Desde octubre 1995 su lugar de trabajo ha sido el centro de Santiago. Entre las calles Agustinas, Teatinos y Bandera ha circulado los últimos 29 años Claudio Soto, quien desde el pasado 23 de enero integra el consejo del Banco Central (BC), en reemplazo de Pablo García. De hecho, ocupa su misma oficina en el instituto emisor.
En 1995 llegó al ente rector como economista de la gerencia de comercio exterior, de la División Internacional, y se mantuvo en distintos puestos dentro del BC, hasta que en 2014 cruzó desde Agustinas 1180 hasta Teatinos 120 para ser coordinador macroeconómico del Ministerio de Hacienda bajo el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Ahí estuvo hasta mediados de 2017, cuando tomó sus cosas y cambió Teatinos por calle Bandera, para instalarse como economista jefe de banco Santander, puesto que mantuvo hasta el momento de volver a su casa, como el propio Soto describe al Banco Central, en esta, su primera entrevista ahora ya como consejero.
¿Cómo ha sido su integración al consejo del Banco Central, considerando que era “alguien de la casa”?
-El Banco Central es una institución que quiero mucho, porque es donde me inicié profesionalmente y trabajé en muchas áreas. En parte de los modelos económicos que se ocupan hoy, yo aporté. Entonces, siento mucha cercanía con el trabajo analítico que se hace y con los equipos técnicos que están detrás. Además, en distintos ámbitos conocía a casi todos los consejeros. En general, el trabajo que se efectúa es muy colegiado.
El IPC de 0,6% de febrero sorprendió al alza y la inflación anual en la serie referencial volvió a subir a 3,6%. ¿Cuánto les preocupa esto? ¿Ven elementos más puntuales, los llamados volátiles, o puede haber razones más permanentes?
-Este dato, en conjunto con otros antecedentes, es información para las proyecciones que efectuaremos en nuestro próximo Informe de Política Monetaria(Ipom). El IPC estuvo por sobre lo que esperaba el consenso de mercado, pero también es cierto que el alza está concentrada en algunos ítems particulares. Por lo tanto, tenemos que analizar con cautela qué nos dice este dato respecto del estado de la economía.
¿Cambia la visión de mediano plazo que tenía el Banco Central y que expresó en su comunicado de la última Reunión de Política Monetaria, de que la inflación anual estará en 3% a mediados de año?
-Es una materia que analizaremos en el próximo Ipom.
Un IPC mayor al previsto, sumado a un Imacec de enero más sólido de lo que se esperaba, ¿pueden implicar que el BC gradúe un poco más la baja de tasas?
-Es una materia que analizaremos en el Ipom, y la correspondiente decisión de política monetaria la adoptaremos en la siguiente Reunión de Política Monetaria.
Pero cambia en algo la perspectiva de que llevarán la tasa -hoy en 7,25%- a 4% a fin de año, como dijeron en ese comunicado de enero?
-Nosotros dijimos que debería estar en torno a la tasa neutral en la segunda parte del año, pero tenemos que evaluar esto en el contexto del próximo Ipom, con todos los antecedentes nuevos para hacer el marco completo y definir la estrategia de política monetaria.
¿Cuáles son los riesgos que siguen presentes para el regreso definitivo de la inflación a la meta?
-Siempre hay riesgos para la evolución de la inflación. En el corto plazo, los principales riesgos están asociados a la evolución global de una serie de costos que inciden en los precios: costos de transporte, precios de la energía, dinámica global de precios de los bienes. Hemos visto algunas alzas en esos ítems y esa es una fuente de riesgo. Con todo, estos son más bien shocks de oferta, cuyos efectos en la inflación, de materializarse, no debiesen ser persistentes.
¿Y el dólar no es uno de esos factores de riesgo para la convergencia a 3%?
