“Alianzas con propósito”, “gobernanza colaborativa”, “colaboración público-privada”, son distintas maneras de abordar el mismo desafío: el cómo actores públicos y privados trabajan colectivamente orientados a combinar recursos, capacidades y problemáticas comunes para hacer más eficiente y virtuosa una gestión con impacto económico, social y medioambiental.

Y es que la colaboración es una aspiración muy transversal, valorada y efectiva. Ya lo declaraba en 2009 la Cepal cuando publicó un estudio de Robert Devlin y Graciela Moguillansky llamado “Alianzas público-privadas como estrategias nacionales de desarrollo a largo plazo”, donde se concluye que los países logran su crecimiento identificando dos factores claves: la importancia de una visión estratégica de futuro y la colaboración o alianza público-privada.

Si acotamos el concepto, una asociación público-privada -según lo define el Banco Mundial- se refiere a un “acuerdo para unos objetivos compartidos”, el que es efectivo cuando “se combina las habilidades y los recursos de ambos sectores de manera que se comparten riesgos y responsabilidades”.

Eso en simple, pero, nada fácil de lograr. Nuestra propuesta es sumar la confianza. En nuestra experiencia ha sido clave estar dispuestos a confiar y probar. Es con esta fórmula como hemos avanzado en proyectos como el que tenemos con Indap, con quienes realizamos hace años un Programa de Alianzas Productivas en beneficio de los agricultores, y el Programa Red de Desarrollo de Proveedores, junto a Corfo, el cual nos ha permitido medir la huella de agua y de carbono de la remolacha, para promover una agricultura más sustentable.

Otro ámbito en el que hemos hecho alianzas de manera exitosa es en la academia. Hoy colaboramos con la Universidad Finis Terrae, mediante un programa educativo y social, llamado Academia Iansa, y también con la carrera de Nutrición de la Universidad del Desarrollo (UDD), donde tenemos un programa de educación nutricional y salud, que beneficia a estudiantes y profesores de comunidades cercanas a nuestras plantas.

Objetivos comunes + confianza, será igual al tan esperado “acuerdo” entre las partes. La confianza es definitivamente el denominador común clave de la ecuación. Todas las industrias, empresas, organizaciones y personas necesitamos contar con un piso de confianza y aportar a crearlo. En nuestro caso, nos ha permitido realizar importantes avances en producción, desarrollo e innovación, mejorando la gestión e impacto de nuestras actividades en el trabajo diario y en nuestro país.