Al igual que otros grandes avances en el desarrollo de nuestra historia y cultura, la inteligencia artificial (IA) trae junto a sus múltiples ventajas, evidentes desafíos. Uno de los más grandes: ¿cómo avanzar manteniendo una mirada ética que guíe su uso y aplicaciones?

Cada vez con más usos en un listado infinito de ámbitos como la educación, creación cultural, salud o seguridad -por citar algunos-, los sistemas de IA nos generan suspicacia y pese a su beneficio, nos concentramos en su eventual perjuicio.

Ejemplos recientes nos muestran cómo la convivencia escolar se puede ver dañada. El uso de IA en la manipulación de imágenes y su posterior difusión generó la presentación de recursos de protección por parte de los afectados y la Fiscalía podría llegar a determinar que este caso califique como uso de material pornográfico.

En la música, Billie Eilish, Pearl Jam y muchos otros artistas rechazan el uso de IA. No obstante, el proceso creativo se hace más rápido, prolífico y aceptado por un creciente número de otros artistas. La propiedad intelectual y los derechos de autor serán vistos desde una mirada mucho más rigurosa de ahora en adelante.

En ese sentido, distintas ramas de la IA tienen enfoques específicos. El aprendizaje automático se centra a partir de experiencias anteriores. El procesamiento de lenguaje natural se enfoca en que la máquina entienda y se comunique usando un lenguaje humano, y la visión por computadora permite que las máquinas entiendan y procesen imágenes fijas y videos, lo que les abre la posibilidad de percibir el mundo exterior de una manera análoga a como lo captamos los humanos.

Todo este escenario que hace algunas décadas era motivo de novelas de ciencia ficción, hoy nos acompaña y, naturalmente, nos preocupa y desafía. Revisemos qué piensan los chilenos al respecto. De acuerdo con la séptima edición de nuestra Radiografía Digital a Niños, Niñas y Adolescentes, el 86% de los estudiantes de enseñanza media ha utilizado este tipo de herramientas, aunque sólo un 28% se siente bastante o muy informado al respecto, y sólo uno de cada cinco adolescentes dice confiar en las respuestas entregadas por la inteligencia artificial.

En el caso de las personas mayores, en 2023 realizamos un estudio que entre sus resultados muestra que cuatro de cada 10 encuestados sienten temor por la inteligencia artificial.

Para avanzar a la altura del cambio tecnológico que vivimos en esta sociedad cada vez más digital, requerimos estar preparados, informados y conscientes de los desafíos éticos que implica.