El gerente general de Clínica Alemana, Cristián Piera, cuenta que hace tres años en la entidad ya vislumbraban que el problema financiero de las isapres se estaba convirtiendo en una bola de nieve. Y comenzaron a prepararse. Hace un año, concluyeron que si las isapres quebraban, podrían arrasar con todo en su caída, golpeándolos severamente. “Lo primero que hicimos fue congelar inversiones de manera importante; las redujimos en promedio un 40%. También acudimos a los bancos para conseguir financiamiento extraordinario y reforzamos las atenciones remotas”, detalla.
Se pusieron en el peor de los escenarios. El sistema privado es la fuente del 90% de sus ingresos y más del 85% de sus pacientes proviene de ese sector. Sus utilidades finales, que se sitúan en torno al 5% sobre sus ingresos, se destinan exclusivamente a la reinversión en salud (85%) y beneficencia (15%), ya que pertenece a la Corporación Chileno Alemana de Beneficencia, entidad sin fines de lucro.
El tiempo les está dado la razón para tanto resguardo: hoy día la supervivencia de las isapres pende prácticamente del hilo de las voluntades políticas para salvarse y dar solución a sus tres millones de usuarios.
“Esperamos que los legisladores puedan llegar a una solución, no por las isapres, sino por los afiliados. Por cada isapre que quiebra son al menos 200 mil los afiliados que se tienen que ir al seguro público”, enfatiza Piera en su oficina de la torre de consultas de la Clínica en Vitacura. Confía en que haya un acuerdo que permita hacer una transición ordenada hacia un nuevo sistema. Tiene fe en que se logrará. Pero parte de su trabajo es también adelantarse y evitar daños a la firma. Por eso, la Clínica paró la construcción de dos edificios que ya habían conseguidos hasta sus permisos municipales en Vitacura y Lo Barnechea (La Dehesa).
Por la crisis, la firma contrajo su plan de inversiones de este año a un máximo de US$ 45 millones, enfocado en sistemas y tecnologías, principalmente. Nada de grandes obras, por ahora, hasta que haya más certezas. Inicialmente se iban a destinar entre US$ 70 millones y US$ 80 millones. “Pese a que estamos bastante apretados de espacio”, subraya Piera y explica que aprovechando las menores inversiones en infraestructura, aceleraron el adopción de las teleatenciones, que ya representan el 5% del negocio.
Seis meses más de espera
“Teníamos la esperanza de que el 31 mayo habría claridad. Pero ahora le hemos tenido que transmitir a los equipos, internamente, que al menos, vamos a tener seis meses más de espera”, dice el ejecutivo sobre el nuevo plazo que la Corte Suprema entregó hace dos semanas a la Superintendencia de Salud para hacer cumplir el fallo que obliga a las isapres a devolver los US$ 1.400 millones cobrados de más a sus afiliados. Las aseguradoras no tienen cómo ejecutar financieramente esa sentencia y la posibilidad de una quiebra general del sistema es uno de los escenarios que nadie descarta como posible epílogo de la crisis.
Las asociaciones de clínicas, isapres, el Colegio Médico y diversas organizaciones del mundo sanitario han advertido que en caso de que un prestador privado caiga en insolvencia los afectados también serán los usuarios del sistema público. Eso, porque Fonasa compra atenciones en el sector particular, por un lado, y porque habrá al menos un millón de cotizantes de las isapres que por precio o preexistencias deberán pasar al sistema público.
“Se nota la preocupación, nuestros médicos nos preguntan y los pacientes les plantean la misma inquietud a nuestro personal”, dice Piera en la entrada de la clínica, mientras se prepara para la foto que acompaña esta entrevista. Ahí, mientras algunos funcionarios que van entrando lo reconocen, cuenta que en Clínica Alemana se atienden al mes entre 5 mil 6 mil pacientes provenientes de Fonasa, especialmente exámenes.
“La deuda y el estrés financiero del sistema es gigante. Nosotros esperamos que finalmente el tema se resuelva dentro del nuevo plazo que otorgó la Corte Suprema, el 30 de noviembre”, sostiene.
Por eso fue que pidieron plata a los bancos. Activaron líneas de crédito para resistir en caso de una quiebra general de las isapres, que de producirse haría caer la actividad de Clínica Alemana, “en hasta un 75%”, reconoce el gerente general.
Consalud y Nueva Masvida
El sistema de isapres es clave para el grupo Alemana, que además de las clínicas del mismo nombre en Temuco y Valdivia, posee la aseguradora Alemana Seguros e Isapre Esencial, la más nueva del sistema. Controlada por Grupo Alemana SpA, la clínica es uno de los centros médicos referenciales del país y todas las isapres ofrecen al menos algún plan asociado a atenciones en la entidad.
Claro que hoy la clínica no está recibiendo hospitalizaciones de afiliados de las isapres Consalud y Nueva Masvida, debido a que esas entidades no han respetado las fechas de pago. “Hoy día Clínica Alemana tiene convenio con todas las isapres para los pacientes ambulatorios. Para los pacientes hospitalizados de esas dos isapres no estamos en convenio en este momento, pero les estamos damos todas las facilidades para que paguen a fecha y puedan tramitar su reembolso. Para nosotros es muy importante por el bien de los pacientes que se cumpla con los plazos de bonificación de las cuentas de hospitalización”, puntualiza.
