Maximizar el potencial de la industria del litio para beneficio de todos los chilenos debe ser el objetivo país. ¿Cuándo? Ahora es la oportunidad. ¿Cómo? Con el instrumento que nos permitirá maximizar la producción y los aportes al Fisco en el menor tiempo posible.
Nuestro país lideraba la producción de litio a nivel mundial, y a partir del 2012 fuimos desplazados al segundo lugar por Australia, pero corremos el riesgo, de no mediar avances concretos, de ser desplazados al cuarto lugar por Argentina y China al 2030.
Chile tiene la oportunidad de desempeñar un rol importante en los esfuerzos globales para reducir las emisiones de carbono. No sólo contamos con las mayores reservas mundiales de litio, sino también el salar de Atacama, con bajos costos de producción.
Y para aquellos que creen que el boom del litio ya pasó, los datos dicen lo contrario. Para el 2024, se espera un crecimiento de la demanda mundial del 28% y para el 2030 se multiplicaría por 2,5 veces. Bajo el escenario de emisiones netas cero al 2050, se proyecta que la demanda por litio se multiplicaría por 10 veces (IEA, WEO, 2023). Y si bien es efectivo que los precios han caído en el último tiempo por un exceso de oferta, de mantenerse las condiciones de demanda, el precio de largo plazo debería fluctuar en torno a US$18 mil-20 mil la tonelada, para viabilizar una parte de la futura oferta de nuevos yacimientos que entrarán en producción al 2030.
La semana pasada, Corfo duplicó la cuota de extracción de Albemarle al 2043, lo que sumado a la mayor producción esperada de SQM al 2050, hace que el potencial de producción de litio en nuestro país aumente en 7,5 millones de toneladas en los próximos 25 años. Eso, a pesar de que aún se encuentra pendiente el desarrollo de salares como Maricunga, Laguna Verde, Las Islas y Pajonales, que en su conjunto podrían agregar 2,6 millones de toneladas al 2050, los que podrían incluso concesionarse para avanzar con mayor agilidad, de levantarse la otrora restricción que lo declaró en 1979 como un mineral no concesible, que hoy no se sustenta.
Por cada tonelada vendida, el Estado se llevará a las arcas fiscales más del 80% del margen bruto de esta mayor producción comprometida en el salar de Atacama, US$68 mil millones en valor presente o bien un 20% del PIB. De esta manera, la mayor producción de litio podría constituirse en una de las fuentes de ingresos permanentes con mayor probabilidad de materializarse, para hacer frente a las crecientes demandas sociales.
La carrera mundial por el litio está lanzada y los ojos de las grandes potencias que lideran los esfuerzos por combatir el cambio climático y promueven la electromovilidad están puestos en Chile, por contar con las mayores reservas mundiales a bajos costos de extracción. Pero no corremos solos y como en pocas oportunidades en nuestra historia, siendo una economía pequeña y abierta al mundo, mantener el liderazgo y aprovechar las oportunidades que nos ofrece el litio, sólo depende de Chile.