Clínica Alemana brilla, mientras las isapres y su tradicional rival tambalean
Sus ingresos crecieron un 8% el año pasado, más que la industria y dejando cada vez más atrás a su histórica rival, Clínica Las Condes. Está en un proceso de eficiencia de costos que le ha reportado dividendos. Pero la amenaza cada vez más cercana de la caída de las isapres. “El lobo ya llegó, con el GES”, dice Cristián Piera, gerente general de la Clínica Alemana.
A veces la desgracia de unos es la felicidad de otros. Y Clínica Alemana es un buen ejemplo. El mal momento por el que atraviesa la que se consideraba su principal competencia, Clínica Las Condes (CLC), le ha significado un impulso a sus ingresos, en medio del incierto escenario que enfrenta la industria debido a la crisis de las isapres.
En 2023, los ingresos de la Alemana crecieron un 8% respecto al año anterior, hasta unos $500 mil millones (US$570 millones), según confiesa en números aproximados su gerente general, Cristián Piera, pues las cifras oficiales aún no están cerradas. Las tasas normales de crecimiento de la clínica han fluctuado entre el 5% y el 7%, tasas que de todos modos son superiores a los de la industria, según el ejecutivo. Y el incremento del año pasado, admite, ha sido fruto, entre otras razones, de aquellos pacientes que abandonaron la CLC.
“Estamos creciendo un poco más que la industria por la situación de este competidor. Muchos pacientes de ellos se han venido para acá y varios médicos también”, resume Piera.
Al hacer una comparación entre ambos centros hospitalarios, que hasta hace poco eran la referencia clínica en Chile, las diferencias se hacen evidentes. A septiembre, la clínica de Estoril acumulaba ingresos por apenas $149.514 millones (US$180 millones), con una caída interanual del 24%, una tendencia que probablemente se haya mantenido en el último cuarto del año. Al cierre del 2023, Alemana tenía 410 camas disponibles, lo mismo que en 2022, con un factor de ocupación de su capacidad hospitalaria del 73%. Y a septiembre pasado, CLC contaba con sólo 295 camas, pese a que en el año anterior tenía 345, con un factor de ocupación del 34%.
Y si se va a los resultados netos, en los primeros nueve meses del año, CLC acumulaba una pérdida de $ 3.400 millones. Y la Alemana, pese al adverso contexto de la salud privada, con isapres casi en quiebra y deudas millonarias con las mismas clínicas, ganó plata, aunque Piera no aclara cuánto. “Sí, hay un margen, que cada vez es más chico”, porque explica que los prestadores están imposibilitados de elevar los precios a las isapres, por lo que sus costos fijos, como las remuneraciones del personal, deben cubrirlos principalmente con eficiencias. El 60% del costo de operación de la clínica es el recurso humano, aclara.
Y hace una salvedad anecdótica: estudios de marca dicen que su principal competidor no es CLC, controlada por la empresaria y accionista de Falabella Cecilia Karlezi, sino la Clínica Santa María, propiedad de la estadounidense United Health Group.
Dónde encuentra eficiencias
En el último tiempo, en Clínica Alemana se han enfocado en hallar reducciones de costos en toda su operación, con programas de eficiencia que van más allá de reemplazar a personas por tótems para pagar el bono de atención. Basados en inteligencia de datos, apuntan a que, con las mismas camas, se atiendan más pacientes, y con los mismos pabellones, más cirugías.
En el primer caso, la estadía de los pacientes de cirugía se ha ido acortando, mediante altas tempranas para intervenciones de menor complejidad y uso de telemedicina para su seguimiento. Y en el segundo, se trata de aprovechar al máximo la capacidad de los pabellones, mediante la optimización del agendamiento de los médicos, ajustándolo al tiempo preciso que tarda cada facultativo en hacer su operación.
“El paquete de la cirugía para el paciente le sale más barato, pues el día cama es caro. Para la aseguradora también es muy bueno y para la clínica es muy bueno también, porque puedo utilizar más la misma infraestructura, porque si hay algo que hoy no puedo hacer es construir edificios”, dice Piera, enmarcando su sentencia en la crisis macro que está sufriendo el sector, en especial por los fallos judiciales que han hundido en la incertidumbre a las aseguradoras privadas de salud.
Alemana, propiedad de la Corporación Chileno Alemana de Beneficencia, tiene entre sus planes crecer en su propio complejo de Manquehue y Vitacura, así como en su clínica de La Dehesa y su centro médico en Chicureo.
Pero tiene congeladas todas sus grandes inversiones hasta que se acabe la incertidumbre sectorial.
Dado que su dueña es una corporación sin fines de lucro, las utilidades del negocio se reinvierten o se utilizan para ofrecer atenciones a personas de bajos recursos en la misma clínica. El gasto de capital se ha centrado en equipamiento y tecnología, en lo cual invierten en torno a los US$ 40 millones anuales.
Pero desde hace tres años que no reinvierten en nuevos edificios médicos, que por lo bajo requieren unos US$80 millones de inversión, pues han preferido engordar una caja a la cual recurrir en caso del colapso de una o más isapres, que les signifique una merma relevante en sus ingresos. Hoy el 95% de su recaudación proviene de pacientes de las aseguradoras privadas.
