Desde el primer momento, el Presidente Piñera demostró su capacidad estratégica y su compromiso con el pueblo de Chile. Gracias a esta gesta histórica aprendimos que somos mucho más capaces de lo que creíamos y ahora tenemos la certeza de que cuando trabajamos juntos podemos lograr lo imposible.

El 5 de agosto de 2010, seis meses después del devastador terremoto que azotó a nuestro país, 33 mineros quedaron atrapados en una pequeña mina cerca de Copiapó. De la noche a la mañana, el Presidente Sebastián Piñera se enfrentaba a un nuevo desafío: encontrar a 33 seres humanos, dar respuesta a sus familias y ojalá rescatarlos con vida. La misión parecía imposible, sin embargo, el Presidente tuvo una respuesta rápida y decidida: “Debemos hacer todo lo humanamente posible por encontrarlos”, me dijo, poniendo la vida humana por sobre cualquier obstáculo técnico o financiero.

Con esa convicción y su absoluto respaldo, logré configurar un equipo que combinó lo mejor del Estado y la empresa privada. Durante 69 días, más de mil personas trabajamos incansablemente por lograr el milagro. Después de muchos fracasos, el 22 de agosto tuvimos el primer éxito: los encontramos sanos y salvos. “Estamos bien en el refugio los 33″, fue el mensaje que caló profundo en el alma de nuestro país.

El rescate, que culminó después de 53 días adicionales de trabajo, no sólo fue un logro técnico extraordinario, sino también un ejemplo de liderazgo y coordinación. El Presidente Piñera supo delegar en las personas adecuadas y todo el equipo actuó con seriedad y profesionalismo, pero lo más importante fue su decisión política. Él comprometió a todo su gobierno en esta tarea. Otro factor clave en el éxito del proceso fue su estilo detallista y minucioso. Exigía un trabajo bien hecho y sin errores, y esperaba que sus colaboradores llegaran con propuestas serias y bien estudiadas. No le gustaban los “cantinfleos”. “¿Usted cree o usted sabe?”, era la típica pregunta que hacía cuando advertía indecisiones. Y más valía que estuviéramos preparados, de lo contrario, era mejor confesar la ignorancia, pues probablemente él sí sabía.

Fue una gran experiencia profesional trabajar con él y un orgullo haber sido su ministro en tres carteras.

El rescate de los 33 mineros de la mina San José tuvo un impacto político significativo en la imagen y popularidad del Presidente Piñera. Un éxito inesperado que favoreció su liderazgo y le trajo una credibilidad renovada en el mundo entero.

En Chile, el manejo exitoso de la crisis contribuyó a mejorar la percepción de la capacidad del gobierno en situaciones de emergencia, mientras que la coordinación eficaz entre el sector público y privado resonó positivamente en la población, generando un sentimiento de unidad y orgullo nacional.

A nivel internacional, su administración recibió cientos de elogios, lo que fortaleció significativamente la imagen de Chile, posicionándolo como un país capaz de enfrentar desafíos complejos y manejar con eficacia situaciones que, en muchas partes, no habían tenido un final feliz. La atención global también proporcionó una plataforma para que Piñera promoviera la inversión extranjera y destacara la resiliencia de Chile.

En los últimos años, esta hazaña había comenzado a experimentar un natural proceso de olvido. Sin embargo, con la partida del Presidente, el rescate volvió a tomar relevancia en nuestra memoria colectiva y se consolidó como uno de sus grandes legados.

Mi anhelo es que esta gesta extraordinaria sea recordada como uno de los grandes hitos de nuestra historia, que cada 13 de octubre celebremos la grandeza que tuvo Chile al rescatar a sus mineros y que esa experiencia nos sirva de inspiración para enfrentar los desafíos que, cada tanto, nos remecen como país.

La historia confirma que cuando trabajamos juntos, con determinación y buen liderazgo, los chilenos podemos convertir una tragedia en esperanza.