¿Será el tercer intento en pensiones el definitivo? Uno quisiera que sí. Ahorramos poco, vivimos más y la plata para pensiones sencillamente no da. Pero el riesgo de no llegar a puerto estará nuevamente ahí. Los acuerdos políticos asoman aún más complejos que en intentos anteriores y la propuesta del Ejecutivo, en los términos planteados, tiene nula viabilidad política. Si bien, en mi opinión, ésta tiene aspectos positivos, también elementos negativos que dificultan avanzar.
Partamos por lo bueno. Es positivo que el ahorro sea pilar central del sistema. Ahorro individual, tal como lo conocemos hoy, y una componente de ahorro colectivo, aunque solo en el largo plazo. Bienvenido giro desde una coalición gobernante cuyos sectores más duros abogaban por el reparto. El ahorro es clave para la sostenibilidad del sistema. El reparto, garantía de insostenibilidad. A su vez, el ahorro apalanca un mercado de capitales robusto (que, a porrazos, producto de los retiros, vimos cuan fundamental es) y es sostén del crecimiento económico.
Los problemas comienzan con la propuesta de 6 puntos de cotización a “cuentas nocionales”. Esto es, a una promesa de pago sobre las cotizaciones individuales, con una rentabilidad “nocional” menor a la real.
Se trata de un concepto difícil de entender por la ciudadanía en relación a una cuenta individual con dinero tangible. Máxime cuando, producto de los sucesivos retiros que la coalición gobernante promovió cuando era oposición, la ciudadanía le tomó el gusto a su dinero y hoy, mayoritariamente, quiere ver las cotizaciones en sus cuentas. Podrá gustar o no, pero este es un dato de la causa. Cuesta promover un fondo colectivo con cuentas nocionales, cuando ayer se insistió hasta la saciedad en la propiedad de los fondos y su uso irrestricto.
Por otro lado, las cuentas nocionales no son un fin en sí mismo como algunos parecen creer. Son un instrumento para un objetivo. Si el objetivo del gobierno es hacer solidaridad intra e intergeneracional (reparto) con el 6% adicional, la pregunta es si las cuentas nocionales son el único y mejor instrumento. Lo cierto es que éstas pueden ser vistas como un vehículo de préstamo para financiar un reparto transitorio: se usan las cotizaciones adicionales de los primeros años para pagar el reparto y se promete devolverlas (cuentas nocionales) girando contra la diferencia entre el retorno efectivo de los ahorros subsecuentes y la menor tasa nocional. Para un ciclo laboral completo, estimo que el reparto puro implícito equivale a 2,4 de los 6 puntos adicionales.
Visto como instrumento de financiamiento, el criterio nocional deja de ser el único posible. Una alternativa es que parte de los 6 puntos vaya a cuentas individuales y otra a financiar la componente de reparto y la solidaridad intra generacional (y cualquier descalce temporal de flujos se financie con un préstamo contra el fondo). La pregunta es cuánto reparto tener, lo que, a su vez, supone establecer un objetivo de tasa de reemplazo. Una discusión que hemos omitido y que no puede hacerse como si la PGU no existiera, máxime cuando se plantea aumentarla.
Si las cuentas nocionales no son estrictamente necesarias, tampoco que el 6% adicional deba ser administrado exclusivamente por el Estado. Este podría actuar como una AFP estatal, compitiendo por administrar la parte del 6% que iría a cuentas individuales. Ello destrabaría otro de los nudos del proyecto.
Se establece también que las futuras cotizaciones del 10% deban ir por defecto al administrador estatal, aunque con opción de retracto o cambio. Esto no es inocuo. ¿Por qué dar por ley una ventaja competitiva al administrador estatal? Y es que, como enseña la economía conductual, las personas tienden a permanecer en la opción por defecto. Sería más sano licitar bloques de afiliados, actuales y futuros, por menor comisión y con opción de retracto. Ello diluiría rentas vía mayor competencia, tanto entre administradores privados como con el estatal (asegurando neutralidad competitiva), y sería un cambio potente en la organización industrial.
Y si de organización de la industrial se trata, no parece prudente desmembrar por completo las funciones de una industria en funcionamiento, concentrándolas con fe ciega en un Estado que deja que desear en muchos planos. Una forma de avanzar podría ser regular la recaudación (hoy integrada verticalmente con las AFP) y centralizar la cobranza en el SII, institución con evidentes ventajas para cobrar las cotizaciones impagas junto con los impuestos.
Estos son algunos de los nudos de la discusión de pensiones. Que la tercera sea la vencida requerirá mucha flexibilidad y pragmatismo del gobierno. Dado que su propuesta ya significa un movimiento importante respecto a las posturas más radicales de su coalición, la pregunta es cuánto margen de maniobra le queda.