Crecimiento Inversión Cambios estructurales

El año 2023 cerró con noticias alentadoras para el mercado del trabajo. El índice de avisos laborales que elabora el Banco Central moderó su caída en enero en términos interanuales y mostró un alza de 14% respecto de diciembre. En la misma línea, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informó que la tasa de desempleo para el trimestre octubre-diciembre descendió a un 8,5%, registrando la tercera baja consecutiva tras el peak del 9% al que llegó en junio-agosto. No obstante, esto implica un aumento de 0,6 puntos porcentuales y significa que aún falta recuperar aproximadamente 262 mil puestos de trabajo para volver a los niveles de ocupación previos a la pandemia.

Para reducir esta brecha en el corto plazo y reactivar la economía, han surgido en el último tiempo iniciativas como la creación de un gabinete procrecimiento y empleo impulsada por el gobierno, donde se dispone una agenda de revisión del estado de avance y nudos críticos de la inversión pública y privada. El Ejecutivo se propuso lograr en 2024 una cifra de inversión que supere el crecimiento de la actividad económica, lo cual gatillaría la generación de 100.000 a 120.000 empleos netos en el año.

Sin embargo, pensando en el largo plazo, creo que Chile requiere de cambios más profundos para revitalizar el mercado laboral, mejorar la productividad y estar preparados para los desafíos que trae consigo el futuro del trabajo.

En la era digital en la que nos encontramos, el talento se ha convertido en el activo más valioso para las organizaciones. La rápida evolución de la tecnología ha generado una creciente demanda por profesionales altamente capacitados, lo que producirá en los próximos años un desplazamiento de trabajadores de sectores que requieren mano de obra no calificada a aquellos que necesitan habilidades y competencias mucho más sofisticadas. En efecto, el Foro Económico Mundial anticipa que cerca de 85 millones de puestos de trabajo podrían desaparecer para el 2025. Por su parte, un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) asegura que el 28,4% de los trabajadores está en una situación de alto riesgo de automatización en la región.

En este contexto y, mirando hacia el futuro, es claro que debemos impulsar cambios estructurales que consideren fortalecer el sistema de educación, capacitación y certificación de competencias, para que los trabajadores cuenten con las herramientas necesarias para insertarse adecuadamente en el mundo laboral.

Debemos robustecer los programas educativos para fomentar el desarrollo de habilidades digitales desde etapas tempranas. Además, requerimos de un sistema de formación de competencias en línea con las condiciones actuales del mercado y que logre acercarse efectivamente al mundo productivo, para permitir que sea una fuente de más y mejores oportunidades.

En esa línea, hace dos semanas tuvimos un avance importante, luego de que el Congreso aprobara el proyecto de ley que moderniza y fortalece la institucionalidad de ChileValora, entidad a cargo de reconocer formalmente las competencias laborales de las personas mediante la certificación. Ahora el servicio dispondrá de recursos propios a través de la Ley de Presupuestos y contará con oficinas regionales para impulsar localmente procesos de certificación de competencias laborales en todo el país, poniendo acento en la pertinencia de las necesidades productivas locales.

Esta iniciativa contribuirá a incrementar las habilidades de los trabajadores para mejorar la empleabilidad de los grupos más rezagados y acercar a las micro, pequeñas y medianas empresas a fuentes de financiamiento que faciliten la formación de su capital humano. Además, cuando los trabajadores reciben la capacitación y las oportunidades de desarrollo adecuados, aumenta la confianza para desempeñar sus funciones, se traduce en un aumento de la eficiencia, la calidad del trabajo y la innovación en la organización.

Proyectos como éste van en la dirección correcta, pero aún es necesario tomar más medidas para formar talento, para lo cual es clave el trabajo conjunto de las instituciones de educación, el gobierno y las empresas, que permita anticipar la demanda de habilidades que habrá en el futuro y así diseñar políticas públicas y programas adecuados que aprovechen las oportunidades que ofrece la era digital para que Chile avance hacia el desarrollo que tanto anhelamos.