Para contar con una democracia sólida y avanzar hacia un desarrollo sostenible e inclusivo, la confianza es fundamental. En los últimos años, diversos estudios de opinión pública muestran que la confianza en las instituciones, tanto públicas como privadas, ha disminuido de manera significativa.
Un elemento central para generar confianza es el diálogo social, que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) define como “todo tipo de negociaciones y consultas entre representantes de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores, sobre temas de interés común relativos a las políticas económicas y sociales”.
Como ejemplo de diálogo social exitoso, destaco la colaboración que existió entre el gobierno, el empresariado y las organizaciones sindicales, que permitió mejorar el proyecto de ley que estableció la jornada de 40 horas laborales. En dicha instancia, se conciliaron los intereses de los trabajadores en pos de un mayor equilibrio entre vida personal y trabajo y los intereses de las empresas, estableciendo mecanismos de gradualidad necesarios, por tanto, fue una potente señal de que sí es posible conversar y acercar posiciones.
El diálogo social ha generado acuerdos valiosos para el país, como por ejemplo la creación del Consejo Superior Laboral que reúne a ministerios relacionados con el trabajo, a empresarios y trabajadores para generar políticas públicas que fortalezcan una cultura de relaciones laborales justas, modernas y colaborativas. Por otra parte, existe el Consejo Consultivo para la Seguridad y Salud en el Trabajo, fruto del cual hoy existe el Convenio 176 de la OIT sobre Seguridad y Salud en las Minas, firmado por el Presidente de la República el pasado 10 de agosto en el acto de conmemoración del día de la Minería.
En la Unión Europea, el diálogo social es una práctica habitual para mejorar la gobernanza a través de la participación de los interlocutores sociales en la toma de decisiones. También el Mercosur tiene prácticas de diálogo tripartito, como el de su grupo de trabajo 10 de relaciones laborales, empleo y seguridad social.
La OIT estima que las empresas con fuertes prácticas de diálogo social tienen un 20% más de probabilidad de ser rentables que las que no las tienen, considerándolas una herramienta para mejorar el desempeño y la competitividad.
Contar con más diálogo social al interior de las empresas puede marcar la diferencia. En el mundo actual, el progreso depende cada vez más de la capacidad de construir una cultura organizacional que permita establecer relaciones laborales de colaboración, alejadas del conflicto. También, en la capacidad de que los equipos estén conectados y alineados tras un propósito que les dé sentido a sus labores. Y, en especial, en la capacidad de situar en el centro de sus quehaceres, las aspiraciones de las personas por mejorar su calidad de vida. Ello implica abordar aspectos críticos como el equilibrio laboral, la necesidad de contar con vías de desarrollo y capacitación profesional continuas, o de promover permanentemente la innovación y la creatividad de las personas.
Un estudio realizado por la OTIC de la Sofofa y Almabrands, llamado “Confianza organizacional” establece que “la construcción de redes de confianza no solo beneficia a las organizaciones en particular, sino que permea a toda la sociedad, pues no existe un espacio público que congregue más diversidad, historias y realidades de vida que la empresa”.
En consecuencia, y más aún en un ambiente de creciente polarización, es necesario que como sociedad volvamos a conversar. Especialmente, cuando a nivel país tenemos desafíos en ámbitos tan relevantes como el constitucional, de pensiones y tributario.
Esto implica escuchar, entender y poner en valor el punto de vista del otro para encontrar lugares de encuentro por la vía del intercambio de ideas entre quienes ven las cosas de manera diferente y representan posturas distintas, pero que entienden el valor de sentarse a conversar. Se trata también de abrir espacios de colaboración para incorporar las inquietudes e intereses de los distintos actores de la sociedad e incluir su visión en la toma de decisiones.
Para todo lo anterior, necesitamos generar más diálogo social, que nos acerque a la tan anhelada confianza.