La inauguración de Chuquicamata Subterránea y el nombramiento de Octavio Araneda como presidente ejecutivo son dos inyecciones de energía para Codelco, que extienden la vida útil de un distrito minero clave para Chile y que aportan en la renovación generacional de la empresa. Estos hitos son fundamentales pues el panorama venidero es desafiante, al punto de arriesgar la viabilidad de Codelco.
La más grave amenaza para el futuro de Codelco es que se imponga la incomprensión del mundo político sobre lo que necesita una compañía minera para desarrollarse competitivamente. El dueño (el Estado y sus representantes), tiene derecho a exigir cuentas claras a su gestión y al parecer existe una insatisfacción al respecto, como se ha visto con las acciones de la Contraloría y la Cámara de Diputados. Pero si esta insatisfacción se convierte en un estrangulamiento de la capacidad de gestión corporativa, Codelco caerá tarde o temprano. Recientemente el gobierno anunció una ley para intentar resolver el conflicto entre el poder político y Codelco, cuyo resultado será clave para saber si Codelco es viable como empresa. Sin duda, esto no es un llamado a evitar o relajar el control, pues el dueño tiene derecho a hacerlo, el asunto es cómo se implemente: si la idea es que el control se asimile al de un ente público estándar, no hay futuro empresarial posible.
En materia ambiental, es llamativa la arremetida de parlamentarios contra Codelco, acusando el ejercicio de poder para lograr impunidad específicamente en la fundición de Ventanas, pues ante el desastre ambiental de Quintero son algunos parlamentarios los que buscan poner a Codelco como el foco de los problemas, soslayando las otras empresas que operan allí.
Codelco es la empresa más importante del país y, por ende, debe enfrentar grandes presiones, pero si éstas son poco realistas y se nutren de visiones parciales, técnicamente precarias, sin mirada de negocios, o por intereses cortoplacistas, Codelco arriesga su viabilidad. Más aún cuando los próximos años serán los más cruciales de toda su historia, pues deberá ejecutar grandes proyectos de inversión por lo que enfrentará sus mayores compromisos financieros.
La mayoría de las empresas estatales mineras en el mundo han fracasado. La existencia de Codelco es una notable excepción y si se quiere evitar que caiga, esta es la hora decisiva y la resolución adecuada del conflicto con el poder político es el primer y mayor desafío.