-Lo que ocurre es que tenemos dos fuerzas que están moviendo los precios en direcciones opuestas. Por un lado, una demanda interna que en general está relativamente débil, un consumo que se contrajo el 2023, y una inversión que también tuvo una caída. Eso resta presiones inflacionarias. Y, por otro lado, lo que hemos visto es una depreciación del peso importante durante el año y esto probablemente genera algunos movimientos al alza en los precios. El coeficiente del traspaso en general ha sido bajo, justamente por la debilidad de la demanda. Pero no es de extrañar que, en una economía con una demanda débil, se tenga una moneda más débil. Es parte del ajuste macroeconómico global que uno está viendo.
¿Pero eso no atenta contra volver a la meta? Porque algunos economistas afirman que este IPC más alto de febrero se debe a un mayor traspaso a precios del alza del dólar y que seguirá en los próximos meses…
-Es importante tener en cuenta que la política monetaria se articula en función de lograr que la inflación esté en la meta en el horizonte de política, que es de dos años. Siempre puede haber factores que incidan en la dinámica de corto plazo de los precios, pero lo importante es la dinámica completa en nuestro horizonte.
Si bien con la noticia del IPC el dólar ahora retrocedió, en las últimas semanas de nuevo había amenazado con llegar a $1.000. ¿Puede haber alguna señal del BC al respecto?
-Chile empezó a subir las tasas antes que otros bancos centrales, en particular antes que la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos y logró, de alguna manera, moderar la inflación antes que otros países. Eso ha permitido ir relajando la política monetaria. Ese desfase del ciclo monetario es el que está generando en el corto plazo presiones sobre el peso. Parte importante de la depreciación que hemos tenido hasta ahora se da justamente porque el Banco Central de Chile ha estado bajando las tasas, mientras que otros bancos centrales las han mantenido. Nos preocupa cuando vemos que hay problemas en el funcionamiento del mercado, por ejemplo, excesiva volatilidad, o cuando no hay una buena formación de precios.
¿Y nada de eso lo ven ahora, independiente del alza que venía registrando?
-No vemos ninguna situación anómala en el funcionamiento del mercado cambiario, por ahora.
En el otro frente de las visiones, ¿qué responde a quienes insisten en que el BC está atrasado con los recortes de tasas y que eso está dañando el crecimiento del país, pudiendo generar un sobreajuste?
-A mitad del año pasado se esperaba que la actividad en 2023 tuviera una contracción significativa y eso no se dio. Y el dato más reciente que conocemos de actividad sorprendió al alza. Si algo en los últimos meses nos ha tendido a sorprender en materia de crecimiento, ha sido al alza. Para evaluar el ciclo completo hay que esperar un tiempo y ver cuán adecuada fue la política monetaria para controlar la inflación con el menor costo posible, porque al final lo que uno busca es controlar la inflación, que la inflación esté en la meta, pero ojalá al menor costo posible en términos de actividad.
La economía se expandió 2,5% en enero, sobre lo que esperaba el mercado, ¿hay elementos de fondo que permitan esperar un crecimiento mayor este año o fue algo más puntual?
-Es muy luego para evaluarlo, porque el mes previo habíamos tenido una sorpresa en la dirección contraria y por ello parte de esta sorpresa deshizo el registro negativo del mes anterior. Hemos tenido cierta volatilidad en los últimos registros de Imacec, así que todavía es prematuro para sacar conclusiones respecto de las tendencias. Pero es un dato positivo con el que estamos iniciando el año. El primer dato del año puede marcar lo que es el crecimiento de 2024 en su conjunto, pesa más en el crecimiento del año, por lo tanto, el nivel del Imacec de enero podría poner un cierto piso para la actividad de 2024.
¿Eso quiere decir que le pone un sesgo al alza al rango de crecimiento del PIB que tiene el BC para el año, que va de 1,25% a 2,25%?
-En el Informe de Política Monetaria de marzo, que se publicará a principios de abril, vamos a evaluar. Es un dato puntual, por lo tanto, todavía no podemos sacar conclusiones. Tendremos más información antes del Ipom, vamos a conocer el cierre del 2023 de Cuentas Nacionales. La dinámica que traía la economía y también, sobre todo, la dinámica que traen los sectores de demanda, el consumo y la inversión. Eso es muy importante para proyectar lo que viene este año y el próximo.