Al día de hoy, las isapres les deben a los prestadores más de $600 mil millones. Aproximadamente un 10% de esa cifra es la deuda que tienen con Clínica Alemana. “Las isapres son mucho mejor pagadoras que el Estado, a pesar de que estén casi en la quiebra. Pasan a ser peor pagadoras cuando quiebran. Hace ocho años quebró la antigua Masvida y todavía no nos pagan las garantías”, comenta. En el mejor de los casos, dice, aspiran a que les paguen el 30% de la deuda de la isapre desaparecida.
Ante el incremento de las acreencias de algunas isapres tras la pandemia, Alemana decidió desde hace ya un año y medio terminar con algunos convenios. En julio del 2022 lo hizo con Consalud y Nueva Masvida para las hospitalizaciones, cuyos cotizantes deben pagar directamente en la clínica y reembolsar en esas instituciones.
Crisis de las isapres: “El lobo ya llegó”
Muchos comparan la situación de las isapres con el cuento de “Pedrito y el Lobo”. Claro, ya va un año y medio con la amenaza del colapso del sistema privado de salud. Para el gerente de Alemana, “el lobo ya llegó, con el GES”. Porque aunque el fallo de la Corte Suprema de noviembre de 2022 que ordenó devolver a los cotizantes sobrecobros por la no aplicación de la tabla de factores única de la Superintendencia de Salud, fue un impacto mayor para las isapres, el dictamen del máximo tribunal de agosto del 2023, que fija un precio tope para el cobro de la prima GES, fue un golpe peor. Más aún, porque ni siquiera les dio tiempo a las isapres para cumplirlo, sino que debieron implementarlo a contar de este mes.
Piera cree que el golpe del GES es fatal, por lo que, si el Congreso no dice otra cosa, la industria comenzará a crujir en marzo. Esto porque las isapres dicen que sus ingresos caerán hasta en un 12% mensual debido al fallo y aunque la autoridad podría permitirles subir sus planes hasta en un 4% por la aplicación anticipada del Indicador de Costos de la Salud (ICSA) en febrero, no compensarían toda la baja. Sin embargo, aún tienen tiempo porque febrero es el mejor mes de las isapres, dado que les entran ingresos y la mayoría de la gente en vacaciones no ocupa prestaciones de salud.
La Comisión de Salud del Senado está discutiendo un proyecto de ley corta del gobierno para dar una salida, que obligaría a devolver hasta US$1.150 millones a los afiliados por el primer fallo de la Suprema, una carga que le sería imposible de sobrellevar al sistema. “Si se aprueba la ley corta como está, basta que se ejecute y en mayo caen todas las isapres, menos una”, asegura convencido. La única que se salvaría de este peor escenario es la isapre hermana de la clínica, Esencial, dado que su corta historia la protege de la carga financiera que traen sus rivales.
Ante la inminencia del desastre, Piera cree que los parlamentarios deben aplicar como ley corta la propuesta que les presentó una comisión de expertos, pues, a su juicio, da al menos tiempo para discutir una solución de más largo plazo y calcula una devolución de sólo US$400 millones por el dictamen de la Suprema de noviembre de 2022.
Y esa solución de largo plazo, para el gerente de Alemana, que es dueña también de clínicas en Temuco y Valdivia, es que los 19 millones de chilenos opten a un mismo plan de salud ofrecido por aseguradoras públicas y privadas, que permita la libre movilidad de los afiliados con un fondo de compensación, y sobre eso, quienes lo deseen, contraten un seguro adicional. “Pero esa reforma, aclara, no se puede hacer en seis meses”.
Crecer arrendando: el próximo centro médico será en San Carlos
En noviembre del 2022, Clínica Alemana abrió un centro médico vecino al mall Plaza Egaña, a una cuadra de un policlínico similar de Clínica Santa María. “Superamos todas nuestras expectativas allí, incluso con mejores resultados que nuestro centro médico de Chicureo, que lleva tres años, en número de consultas”, dice Piera.
Y los planes en ese barrio son mayores. La clínica es dueña de la esquina suroriente de las avenidas Ossa y Larraín, un terreno de unos 6 mil metros cuadrados con alta proyección de constructibilidad, donde podría instalar toda una nueva clínica con hasta seis subterráneos de estacionamientos, frente a la estación de metro, al megaproyecto inmobiliario Fundamenta y junto a la futura autopista AVO. Para ello la inversión no podría ser inferior a US$150 millones. “Tenemos todo estudiado, pero aún no está ni siquiera en la planificación cercana. Porque opciones de hacerlo ahora, imposible”, aclara Cristián Piera.
Lo que sí está en vías de ocurrir es la apertura de un centro médico en San Carlos de Apoquindo, mediante el arriendo de instalaciones, tal como lo hicieron en Plaza Egaña, que debiera ofrecer consultas y exámenes en el mall Paseo Los Dominicos de Camino El Alba con San Ramón. Allí ya se ofrece toma de muestras, pero a contar del primer trimestre del 2025 se abrirán consultas médicas y en el cuarto trimestre de ese año, servicios de diagnóstico. Un barrio, eso sí, que a diferencia de Ñuñoa-La Reina, tiene una fuerte competencia, pues allí están la clínica de la Universidad de los Andes, la de la UC y muy cerca, la propia Clínica Las Condes.
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