Mucho se habla de la cultura de la colaboración. Pero pocas veces tenemos la oportunidad de presenciar ejemplos concretos de ecosistemas colaborativos, y menos aún, con resultados tan evidentes como beneficiosos. Es el caso de Boston, una ciudad que se ha forjado como un hub de innovación y emprendimiento a través del trabajo conjunto y el intercambio entre gobierno, universidades, emprendedores y empresas, lo que ha generado un entorno único para el desarrollo de nuevas tecnologías y la innovación.
Hace unas semanas, y gracias al MIT Sloan Latin America Office y a ChileMass, tuvimos la posibilidad de viajar con un grupo de líderes empresariales para conocer más sobre este ecosistema. Nos sorprendió a todos el nivel de trabajo colaborativo dentro y entre instituciones. En el MIT Media Lab, donde diversos grupos de trabajo multidisciplinarios comparten sus avances e interactúan entre sí, en la propia ciudad de Boston, donde muchas compañías y startups están abiertos a compartir aprendizajes y a colaborar en proyectos innovadores, y en el gobierno local que explícitamente ha creado espacios de colaboración físicos y fomentado la interacción dentro de Massachusetts y con otras naciones (por ejemplo, con Chile).
A mi juicio (y de muchos líderes que visitaron Boston) uno de nuestros desafíos más importantes como país es cultural: la cultura de la colaboración será clave para nuestro desarrollo sostenible a futuro. Somos muy desconfiados, nos cuesta compartir, nos cuesta escuchar, nos cuesta abrirnos a que otros nos miren y opinen, son comportamientos muy comunes en nuestra cultura empresarial (¡y social también!).
Necesitamos organizaciones más transversales, sin silos, con mayor colaboración y trabajo multidisciplinario, con niveles de conversación más profundos, líderes más horizontales y conectados, y con una mayor (mucho mayor) apertura mental para "exponerse" a otros y trabajar en un entorno más abierto y diverso.
Nos urge generar más iniciativas públicas y privadas para crear y y aprender a colaborar, generar capacidades, y potenciar la confianza. Algunas preguntas clave: ¿Qué espacios de colaboración e iniciativas está generando el Estado? ¿Cómo logramos que colaboren más (y no compitan) nuestras universidades? ¿Cómo sumamos fuerzas entre diversas empresas para innovar en áreas críticas? ¿Cómo cambiamos nuestra mentalidad profundamente competitiva (que nos sirvió bien en una etapa de desarrollo) a una colaborativa (clave en este nuevo contexto)?
ChileMass es un gran ejemplo, que está impulsando que compañías e instituciones chilenas se "conecten" con universidades, empresas y talento en Massachusetts, y que compañías de allá prueben sus tecnologías en Chile. También hay otros buenos ejemplos que comienzan a aparecer en Chile en los cuales grandes empresas se están abriendo a experimentar con innovadores externos. Pero debemos ir más rápido.
Finalmente, observamos a los jóvenes en nuestro país que ya traen gen más colaborativo en su ADN, pero el desafío es cómo vamos a re-entrenar (y cambiar paradigmas) a los líderes actuales y a nuestra fuerza laboral.