En un contexto de hiperconectividad como el que experimentamos hoy, es clave que los ciberataques dejen de ser concebidos como ataques puntuales que pueden recibir bancos o empresas, para migrar a una mirada ecosistémica donde la ciberseguridad sea uno de los pilares estratégicos.

Prueba de su relevancia es el proyecto de ley que dio a conocer el Ejecutivo hace algunos días para crear la Agencia Nacional de Ciberseguridad, dando cuenta de que es indispensable que existan políticas claras respecto a la protección de la infraestructura digital del país. No es un tema menor si se considera que durante 2020 los ataques aumentaron 300%, según BTR Consulting y se espera que la tendencia continúe este año. Sobre todo si consideramos el alto número de personas conectadas remotamente a entornos laborales, que no están siempre correctamente protegidos, convirtiéndolas en puntos de entrada para los ciberdelincuentes. Pero, ¿es posible resguardarse en un momento en que el trabajo híbrido y a distancia se consolidan?

El desafío está en detectar y cerrar brechas. Hoy existen distintos tipos de soluciones enfocadas en la gestión de vulnerabilidades para hacer frente a los factores de riesgo de las empresas sin que estas pierdan eficiencia e interconectividad. En un momento en que ya es posible integrar inteligencia a las redes, es muy importante que las compañías cuenten con estrategias de protección contra amenazas con soluciones de largo plazo en lugar de arreglos temporales, que logren resguardar los recursos internos como servidores, dispositivos o los equipos dentro de los centros de datos. En ese sentido, es necesario estudiar actualizaciones a los sistemas que permitan monitorear comportamientos y dejar atrás soluciones heredadas.

Asimismo, es importante extender la concientización hacia los colaboradores y la protección hacia sus equipos para minimizar los riesgos, entendiendo que siempre el usuario es el eslabón más débil dentro de la cadena de seguridad, porque finalmente son las personas las que ingresan a enlaces incorrectos, abren correos maliciosos o no verifican accesos a sitios web. De hecho, de acuerdo con un estudio reciente de Scitum, más del 35% de las vulnerabilidades reportadas a nivel mundial en 2020 se relacionaron con el navegador de internet. El mismo informe, reveló que el 76% de las intrusiones a la red se debieron a credenciales débiles o robadas.

Para muchas empresas, la ciberseguridad todavía está a distancia. Sin embargo, en un contexto de teletrabajo, debe ser prioritaria, sin importar su rubro o tamaño. No se trata de preguntarnos si nos atacarán o no, sino de cuán preparados estamos para reaccionar adecuadamente cuando suceda. Esto no quiere decir que dejemos de avanzar en materia de digitalización, por el contrario, el llamado es a seguir innovando y evaluando herramientas que permitan optimizar las labores diarias, como el uso de la nube, asegurándose de que cuentan con elementos que garanticen la protección de forma ecosistémica.