En el Día Mundial de Lucha contra la Sequía y la Desertificación debemos recordar que enfrentamos una crisis hídrica sin precedentes. Según la Dirección General de Aguas, 128 comunas del país están bajo decreto de escasez hídrica. Es decir, 36% de la población nacional. En la Región Metropolitana considera a 23 comunas, dado por la baja en los caudales de los ríos Mapocho y Maipo que cuentan con 87% y 75% de déficit respectivamente.

Aunque para 2023 se espera la influencia del Fenómeno del Niño, proyectando más lluvia para el invierno, la sequía no nos ha dejado, en un otoño en que las temperaturas han superado los 20° y donde la estación Quinta Normal marca 85% de déficit en agua. En la vereda opuesta, la encuesta Criteria “Informe de Escasez de Agua en Chile” constata que ha descendido la preocupación ciudadana sobre la problemática y sus riesgos y que más de 30% de los encuestados cree que no puede hacer nada frente a ella.

Que las lluvias eventuales no nos desvíen del foco. La emergencia está lejos de detenerse y así debemos entenderlo desde distintos roles, asumiendo el desafío de preparar a la Región Metropolitana y aumentar su resiliencia. En Aguas Andinas, esta titánica tarea la cumplimos con un sostenido plan de inversiones de más de US$ 250 millones en cinco años y proyectando otros US$ 330 millones para el mismo período futuro.

Trabajamos intensamente en ampliar y modernizar nuestras plantas y, solo en 2022, reforzamos el suministro para 10 comunas, vale decir, más de 1,5 millones de habitantes de distintos puntos, pero con impacto positivo en toda la región, avanzando también en buscar nuevas fuentes que descongestionen el uso de agua superficial. Y no nos detendremos. Prontamente, inauguraremos un nuevo gran estanque que robustecerá a todo el Gran Santiago.

Esta labor la desplegamos con la convicción de que se requiere el compromiso de todos. En esa línea, el acuerdo con las Asociaciones de Regantes de la Primera Sección del Río Maipo de 2021 aumentó la disponibilidad de agua para los habitantes de la capital y abasteció casi 30% de su demanda en 2022, contribuyendo a mantener los niveles del embalse El Yeso, principal reserva de agua.

Hemos avanzado, pero el cambio climático y sus impactos se mantienen latentes y nos imponen nuevas y desafiantes metas, las que enfrentamos con la responsabilidad que nos toca. El tiempo se agota y seguiremos trabajando. Este año será esencial para focalizar y abordar una nueva visión, a la altura de la urgencia climática, donde se concentrarán nuestros esfuerzos y la certeza de que somos una de las primeras líneas de defensa concreta contra la megasequía.