En 2015 los líderes mundiales reunidos en Naciones Unidas, adoptaron los denominados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que constituyen una agenda que aborda las causas fundamentales de la pobreza y nos unen para lograr un cambio positivo en beneficio de las personas y del planeta, además de promover el consumo y la producción sostenible y garantizar la prosperidad de las personas.

Estas metas, en economías emergentes como la chilena, con grandes oportunidades y en plena etapa de crecimiento, parecieran ser difíciles de alcanzar, sin embargo, teniendo en cuenta estos objetivos que impulsan al mundo a un desarrollo más próspero y sostenible, resulta interesante revisar la ruta de desarrollo de nuestro país.

Chile es un caso de éxito cuando se habla de estabilidad política y económica, así como de inversión extranjera. Uno de los factores principales que le ha permitido desarrrollarse en forma más rápida que el resto de Latinoamérica ha sido la industria minera.

Rico en agricultura, pesca y minerales, Chile es un caso que demuestra que la buena gestión de políticas públicas en combinación con una acertada asociatividad pública y privada, impulsan el desarrollo económico, lo que se ve reflejado en crecimiento en empleo, salud, educación e infraestructura.

En este sentido cabe destacar el aporte que ha generado al país la minería del cobre, contribuyendo de forma directa a lograr los ODS. Esto se ve reflejado en un aporte promedio de 10% al PIB del país en los últimos 20 años y 7,8% a los ingresos fiscales entre 1990 y 2016.

En el caso de regiones mineras como Antofagasta, el aporte ha alcanzado un promedio de 63% del PIB regional entre 2008 y 2014. La minería emplea directamente a casi 400.000 personas, lo que equivale al 5,4% de la fuerza laboral del país. Esta cifra se multiplica significativamente si se considera que por cada empleo directo se generan indirectamente otros 3,7 puestos de trabajo, a través de industrias proveedoras y relacionadas, investigación e innovación.

Estas cifras lograron posicionar al país como un ejemplo en la región. Otros países ricos en recursos naturales y que comparten la misma agenda de los ODS pueden ver en la experiencia de Chile un modelo a considerar.

Es innegable que la minería del cobre está situada como eje en el centro del desarrollo económico de nuestro país. También el cobre de Chile -y sus propiedades- juegan un rol fundamental en el impulso y desarrollo de nuevas tecnologías verdes.

El cobre es esencial para el desarrollo de energías renovables, tanto solar como eólica, lo que reduce los gases de efecto invernadero, ayudando a mitigar el cambio climático. Aún más, el cobre es fundamental para la naciente transformación tecnológica con mayor impacto positivo en el desarrollo sostenible: la electro-movilidad.

El cobre se vincula de manera amplia y decisiva con la agenda de desarrollo sostenible, impulsando a Chile a jugar un rol clave en este desafío.