Pasado el mediodía del jueves, la pesadilla de Gabriel Urenda Salamanca (59) se hizo realidad. El fiscal jefe de Alta Complejidad Oriente, Felipe Sepúlveda, finalmente decidió formalizar al controlador del holding financiero Intervalores por su participación y responsabilidad en tres delitos: infracción a la ley de mercado de valores, apropiación indebida y estafa.
Durante las últimas semanas su abogado, Sergio Ibarra, había sostenido diversos encuentros con algunos representantes de su familia y algunos hermanos, "solo con la intención de mantenerlos al tanto de lo que estaba pasando", señalan fuentes cercanas a esta.
Hasta esta semana Urenda trataba de mantener cierto grado de optimismo. De hecho, Ibarra les habría comentado a sus hermanos mayores que Gabriel no había sido aún formalizado, porque había colaborado, entregado toda la información a la fiscalía e incluso alzando el secreto bancario en forma voluntaria, para mostrar que no había dinero con destino desconocido.
Desde que la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) canceló la inscripción de Intervalores Corredores de Bolsa, una serie de clientes iniciaron acciones judiciales civiles y penales, con la intención de recuperar los dineros que habían entregado a Urenda para que se los invirtiera, o bien hiciera la intermediación de pago a los proveedores. Se habla de 200 afectados, aunque Urenda a su círculo más cercano le ha dicho que no son más de 40 o 50.
Intervalores era un holding que se creó a principios del 2000, pero no es hasta el 2009 que se forma la Sociedad Holding (Intervalores S.A.), con la idea de diversificar los productos y servicios entregados a sus clientes en el mercado financiero. Es así como de este paraguas se desprenden: Intervalores Capital, Intervalores Corredores de Bolsa, Intervalores Advance, Intervalores Global Markets, Intervalores Factorclick S.A., Intervalores Servicios Financieros e Intervalores Asesoría Financiera.
En estos meses de investigación, muchos de los afectados trataron de encontrar nexos comerciales y societarios entre Gabriel y su familia (sus siete hermanos), con la intención de lograr por esa vía recuperar sus dineros. De ahí que el pasado 8 de julio, todos ellos en conjunto decidieran publicar una inserción en la cual se desmarcaban de él, tal como lo habían hecho en 2005, cuando su hermano se vio implicado en el caso Schwager.
El desmarque de Gabriel
Gabriel Urenda ya no forma parte del clan de los ocho. No solo ya no va a las famosas "porotadas" que todos los años organiza su hermano José Manuel, sino que tampoco tiene ningún vínculo con las sociedades de la familia, los negocios, ni la herencia.
En 2006, María Elena Inversiones, la sociedad controlada en ese minuto en un 90% por Beltrán Urenda Zegers (el patriarca del grupo) y en la cual participaban sus hijos Beltrán y José Manuel, con un 5% cada uno, salió de la propiedad de Intervalores Corredores de Bolsa.
Cercanos a la familia comentan que sus hermanos siempre quisieron que dejara los negocios financieros. "Intentaron encontrar una actividad para él, pero nunca mostró mayor interés", cuenta un cercano. Tenía habilidades sociales y una red social que le permitió en los 80 y 90 hacer negocios en Bolsa. Pero con la llegada de los bancos a ese mercado sus hermanos veían que el camino se volvería más complicado.
Pero Gabriel Urenda nunca quiso dejar el mundo de la rueda y sus hermanos convencieron a su padre para que María Elena Inversiones saliera de la propiedad de la corredora. El 20 de junio de 2006, en la Notaría de Gonzalo de la Cuadra Fabres se selló la separación de las aguas. María Elena Inversiones le vendió a Gabriel Urenda y su sociedad Inversiones Gama el 20,83% que tenía en Intervalores Corredores de Bolsa.
El quiebre definitivo de Gabriel Urenda y sus hermanos vendría tras la muerte de su padre.
La herencia
El 22 de junio de 2013, Beltrán Urenda Zegers, abogado, político, empresario y mecenas de la Quinta Región, murió. Sus hijos, cuatro hombres (Beltrán, José Manuel, Diego y Gabriel) y las cuatro mujeres (María Elena, María Carolina, María Beatriz y Macarena) se reunieron y decidieron que el mayor de los hermanos, Beltrán, se transformaría en el jefe de familia. Por su parte, José Manuel sería el encargado de velar por los negocios del grupo, que consolida en Grupo de Empresas Naviera.
De los ocho hermanos Urenda Salamanca, solo Beltrán y José Manuel están involucrados en el manejo del patrimonio familiar. Un tercero, Diego, participa, pero solo como ejecutivo. "Los otros cinco hermanos nunca tuvieron injerencia en los negocios, salvo ser hijos de su padre y percibir recursos como hijos de su padre y ahora como herederos", señala la fuente.
Pero, además, recalca que a Gabriel nunca le interesó participar. "Fue bastante llanero solitario, él siempre quiso estar aparte y después descubrieron los hermanos mayores que era porque don Beltrán lo socorría, con eso mantenía su negocio vivo. De hecho, los mayores le plantearon que cerrara los negocios, pero él convenció a su papá y siguió con la corredora. Sus hermanos veían que por tamaño y por el cambio de legislación que hubo en Chile, cuando se les permitió a los bancos tener corredoras, dejaron a los corredores personas naturales, sin estudios especializados, pero con un gran nivel de contactos y relaciones sociales, sin gran preparación. Gabriel era un tipo socialmente muy simpático, en ese ambiente "Gabito" -como le dicen sus hermanos- se podía defender, pero cuando vino este cambio no tenía nada que hacer compitiendo con el Banco de Chile o Santander. Y yo creo que Gabriel perdía importantes cantidades por año, que las cubría una persona, que era don Beltrán Urenda, que lo hacía sin el conocimiento de sus otros hijos", relatan cercanos a la familia, quienes calculan que en todos estos años Gabriel habría recibido de su padre cuantiosas sumas.
