La primera ronda de negociaciones comerciales entre China y Estados Unidos desde que sus presidentes, Xi Jinping y Donald Trump, firmasen una tregua a finales de junio, finalizó hoy en Shanghái sin acuerdo, tal y como se esperaba.
Tras una cena de trabajo y medio día de negociaciones, analistas citados por medios locales afirman que se trató de una reunión "simbólica" y "armoniosa" que muestra la voluntad de seguir negociando y, a su vez, que ninguna de las dos partes tiene prisa por cerrar un pacto definitivo.
Por parte estadounidense participaron el representante de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, mientras que por parte china lo hicieron el viceprimer ministro Liu He y el ministro de Comercio, Zhong Shan -quien no participó en las anteriores rondas-, considerado parte de la línea dura del Partido Comunista de China (PCCh).
Las negociaciones se detuvieron en mayo, y Trump subió del 10 al 25 % los aranceles a US$ 200.000 millones en productos chinos, lo que llevó a Pekín a imponer tasas de US$ 60.000 millones a bienes estadounidenses.
En la cumbre del G20, los dos jefes de Estado acordaron una nueva tregua, y Washington frenó la imposición de nuevos aranceles al resto de las importaciones procedentes de China y accedió a permitir que las empresas estadounidenses vendan productos a la tecnológica Huawei.
No obstante, EEUU mantiene en vigor sus aranceles a productos chinos por valor de US$ 250.000 millones, y China conserva sus gravámenes a importaciones estadounidenses por 110.000 millones de dólares.
Mientras las autoridades chinas mantenían el silencio al respecto, la prensa oficial aseguraba que la pelota estaba en el tejado estadounidense y exigía "sinceridad" y "sentido común" a los representantes enviados por Washington.
Trump
Mientras tanto, Trump criticaba a Pekín por "cambiar siempre lo acordado" para su beneficio, acusaba a China de "no cumplir" y de retrasar deliberadamente la firma de un acuerdo con esperanza de que en las elecciones de 2020 gane el candidato demócrata.
"El problema para ellos si esperan, sin embargo, es que si cuando yo gane, el acuerdo que conseguirán será mucho más duro que lo que ahora negociamos... o no habrá acuerdo", amenazó el presidente estadounidense en su cuenta de Twitter.
Los comentarios no parecen haber sentado nada bien: la televisión estatal, CCTV, aseguró que las "tácticas de presión" del presidente estadounidense -a quien no citaban directamente- solamente conseguirían "dañar" las nuevas negociaciones.
El diario nacionalista Global Times asegura que las acusaciones estadounidenses de que China todavía no ha retomado las compras de sus productos agrícolas son mentira, y recuerda que Washington todavía debe levantar las sanciones a la tecnológica Huawei.
Nixon
Por último, en un tono más comedido, un artículo publicado por la agencia oficial Xinhua deja entrever que la elección de Shanghái para la nueva ronda -las anteriores celebradas en China fueron en Pekín- evoca la visita del entonces presidente estadounidense, Richard Nixon, en 1972 a la ciudad.
En aquella ocasión, China y Estados Unidos expresaron su "esperanza sincera de normalizar las relaciones", a lo que el texto agrega: "De nuevo, en la metrópolis de Shanghái, los negociadores estadounidenses necesitan demostrar esa misma sinceridad y, más aún, expectativas razonables (…) para normalizar las relaciones comerciales".
Las tensiones entre Washington y Pekín tienen sus raíces en el desequilibrio de la balanza comercial a favor de China, que exporta US$ 419.000 millones más de lo que importa desde Estados Unidos, y que Trump asegura que se debe a las injustas prácticas comerciales del gigante asiático.