¿Cuáles son las fuerzas que empujarán la economía este año?
-La actividad económica en el mundo si bien se podría desacelerar un poco respecto a 2023, se va a mantener relativamente dinámica. La actividad en Estados Unidos ha sorprendido al alza y se espera que este año se mantenga con un crecimiento relativamente bueno, lo que es una fuente de crecimiento para el mundo en general y para Chile en particular. En el plano local, la política monetaria está siendo menos contractiva. Las tasas de mercado en algunos segmentos ya están reflejando la reducción de la tasa de interés que ha implementado el BC. Eso está generando un cierto alivio en las condiciones monetarias y financieras, y va a contribuir a ir dinamizando el crecimiento gradualmente.
¿Cómo estará el mundo para la economía chilena?
-Hay riesgos importantes, pero también fuentes de crecimiento. Para el caso de Chile, lo más preocupante hoy es la situación de China, que ha mostrado bastante debilidad en los últimos registros. Ha habido una respuesta por parte de las autoridades para tratar de darle cierto soporte al crecimiento. El gobierno del país asiático acaba de declarar que el objetivo de crecimiento para el año es de 5%. Probablemente similar a lo que tuvimos el año pasado, pero hay riesgos de que la actividad de ese país no se dinamice. Además, están los riesgos que hemos estado viviendo los últimos años, más bien asociados a los fenómenos geopolíticos: la guerra en Ucrania, el conflicto en Medio Oriente, entre otros. Este tipo de conflictos es siempre fuente de tensión para la economía mundial.
¿Cuál es el principal riesgo para la economía chilena en 2024?
-La evaluación de riesgos para la economía chilena la vamos a efectuar en el contexto del Ipom. Personalmente, creo que los principales riesgos están hoy relacionados con los temas geopolíticos y también la situación de China, que si bien el propio gobierno de ese país ha declarado que tiene un objetivo de crecimiento del 5% y han efectuado medidas para tratar de lograr eso, lo cierto es que los datos que hemos visto son bastante débiles, así que podría no darse. Podríamos tener una economía china más débil y eso es un riesgo para nuestra economía.
¿Y a nivel interno?
-La economía chilena sigue siendo muy abierta y, por lo tanto, los principales riesgos siempre y generalmente vienen del ámbito externo. Es verdad que ha habido episodios donde factores locales han jugado un papel muy importante en los eventos macroeconómicos, pero creo que hoy estamos en una situación donde los riesgos externos tienden a ser los más relevantes.
¿Ve que la incertidumbre política ha ido bajando luego del fin del proceso constitucional, o se mantiene?
-La incertidumbre se ha ido acotando bastante luego de los procesos constitucionales. El hecho de que no estemos hoy en un nuevo proceso de discusión acota la incertidumbre. El marco institucional en el cual nos movemos ahora y para los próximos años está más o menos claro, y eso ciertamente acota bastante los ámbitos de incertidumbre. Una menor incertidumbre es un factor que debería contribuir a dinamizar la inversión. Tener un marco institucional claro, reglas del juego claras, de cómo funcionan las instituciones del país, es clave para que la incertidumbre sea más acotada.
¿Y eso por ahora se está dando?
-Efectivamente, tenemos menos incertidumbre que la que teníamos hace algunos trimestres, donde estábamos discutiendo las reglas del juego básicas del país. Hoy día eso no está en discusión.
¿Se puede decir que este año será de recuperación económica o más bien de franca expansión?
-En nuestro último Ipom proyectamos que este año la economía va a crecer e irá cerrando las holguras de capacidad que existen. En el próximo Ipom vamos a revisar la cifra y vamos a ver cuál es nuestra nueva estimación de crecimiento para el año, pero ya en el último informe preveíamos que este año debería haber un crecimiento positivo, mejor a la situación de 2023.