El 7 de mayo de acerca, fecha en la cual elegiremos a los miembros del Consejo Constitucional, uno de los órganos encargados de redactar la propuesta de nueva constitución; y, de hecho, el único cuyos miembros serán designados por elección popular. Sin embargo, muchos de nosotros hemos sido testigos en las redes de más de un intento para que la población vote nulo, o, más aún, “invitaciones” a no presentarse a votar.

Votar es una obligación cívica y elegir a nuestros representantes en este proceso es un derecho, y, como mencioné anteriormente, nuestro voto será fundamental para el camino que tome el proceso de escribir esta nueva constitución. Sin embargo, más allá de lo evidente, estas elecciones enviarían relevantes señales al mundo político, las que podrían cambiar el rumbo del gobierno y las reformas que actualmente se negocian en el congreso, entre otras cosas.

Para comenzar, estas son las primeras elecciones en las que elegiremos representantes con voto obligatorio en más de una década (más si consideramos que actualmente rige un sistema de inscripción automática y voto obligatorio). Esto implica que habría una proporción relevante de nuevos votantes cuya intención de voto no es clara (solamente para ilustrar, en la segunda vuelta de las últimas elecciones presidenciales la participación fue de 55,6%, mientras que en el plebiscito de salida 85,9%; en la primera con voto voluntario; en la segunda, obligatorio), lo que puede significar un cambio relevante en los equilibrios políticos.

Además, existe menor recordación de los candidatos actuales que en elecciones anteriores, por lo que es posible que un porcentaje importante de los votantes elijan al partido antes que al candidato. Así, los partidos podrían leer esta elección como una medida del respaldo popular a las acciones que han tomado en el último tiempo. Cabe destacar que este apoyo va más allá de cuántos escaños logre la coalición de izquierda y cuantos la de derecha (tema en el cual se ha centrado la atención mediática), sino, al interior de cada bloque, qué tanto soporte tendrían las posturas más dialogantes, las más obstruccionistas y hasta las populistas, posturas que, por cierto, hoy por hoy trascienden el color político.

Por último, el gobierno leería esta elección como un termómetro de su gestión, uno en donde no habría dudas de sesgos de muestra (como podrían alegar algunos en cuanto a las encuestas). Además, podría enviar señales de cuál de las dos “almas” del gobierno tiene más apoyo: la que los llevó al poder o la que está viabilizando su gestión.

Este 7 de mayo no solamente elegimos miembros del Consejo Constitucional (lo cual, en mi opinión, es bastante relevante en sí mismo), sino también enviaremos señales al mundo político acerca de nuestra visión tanto de la gestión del gobierno como de las diferentes posturas en el Congreso. Así, este resultado podría cambiar los equilibrios dentro de la administración actual y el futuro de las reformas que se está discutiendo actualmente el legislativo.

Vote. Su voto es importante. Cada voto cuenta.

* Javier Salinas es economista jefe de LarrainVial Research.