones a US$100 millones, tanto en el puerto de Mejillones como en el de Cabo Negro.
“En la futura industria del transporte marítimo, se espera que se utilicen vectores de hidrógeno baratos y una nueva tecnología de propulsión de H2 verde, dando paso a un transporte marítimo carbono-neutral. Así, Chile tiene la oportunidad de convertirse en un centro mundial de abastecimiento de combustible verde en un mercado completamente nuevo”, señala Schröer.