Con la muerte del patriarca, el negocio de Gabriel comenzó a cojear. Por eso, cercanos a la familia comentan que a los pocos días de las exequias comenzó a presionar para vender su herencia. "Don Beltrán sabía que tenía ocho hijos y no dejó acciones directas de las empresas que se transan en Bolsa; él dejó la matriz María Elena de Inversiones (donde están Beltrán y José Manuel). Es una sociedad cerrada que no se transa en Bolsa. Paralelamente, los otros seis hermanos están en Los Ceibos de Inversiones, donde el padre era dueño del 51%. Ambas sociedades tienen acciones de otra sociedad (Inversiones Tongoy) en la cual participan otros accionistas (Hernán Soffia y la sucesión de Nancy McKay), bajo la cual está el activo subyacente (GEN)", explican fuentes cercanas.
Pero su interés por vender chocó con el testamento de Beltrán Urenda Zegers. Cuando se leyó se dieron cuenta de que tenía 62 legados y una sola cláusula: que la herencia se debía dividir entre los ocho hermanos, pidiendo expresamente a sus hijos que no vendieran, que se mantuvieran todos unidos.
Ante eso, Gabriel Urenda comenzó a intensificar las presiones hacia sus hermanos. Como estos no querían incumplir el testamento, Gabriel Urenda intentó hacer un movimiento por fuera. "Él, en vez de plantear derechamente que tenía un problema de caja, insistió en que quería su parte porque la iba a administrar mejor que sus hermanos", comenta una fuente cercana a la familia.
Como su petición no tenía eco, a meses de la muerte de Beltrán Urenda padre, entusiasmó a dos hermanas (María Elena y María Carolina) para que demandaran a sus hermanos. Además, habría tocado la puerta de Carlos Heller, que tenía una participación de un 14% en GEN, para ofrecer sus acciones, ya que Bethia con ello podía tomar una posición relevante, pero no le resultó.
"A consecuencia de ello, cambió su estrategia y comenzó a contactar a accionistas de GEN y a cercanos a la familia para ofrecerles sus acciones, lo que finalmente concretó el año 2016. A cambio, él les aseguró a sus hermanos que saldaría todas sus deudas y que, además, le quedaría una suma para mantener el negocio. Estos insistieron en que lo mejor era que cerrara todo, pero él se negó", confidencia un cercano a la familia. En 2016, Gabriel Urenda le cedió a una sociedad de un ejecutivo del grupo sus derechos hereditarios. A esas alturas la relación con José Manuel y Beltrán ya estaba cortada.
La cesión o venta que hizo de sus derechos hereditarios fue por escritura pública. El comprador decidió pagar el valor del activo subyacente (GEN), sin hacer descuento de las sociedades aguas arriba. En total recibió cerca de $ 2.300 millones el 26 de octubre de 2016, $ 952 millones por la herencia de su madre y $ 1.163 millones por su padre. "¿Con este dinero sales de tus problemas?, le habrían preguntado sus hermanos. Él señaló que sí", explica un cercano al grupo. Y agrega: "Los hermanos jamás dimensionaron el hoyo financiero que tenía, porque además de ese dinero, él recibió casi un millón de dólares en dividendos extraordinarios cuando GEN vendió a la alemana Hamburg Sud (HSUD) el negocio de contenedores que manejaba a través de la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI) y otro tanto por la venta de sus derechos en el campo familiar. Es decir, recibió cerca de US$ 5 millones".
Cercanos a la familia creen que fue en ese periodo -entre la muerte de su padre y la compra de los derechos de herencia- que las otras sociedades que formaban parte del holding Intervalores comenzaron a tomar mayor relevancia, gatillando lo que la fiscalía catalogó como "una bicicleta (…) que tiene rasgos de estafa piramidal", cuando el jueves solicitó al 4° Juzgado de Garantía de Santiago formalizarlo.
Daño colateral
"La última vez que estuvieron todos los hermanos juntos, en una misa por el aniversario de sus padres, Gabriel les dijo que todo el dinero lo había metido a Intervalores", explica una fuente.
Desde ahí la relación ha sido con abogado de por medio. Hasta las últimas semanas, este les planteaba un panorama que dentro de lo malo parecía estar bajo control. En esas reuniones con Beltrán y José Manuel, el abogado les informó que tenía dos muy buenos argumentos para defenderse. Que un 20% del dinero faltante se explicaría por malos manejos de su gerente comercial, Sebastián González, y que, además, tenía acreditado por la contabilidad de Intervalores que los montos que recibió por la cesión de los derechos hereditarios, la venta de su casa en Jardín del Este y la hipoteca de la oficina, fueron a parar a la sociedad, que no había dineros fuera de Chile, ni que estén circulando por ahí.
Cercanos a la familia señalan que los hermanos están devastados con todo esto, porque si bien suponían que bien no estaba, jamás dimensionaron la cantidad de sociedades que tenía y los montos involucrados.
A eso se suma que desde que su caso salió a la luz pública, se les ha tratado de vincular y algunas víctimas han intentado presionar a la familia para obtener sus pagos. Además, existiría un mito respecto de la herencia que dejó don Beltrán, la que sería bastante menor a lo que se ha señalado en la prensa
No obstante la triste situación por la que pasa Gabriel, cercanos a la familia indican que este episodio ha contribuido a fortalecer y recomponer las relaciones entre ellos, incluyendo a las dos hermanas que en algún momento quisieron separar aguas.