“El secreto de la felicidad es… tener expectativas bajas”: Warren Buffett, inversionista norteamericano.

Comienza un nuevo año. ¿Qué sorpresas traerá entre su ropaje el 2024? Nadie lo sabe. El 2023 fue un año para el olvido en Chile. Lo más relevante, quizá, es que viene a encadenar nuestra primera Década de Decadencia. Eso es durísimo. Pero esta columna no será sombría sino optimista. Porque, para ser sinceros, nadie esperaba mucho del año pasado. Sobre todo porque los pronósticos a nivel global eran muy malos: recesión en los países desarrollados y caídas generalizadas en el precio de los activos por culpa de las tasas altas. La inflación era el villano y el culpable. Pero esa predicción de hace 12 meses no se cumplió. Para alegría de todos, apareció el bueno de Warren: los mercados globales, medidos por el MSCI World, subieron más de 18% y EE.UU. logró estabilizar los precios creciendo a un increíble 4,9% anualizado en el tercer trimestre.

Nosotros también pudimos domar el potro de la inflación. Y el ministro Marcel está feliz porque aún le quedan esperanzas de ir por algo más del crecimiento cero o negativo. Me acordé del “Ojo del Halcón” de los tenistas: todos contienen el aliento a ver si este lento globito que fue el 2023 agarra línea y cae dentro de la cancha. Si salimos en positivo, superaremos las expectativas y se celebrará como un triunfo. Ya casi nadie se acuerda cuando estábamos acostumbrados a esos cañonazos que eran los crecimientos de 5% y más. Algunos ya empiezan a decir que nunca fue verdad, sobre todo en Twitter. Por eso, en otra nota positiva, el ranking de The Economist cayó como maná del cielo. “¿Lo vieron? ¿Acaso no éramos un desastre? ¿Cachan el Economist?”, dijo un coro de exultantes incondicionales. Casi nadie reparó que el ranking era bastante raro, sobre todo porque no andábamos tan bien en ninguna de las 5 métricas, dos eran más bien mérito del Banco Central que del gobierno y en el tema crecimiento aparecemos con un +0,5% que no alcanzaremos (con 0% caemos unos cinco lugares en esa métrica). “Tocados por los Dioses” se llamaba el artículo. Algo exagerado para nuestra enclenque condición actual. Pero estábamos séptimos. Nadie lo esperaba. De seguro muchos quedaron mirando felices con la sonrisa incrédula de quien encuentra un tesoro pequeño, pero inesperado. Todo esto, a pesar de que (sin haber hecho la pega, sin que el ranking existiese y a riesgo de equivocarme) hubiésemos sido top 3 fijos durante los famosos “30 años”.

La última gran noticia del 2023 la trajo el deal entre Codelco y SQM. Dos partners improbables y, ante todo, hasta hace poco incompatibles. Una empresa exitosa, pero acorralada por su historia y un socio lleno de problemas dejaban poco espacio a la esperanza. Pero, demostrando pragmatismo, arrojo y oportunismo, se unirán en santísimo matrimonio por conveniencia durante 36 años. Un win win, sin ninguna duda. Los Capuleto y los Montesco salvados en Verona del enfrentamiento y la muerte inevitable, celebran el enlace y se dirigen ahora a la gloria eterna en las alas de un Tesla. Cómo no dormir bien después de eso.

Al igual que en el caso del título del artículo del The Economist, celebrar esto como el éxito de la “Estrategia Nacional del Litio” y descorchar champaña, porque se ha probado que Mariana Mazzucatto estaba en lo cierto parece una desmesura. Una estrategia es una planificación general. Esto se trató de una situación única e irrepetible. La real métrica de éxito no es lo que pase con el acuerdo con SQM. Tampoco cuántos impuestos se paguen al Estado. Lo que va a determinar si la “Estrategia” es exitosa, será que más empresas lleguen para explotar el litio (dispuestas a ser minoritarias del Estado chileno), cuánto logramos exportar, cuántos empleos somos capaces de crear, cuántos proveedores se desarrollarán. Y todo eso está por verse.

Pero quedaba más. El 2 de enero, cuando el 2024 recién abría los ojos, salió una noticia en CNBC que señalaba que Fitch, Bank of America y Citibank coincidían en su visión alcista para el cobre. De aquí a fines de 2025 subiría 75%, lo que da un precio de US$6,65 la libra! Sería la gloria. Y es verdad que, contra el consejo de Buffett, esto sube las expectativas. Pero si el gobierno de Boric, con los acuerdos del litio y esos precios del cobre, termina consolidando a Chile como un titán planetario de la economía extractivista, todas las volteretas anteriores parecerán anecdóticas. Por suerte, por obligación o por pragmatismo, habrá encontrado la receta de la felicidad, destrozando todos los pronósticos. Quizás tragarse ese sapo (que en realidad es un príncipe) termine con este penoso tránsito por la decadencia, que ya inicia su segunda década. Sería un logro enorme. Casi todos (a excepción de algunos de sus más duros seguidores) estaremos eternamente agradecidos.