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Columna de Gonzalo Restini: “Donald y su amigo argentino”

"Argentina nunca más pudo librarse del Desarrollismo. Milei lo está intentando. Le debe costar creer, aunque no lo debe comentar con nadie, que Trump esté haciendo lo mismo que Argentina desde hace 70 años. Quizás se le ha pasado por la mente que Prebisch, cual Mathew Perry, se ha tomado el cuerpo de Donald para implementar sus teorías en el lugar más inesperado de todos: los Estados Unidos de América".

Gonzalo Restini, emprendedor y panelista de Información Privilegiada de radio Duna.

“Tuve un sueño muy loco. Tenía 17 años, estaba de vuelta en el colegio. Fue terrible”. Mathew Perry, 17 again.

Mathew Perry se hizo famoso en Friends. Fue el primero del irrepetible lote en irse de este mundo, después de transitar desordenadamente por él. Antes de salir de escena para siempre nos dejó el que creo fue su mayor éxito en la pantalla grande: “17 Otra vez”, donde se explora el recurrente tema del intercambio de cuerpos. Una comedia en apariencia menor, pero con reflexiones interesantes respecto a los momentos clave de la vida: los errores decisivos, la frustración por el talento no aprovechado, la empatía y la redención. Así, la mente y el alma del hijo de 17 años pasan al cuerpo del padre de cuarenta y tantos. El padre, por otro lado, comienza a habitar la vida de su hijo. Todos aprenden mucho. Pero el papá, interpretado por Perry, es quien saca las mayores conclusiones respecto a dónde perdió el rumbo y cómo intentar enmendarlo.

Es muy raro que seamos los latinoamericanos que vengamos del futuro. Normalmente vamos a la retaguardia, atrasados. Hoy vemos lo que hace Donald Trump con su Guerra Comercial, causando caos en los mercados financieros y pesadillas en las cadenas de suministro, y podemos opinar con propiedad respecto a lo que viene después. No desde los argumentos y las teorías, sino de la experiencia de quienes han sufrido estas ideas en carne propia. Venimos de vuelta y lo podemos decir con propiedad: Donald, ahí no te metas más. Aprovecha la pausa de 90 días para dar una vuelta en U.

Muchos dicen que el argentino que piensa más parecido Trump es Milei. Eso no es cierto. En muchos sentidos están en las antípodas. Milei cree en el libre mercado. Sus enemigos son la intervención, las distorsiones, la mano del Estado estropeando la iniciativa privada. Todo lo contrario de lo que está haciendo Trump, que es lo que arruinó a Argentina. Me atrevería a decir que, en realidad, el argentino que piensa más parecido a Trump es un hombre del pasado, al que Milei seguro detesta.

Raúl Prebisch, economista trasandino, fue el máximo ideólogo de la Cepal en los 50 y 60. Su marca de fábrica fue la teoría del “Desarrollismo”, que sostenía que los países desarrollados tenían niveles de inversión e infraestructura que generaban una ventaja creciente en la producción de bienes y servicios de alto valor agregado. Así, se producía una desigualdad cada vez mayor con los países subdesarrollados, productores de materias primas. No había beneficios en el Comercio Internacional, sino todo lo contrario. Los países ricos se fortalecían y los pobres se debilitaban. Una teoría que seguramente usted le ha escuchado, con pocas variantes, a los muchachos del FA. Pero ahora es la luz en la cima de la montaña, USA, que enarbola los mismos argumentos. “They are ripping us off ¡” Las obras de Prebisch podrían estar en el velador de Trump. Se resumen en dos conceptos: suba los aranceles y sustituya importaciones para desarrollar la industria nacional.

Toda Latinoamérica cayó en los brazos del Desarrollismo entre los 50 y 70. Argentina, Brasil, México y Chile cerraron sus economías para hacer Citronetas y televisores Antu en Arica, Ford Torinos en Córdoba y Escarabajos en Sao Paulo. El resultado fue fantástico para unos pocos empresarios y desastroso para la inmensa mayoría: productos caros, malos, de tecnología anticuada. Como usaban en gran parte piezas importadas, gravadas con aranceles, se armaban lobbies para bajar su precio mediante mecanismos de odiosa discriminación. Las economías sufrían. Los ciudadanos padecían la falta de prosperidad.

Nosotros hicimos toda la vuelta. Chile fue el primero en salirse de este funesto sistema. La oferta de productos explotó casi al instante: televisores y autos japoneses de alta calidad y bajo precio multiplicaron la capacidad de consumo de los ciudadanos. Arica dejó de hacer autos. El país se concentró en producir lo que el planeta demandaba, donde teníamos ventajas competitivas: cobre, vino, salmones, litio, servicios de todo tipo. El nivel de prosperidad general se multiplicó.

Make America Great Again a punta de tarifas, dice Donald. Nadie sabe exactamente qué busca. Yo creo que de verdad piensa que Prebisch tenía razón. Ojalá la pausa de 90 días del miércoles sea un punto de inflexión que termine demostrando que lo que en realidad quería era bajar los aranceles, como sostienen algunos que buscan entender lo inexplicable. Creo que no es así. El discurso de Prebisch lo lleva en la piel hace décadas y es difícil que se desdiga. Tampoco creo en explicaciones alternativas más alambicadas, como que busca una recesión para bajar las tasas y refinanciar la deuda a tasas más baratas.

Argentina nunca más pudo librarse del Desarrollismo. Milei lo está intentando. Le debe costar creer, aunque no lo debe comentar con nadie, que Trump esté haciendo lo mismo que Argentina desde hace 70 años. Quizás se le ha pasado por la mente que Prebisch, cual Mathew Perry, se ha tomado el cuerpo de Donald para implementar sus teorías en el lugar más inesperado de todos: los Estados Unidos de América.

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