El 88,6% de los chilenos vive en zonas urbanas y solo el 11,4% en rurales, según el INE. Santiago, Valparaíso y Concepción son las principales ciudades donde se concentran más habitantes, así como también donde se encuentra mayor tecnología, logrando que funcionen como ciudades inteligentes en varios aspectos. Algunas ya cuentan con sensores, cámaras y conexión, entre otras tecnologías.
Las smart cities o ciudades inteligentes avanzan como un gran ecosistema que requiere la participación de organismos públicos, empresas, academia y sociedad civil. Hay diferentes etapas, pero como punto de partida está la tecnología y la conectividad, la cual se hace posible en gran parte con el 5G. Distintos dispositivos entregan datos valiosos, que revelan comportamientos y problemáticas de los territorios. Entonces, ¿qué es lo que falta para el siguiente nivel? ¿Dónde hay que poner los focos?
Para el gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, uno de los principales problemas que ha tenido el avance de las ciudades inteligentes es que se han centrado en las soluciones tecnológicas de la ciudad y no en los problemas de la gente. “La verdadera ciudad inteligente debe tomar los problemas reales, los que duelen a los chilenos todos los días y aplicar tecnología para dar una respuesta eficaz. Por ejemplo, el tema del transporte, donde un tercio de los semáforos de la ciudad está desconectado, así como el tema de las cámaras de seguridad. Por otro lado, la eficiencia en el riego, tomando en cuenta que Santiago tiene un 30% de filtración de cañerías de agua potable y estamos en sequía”.
La autoridad plantea invertir en el talento e innovación para que se traduzca en soluciones concretas. “Hay que tener un espacio para que los jóvenes se sientan interpelados por los problemas de la ciudad, y entonces, con su inteligencia, más el apoyo de los privados, podamos sacar soluciones para el siglo XXI”.
Gloria Moya, directora regional de Corfo Metropolitano, coincide en que hay que brindar espacios a la innovación dada por emprendedores y startups que estén conectadas con la ciudadanía. “A veces las soluciones se generalizan y terminan siendo no pertinentes para quienes las utilizan, por eso el proceso de iteración y contacto con el territorio es fundamental para identificar los problemas y generar soluciones. Llegar a un producto terminado, bien pulido y centrado en las necesidades que mejoren la calidad de vida de las personas. Necesitamos que se enamoren del problema, no de la solución”, plantea.
No todo es digital
Para el arquitecto y decano de la Facultad de Arquitectura y Arte de la Universidad del Desarrollo (UDD), Pablo Allard, las ciudades inteligentes no solo están sujetas a la cantidad de tecnología que mantienen. Se hace necesario una mirada a las oportunidades que van surgiendo de los problemas de la ciudad e invertir en las soluciones. Por ejemplo, lo ocurrido con la planta de tratamiento de aguas residuales La Farfana, en Maipú, que de la molestia del olor pasó a ser gas ingresado al sistema y hoy se ocupa en el uso domiciliario o en el Parque Inundable Víctor Jara, que evita desbordes de agua. “Soluciones como estas son necesarias en una ciudad inteligente. El verdadero desafío es poder capitalizar todas las oportunidades que nos da la tecnología para mejorar los sistemas de infraestructura de la calidad de vida y buscar esas sinergias”.
El académico señala que la inversión en las smart cities debe estar dado, principalmente, “por una mejor regulación, que no llegue tarde y que se ajuste a los procesos que vive una ciudad conectada, como lo que pasó con Uber, que estuvo ocho años sin regulación antes de una ley para tal efecto. En segundo lugar, apoyar la innovación y desarrollo, formación de capital humano, la educación digital a todo nivel y, por último, que se siga invirtiendo en los sensores o pórticos en todos lados, como en el transporte público o las luminarias, entre otros lugares”.
Luz María García, gerenta de SÉ Santiago, programa estratégico de Fundación País Digital y Corfo, señala que los focos de inversión deben tener como prioridad la infraestructura habilitante (modelo que ayuda al proceso de transformación digital), “porque es necesario tener una ciudad conectada tanto en lo físico como en lo digital. Son necesarias las inversiones públicas y privadas en el acceso a la conectividad. En lo físico, para invertir la pirámide y que sea una opción dejar el auto en la casa (un ideal platónico), hay que poder hacer uso efectivo de todas las vías de transporte público y masificar la micromovilidad (scooter, bicicletas, etc.).”
La especialista aclara que este plan de nueva movilidad genera desafíos, como un nuevo plan urbano con suficientes ciclovías, autopistas con salidas bien pensadas y expeditas. “Tenemos que generar una inversión no menor y donde deben participar el sector público -como el Ministerio de Transportes y Obras Públicas- y los privados, tanto en conectividad física como digital. Sin dejar afuera la importancia de todo el despliegue que se está haciendo actualmente a través de la 5G, aunque también sabemos que no en todas partes llega a la misma velocidad y hay zonas aún desconectadas”.
¿Qué hacemos con los datos?
Existe una gran cantidad de datos que se levantan de todos los dispositivos de la ciudad, más la información de los teléfonos. García sostiene que también hay que invertir en elementos de articulación, o sea, de coordinación entre entidades que emiten la data. “Es terrible. Nada conversa con nada y en el fondo, terminas haciendo un trabajo súper poco eficiente. Genera muchos gastos. Y no solamente estoy hablando de costos monetarios, sino también de costos sociales, donde no se toman las mejores decisiones debido a la información que se tiene, lo cual genera frustración. Una rabia contenida de parte de los mismos mandantes”.
Para Denisse Garnica, directora de Sector Público, Seguros y Salud de NTT Data Chile, empresa japonesa experta en desarrollo digital - que ha realizado varios proyectos de levantamiento de datos desde dispositivos para optimizar decisiones urbanas-, el primer punto en el cual invertir es la conectividad para tener datos de calidad. “Masificar las redes de 5G o el futuro 6G, porque cuando se tienen aplicaciones instaladas en varios autos o en varios lugares, no se puede extraer datos a la velocidad necesaria. Y de esta manera, la información que emite es lenta. No permite reaccionar a tiempo. Por ejemplo, en temas de seguridad”.
Garnica destaca la masificación de sensores, con mejoras de sensibilidad, con lo cual se obtienen mejores datos, y con un correcto entrenamiento e inversión en capital humano se podrán obtener resultados que respondan a las necesidades de la ciudad y mejoren la calidad de vida.