Piera, en todo caso, advierte que la situación del sistema completo es muy frágil hoy. Y apunta al sistema de garantías sobre el cual se sostiene el pago a prestadores de atenciones de salud como clínicas, laboratorios, centros de diálisis, y radiológicos, centros médicos o profesionales. Dice que, en rigor, ninguna isapre podría cumplir cabalmente hoy con esa norma que las obliga a tener provisionados esos pagos.
“Como a los pacientes no se les puede cobrar mientras las isapres no hayan pagado, al final la deuda real es mucho mayor. Entonces por eso es tan complejo para los prestadores permitir que se alargue tanto el plazo de pago, porque si una isapre cae en insolvencia y en caso extremo varias caen en solvencia, ponen en riesgo al prestador”, explica.
Cínica Alemana lo vivió en carne propia. En 2017 cuando Isapre Masvida cayó en insolvencia, la Alemana debió ponerse en la fila de los acreedores, donde sigue hasta ahora. El ejecutivo añade que la ley corta, para darle un respiro a las isapres, establece que para efectos del cálculo de la garantía no se computarán los US$ 1.400 millones. “Eso hace más inviable el sistema”.
Entonces, ¿qué hay que hacer?
- Ponerse de acuerdo en una reforma que lleva en discusión 14 años y después empezar a pensar en el nuevo sistema que se acuerde bien. Tenemos que hacer un modelo de salud más eficiente, de buen estándar a través de un médico familiar, que derive internamente. Creemos que el modelo de salud que se defina como país debe tener mucho de prevención.
Mientras tanto, ¿sirve la ley corta?
- Tal como está hoy día, no, porque lo que hoy día la ley corta establece es devolver los US$1.400 millones y genera una caída en los ingresos al año de otros US$400 millones, entonces no hay ninguna posibilidad.
Y esta nueva modalidad de cobertura complementaria de Fonasa que trae la ley corta, ¿soluciona algo las cosas?
- Es algo muy bueno. Hay mucha gente de Fonasa que está en la lista de espera y que podría contratar este seguro de cobertura complementaria. El problema es cómo las compañías de seguros van a soportar este riesgo. Todo lo que aporte para reducir las listas de espera es bienvenido y sería bueno probar esta cobertura complementaria primero en los 15 millones de afiliados a Fonasa, antes de que se incorporen los otros tres millones de las isapres. Pero todo va a depender de las condiciones.
¿Qué pasaría si finalmente solo algunas isapres cayeran?
-No todas las isapres están en la misma situación financiera. Si una isapre cae, sabemos que un tercio de sus afiliados se iría al sistema público, porque desgraciadamente no podría contratar un seguro privado, y los otros dos tercios se recolocarían en el resto del sistema, dándole más oxígeno a las isapres que se mantengan.
¿Y en ese mundo cómo queda isapre Esencial?
-Es del grupo Alemana. Esta es una isapre que el grupo creó hace más de 20 años para ponerla en funcionamiento cuando las reglas estuviesen claras, pero llegó un momento en que la situación de las isapres era tan compleja que el grupo decidió ponerla en funcionamiento. Lleva casi un año operando, no tiene que cumplir con la tabla de factores porque se creó después de eso.
Entrando al segundo semestre... ¿qué ya se cumplió de lo que se presupuestaron para este año?
-Telemedicina, uso eficiente de la infraestructura, ambulatorización de las atenciones, compra de tecnología, todo eso va caminando muy rápido. Lo que me tiene preocupado son los proyectos de construcción que son largos. Teníamos un proyecto importante de crecimiento con consultas y camas en Vitacura y en La Dehesa tenemos aprobado un edificio que en la práctica duplica el tamaño que ya teníamos. Todo eso está esperando. En Chicureo, estamos duplicando nuestro servicio de urgencia y entre medio, hemos seguido creciendo con la clínica ambulatoria en Plaza Egaña. Yo tengo varios años en esta empresa y nunca habíamos estado tanto tiempo esperando para construir.
Telemedicina para un año lleno
Cristián Piera, quien este año cumple 22 años en la clínica, habla con entusiasmo del mayor uso de la tecnología. “Cuando yo llegué aquí, las cuentas se mandaban en papel a las isapres. Hoy día se mandan de manera electrónica. Todo lo que agiliza los procesos con la tecnología sea bienvenido”, comenta.
Está entusiasmado con el proyecto de telemedicina de la clínica. Sobre todo este año, que la actividad ha superado a la de varios ejercicios anteriores.
Quiere que las atenciones remotas lleguen a representar la mitad de todas las consultas. Hoy día realizan al año, aproximadamente, 60 mil teleconsultas y prácticamente un millón de consultas presenciales. “Es un cambio cultural que también requiere que las aseguradoras bonifiquen en línea”, comenta.